La ecuatoriana María Blanca Gutama de Andrade, de 59 años, acusada de casarse con un ovetense de 89 para quedarse con su dinero, ha aceptado esta mañana en la sección tercera de la Audiencia Provincial una condena de un año de prisión, el pago de una multa de 720 euros y la devolución de los 41.500 euros que le sacó a su "marido", Andrenio González Jamart, que ha acudido a los tribunales en silla de ruedas. "Le está echando mucho teatro, él puede andar perfectamente", ha asegurado María Blanca Gutama, que, a pesar de haber aceptado la condena, dice sentrise "estafada". "Me enamoré como una colegiala, él me recordaba a mi abuelito", ha dicho antes de entrar a la Audiencia.

Y es que, según dice, Don Andrenio era un auténtico "Don Juan", que la abordó cuando ella paseaba con sus perritos. A partir de entonces, dice ella, le hizo la corte, la invitó a café, hasta que decidieron montar un restaurante juntos y casarse. "Yo le estuve cuidando cuando se puso enfermo, le hacía la comida, sus purés de verduras, sus risottos... Por la mañana le daba fruta y yogur. Él decía que yo le había salvado la vida", ha indicado.

Asegura que el dinero estafado fue para montar un restaurante en la calle Azcárraga. Pero el negocio se fue a pique. "Un camarero me denunció por despido improcedente y yo tuve un accidente y me rompí el brazo. El dinero se esfumó en el negocio", asegura. Niega que convenciese al hombre, viudo y si hijos -aunque con hermanos, sobrinos y un ahijado-, para que vendiese su piso en la calle Caveda de Oviedo. "Alquilamos uno en Azcárraga porque tenía un jardincito y así estaba más cerca del restaurante", asegura.

Luego, después de casarse todo cambió. "Me demostró que era un racista. Un día no me dejó entrar en la casa. Al día siguiente sí pude entrar, pero intentó apuñalarme. Yo le denuncié, pero la juez no me dejó declarar", asegura. En realidad, no se presentó en el juicio y Don Andrenio resultó absuelto. A continuación se inició un proceso para invalidar el matrimonio, que fue declarado de conveniencia. Con este antecedente, la letrada de la acusada, Libertad González Benavides, tenía muy pocas posibilidades de éxito. El fiscal pedía cuatro años de prisión y logró rebajarlos a un año. Ahora la acusada tendrá que devolver los 41.500 euros que estafó, pero es insolvente. "Llegué a quererle de verdad, no para que me tratara como a una puta, sino como a una esposa. Ellos dicen que no tuvimos relaciones sexuales. Él era de mirar y tocar, y a su manera tuvimos relaciones", ha asegurado la ahora condenada.