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Análisis | Encrucijada para una organización política

Los dilemas del PSOE

Los dilemas del PSOE

"El PSOE está ahora en la tesitura de tener que elegir entre lo malo o lo peor mientras que el PP puede decidir entre lo bueno, que sería formar gobierno ya, y lo mejor, ir a unas terceras elecciones". Esta conclusión de un socialista asturiano tan curtido en batallas orgánicas como en campañas electorales resume la compleja situación por la que atraviesa el PSOE, a la que no son ajenas la Federación Socialista Asturiana y toda su militancia, en un escenario de incertidumbre política con epicentro en la formación del Gobierno central pero con réplicas en todas las comunidades autónomas. Las posturas filas adentro del socialismo son variopintas y hasta opuestas pero lo que casi nadie discute a estas alturas es que tocará mover ficha el 26-S tras las elecciones autonómicas de este domingo en Galicia y el País Vasco. El dilema que tiene ante sí el PSOE es de los mayúsculos: afrontar la situación institucional más compleja a la que se ha enfrentado la democracia española, con amenaza independentista incluida, en medio de una crisis de puertas adentro, donde está en juego mucho más que un liderazgo interno: nada menos que la unidad de un partido con más de un siglo de historia.

Lo malo y lo peor.

"Lo malo" para el PSOE en la actual coyuntura de la política nacional sería optar por una abstención que, en consecuencia, permitiría formar Gobierno al PP de Mariano Rajoy. Pero el peor escenario, que teme más de un dirigente socialista, radica en la exposición que supondrían unas terceras elecciones, por tres razones fundamentales. En primer lugar por el impacto que esta nueva repetición de la cita con las urnas tendría en la sociedad española en la que ya ha calado la desconfianza y la desafección en la política. En segundo lugar, porque según apuntan las encuestas esa tercera convocatoria electoral no cambiaría demasiado el actual reparto de votos entre los bloques de izquierda, derecha y los nacionalistas y hay quien ya ve hasta unas cuartos comicios. Y en tercer lugar, y no menos importante, está el riesgo de que el PSOE continúe en un retroceso de votos y escaños, que le deje mucho más lejos del PP y, sobre todo, más a merced de Podemos.

Entre los partidarios de evitar a toda costa unas terceras elecciones generales no cae en saco roto el subidón que hubo tanto en la sede de la FSA, en la calle Santa Teresa de Oviedo, como en Ferraz, la sede federal del PSOE, en Madrid, en la noche del pasado 26 de junio tras la conjura del temido "sorpasso" con el que había amenazado la coalición de nuevo cuño Unidos Podemos. "No pasaron, el PSOE sigue siendo la referencia de la izquierda", llegó a declarar el líder de los socialistas asturianos, Javier Fernández, tras conocerse el recuento definitivo y después de que en la campaña arengara en La Corredoria con un polémico "no pasarán" que no gustó nada en las filas de Unidos Podemos por el simbolismo que esa consigna entraña para la izquierda española. Someter a la marca del PSOE a un nuevo test de estrés frente a los partidos de la izquierda alternativa con una situación orgánica nada clara, no parece para muchos la salida más idónea a la travesía del desierto en la que lleva el socialismo español desde 2011.

El efecto inverso de los "consejos".Pese a este sumatorio de argumentos, en las filas socialistas ha ido creciendo el apoyo al "no es no" con el que Pedro Sánchez ha contestado a la abstención que allanaría la investidura de Mariano Rajoy para su segundo mandato. Ese respaldo se pudo constatar en los discursos de los dirigentes sindicales con motivo del acto de clausura de la Escuela de Verano de UGT, que tuvo lugar en Gijón, en presencia de un Pedro Sánchez, que se vio reforzado. Y el apoyo también ha crecido entre las bases del partido. En una gran parte del militante de a pie no han sentado nada bien "los consejos" de algunos próceres socialistas, como Felipe González, o de algún barón territorial, como el presidente extremeño Guillermo Fernández Vara, máxime cuando el PP tiene tras de sí los lastres de estar en el banquillo por su supuesta financiación ilegal, con casos como el de Rita Barberá, o la designación fallida de José Manuel Soria para el Banco Mundial, comenta una veterana socialista. "Se equivocaron al hacer esos planteamientos de forma pública, son mensajes que deben ir por cauce interno. Al trasladar esas opiniones en foro público, lo que han conseguido es bunkerizar a las partes", diagnostica un buen conocedor de los entresijos socialistas a uno y otro lado del Negrón.

Apoyos a través de las redes sociales.

La identificación de la militancia de base con el "no" a un Gobierno del PP ha encontrado cauce de expresión y un nuevo y poderoso aliado a través de las redes sociales, mucho más eficaces que las asambleas de cada agrupación para difundir adhesiones y cuestionar liderazgos pero también para difundir críticas y hasta insultos y menosprecios contra el que mantiene posiciones enfrentadas. El ambiente enrarecido y los ataques a Fernández Vara -el único líder que cuestionó de plano el bloqueo a un Rajoy que sumase casi la mitad de los escaños del Congreso de los Diputados- llevó a Javier Fernández a salir de su estudiado silencio para pedir, a su manera, "pax" interna . "Sin respeto no hay partido. Lástima que tengamos que recordarlo", propaló a través de su cuenta personal de Twitter, el mismo día en que también se manifestó, en términos similares, Alfredo Pérez Rubalcaba a través de su página de Facebook. Las redes sociales han entrado de lleno en el debate político y han cogido con el pie cambiado a las cúpulas de las organizaciones, que todavía no están preparadas para atajar lo que consideran sus efectos más indeseados aunque sus defensores prefieren poner el acento en su efecto democratizador sobre los usos tradicionales de lo que hasta hace unos años era el coto reservado para las ejecutivas y las direcciones de los partidos.

El 25-S, punto de inflexión .

En medio de este escenario, el día después de las elecciones en el País Vasco y Galicia se presume como el punto de inflexión para que el PSOE mueva ficha. Muchos verían como un alivio que el PNV necesitara un apoyo del PP para revalidar la "lehendakaritza" como salida ideal, aunque sea un escenario que se antoje complicado por el veto mutuo entre los nacionalistas y Ciudadanos. Hasta ese día, la Federación Socialista Asturiana mantendrá el silencio por el que se ha decantado en las últimas semanas Javier Fernández cada vez que se le ha preguntado por la situación política nacional. Y luego hablará en los órganos internos del partido, o sea en el Comité Federal, como ya hizo en junio y en diciembre del año pasado, siempre y cuando la ejecutiva de Pedro Sánchez tome la iniciativa de esa convocatoria, una opción que muchos dirigentes prefieren a la de que sea solicitado por un tercio de sus integrantes. Algunos están, por si acaso, echando números para forzar una dimisión en bloque de la dirección federal. Tras esa cita electoral, el PSOE lo tendrá muy difícil para mantener sus dos "no" actuales: a Mariano Rajoy a unas terceras elecciones generales. Tras el paréntesis obligado por la doble cita electoral, en el que la cautela resulta obligada para evitar males mayores a la marca, empieza a correr el reloj de la legislatura. Hay quien apunta la posibilidad de que Pedro Sánchez opte por pedir la opinión de las bases, una opción tan mal vista en algunos "barones" por deteriorar la representatividad de los políticos como defendida por quienes la justifican para superar la desafección y acercar la toma de decisiones al militante de a pie. Tampoco cabe desdeñar que el próximo secretario general del PSOE, que deberá ser elegido cuando se despeje el panorama político nacional, saldrá de unas primarias, en la que cada militante vale un voto, da igual que sea "barón" o afiliado raso.

Apartar el debate interno de la decisión sobre el Gobierno de España.

El dilema pasa por convertir al PSOE en defensor de las más puras esencias de la izquierda, con un no infranqueable a Rajoy aunque ello suponga arriesgarse a que el partido pierda la primacía de la izquierda, un golpe del que podría tardar mucho en recuperarse. Otro peligro a evitar es el cisma en las filas socialistas, una ruptura que dejase herido de muerte a un partido que siempre ha presumido de llevar en su ADN la lealtad a la organización y la disciplina interna. Ante el riesgo de tormenta perfecta, cada vez son más los que filas adentro del PSOE coinciden en la necesidad de apartar el debate sobre el futuro orgánico de la decisión que se adopte sobre si ir, o no, a unas terceras elecciones

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