La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LUIS MARTÍNEZ ROLDÁN | Catedrático jubilado de Filosofía del Derecho

"Es un fracaso que apruebe la selectividad el 98% de los alumnos; hay que endurecerla"

"Se habla de que la autoridad política imponga a los rectores; creo que es bueno, no dependerán de los electores"

Luis Martínez Roldán. MARÍA GÓMEZ

Luis Martínez Roldán (Astorga, 1946) acaba de jubilarse como catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Oviedo, tras casi medio siglo de carrera. El pasado domingo recibió un homenaje sorpresa que le hizo brotar la emoción. Estuvo el magistrado del Constitucional Andrés Ollero, pero "el acto se llevó con tanto secretismo que no pude avisar ni siquiera a mi mujer, ni a otras personas que deberían haber estado allí, como Ramón Maciá Manso, que me introdujo en la Universidad". Tras casi cinco décadas en la Universidad se muestra convencido de que hay que endurecer las pruebas de acceso. "Es un fracaso que las aprueben tantos alumnos", cree.

-¿Cuánto de catedrático?

-Pues 46 años.

-Habrá perdido la cuenta de los alumnos que tuvo...

-Incontables, son muchas promociones. Alguno me saluda por la calle y ni me acuerdo.

-¿Y alguno del que se sienta especialmente orgulloso?

-De uno o dos... Me siento muy orgulloso del catedrático de Filosofía del Derecho de León, Juan Antonio García Amado. Es muy capaz y muy trabajador, y una persona con la que me une una gran amistad. Y de aquí, de Oviedo, de Jesús Aquilino Fernández Suárez, una gran persona. Y de todos los del área: Xacobe (Bastida), Benjamín (Rivaya), que fue decano de Derecho, Leo (Leonor Suárez Llanos), María José (García Salgado) y un chico italiano, Roger Campione...

-Nació en Astorga.

-Soy maragato. Me vine para acá, con mis padres, que abrieron un bar. Estuve en el Seminario hasta los 20 años. Cuando me quería quedar, me querían echar. Y luego cuando te querías ir, era un problema. Estudié Derecho por el plan del 51, que tenía cosas buenas. Por ejemplo, no podías dar más de tres cuartos de hora de clase. Más allá, el alumno ya no capta nada. Se daba la parte general primero, y luego la especial. Hoy en día, en algunas asignaturas, se hace justo al revés. Estuve con once rectores, el primero Virgili. Con Julio Rodríguez estuve de secretario general.

-¿Tuvo buenos profesores?

-Alfonso Prieto, de Eclesiástico, que me dio una vez una charla increíble sobre Santa Teresa; Aparici, de Romano, un gran profesor; Juan Luis de la Vallina, de Derecho Administrativo; a Fernando Suárez, de Derecho del Trabajo; Manuel Iglesias, de Derecho Civil, y de Penal a Mourullo. Muy buenos profesores.

-Se decantó por la Filosofía del Derecho.

-Cuando terminé, me gustaba mucho el derecho práctico. Yo trabajaba en el bar de mi padre y por la tarde, después de dar las comidas, me escapaba corriendo al seminario de Derecho Penal. Pero también me gustaba el positivo, entre cuyas asignaturas estaba la Filosofía del Derecho y el Derecho Natural, que me dieron el ya fallecido Nicolás López Calera y Ramón Maciá. Ahí yo destacaba, porque había dado tres cursos de Filosofía en el Seminario. Me terminó llamando Maciá.

-¿Kelseniano?

-Lo admiro. Mi lección de cátedra fue sobre las supuestas contradicciones de su pensamiento, que para mí no eran tales.

-Ha escrito sobre seguridad jurídica. ¿La hay en España?

-En general, vivimos en un Estado de derecho. Hay una especie de motorización legislativa, de contradicción entre normas de las distintas autonomías. Lo que pone en riesgo la seguridad jurídica son las leyes técnicamente malas, que van a dejar un campo tremendo para la discrecionalidad, de forma que no sabes por dónde te van a salir los jueces ni el resultado final.

-También ha escrito de los jueces. ¿Qué le parece el trasvase entre judicatura y política?

-Los jueces no son personas neutras, tienen su ideología, sus sentimientos. Deben ser imparciales. Creo en la judicatura, pero a niveles bajos. Cuando se mete uno en el Supremo, en el Constitucional... No puede ser fácil volver a la judicatura tras haber tenido puestos de responsabilidad. Y no estaría mal que se sometiesen una prueba psicológica. No sólo hay que pedirles un dominio del derecho, sino que sepan argumentar, y razonar, y que estén bien psicológicamente.

-Hay quien propone elegir el CGPJ por sorteo.

-No lo veo más descabellado que el método actual. Quizá deberían elegirlo los jueces. Lo que no puede ser es que lo elija el Gobierno. No se elige al más competente, al más sabio, sino al más atado a la disciplina partidista.

-¿Cómo ve la Universidad?

-La Universidad siempre está en crisis, intentando ver si de sus cenizas puede salir algo. Hoy se habla de que los rectores van a volver a ser impuestos por la autoridad política, como el primero que tuve, Virgili Vinadé. Yo creo que es bueno. Los actuales tienen una hipoteca muy grande con los cuerpo electores. Si quiere actuar libremente y con autoridad, no debe tener hipoteca alguna. El modelo Bolonia se hace para intentar la movilidad a nivel europeo, pero no se consigue a nivel nacional. Está todo tan mercantilizado que se piensa que la mejor educación es la que va destinada a que el alumno consiga trabajo.

-¿Cómo llegan los alumnos?

-El alumno que tuve yo en los primeros años era bastante más preparado y con una actitud muy diferente, de querer aprender y trabajar. Si pongo uno de los exámenes que ponía yo antes, no aprueba ni uno. La lógica en la redacción, la ortografía, la forma de razonar, no las tienen. Tienes que ir bajando el nivel. La preparación no es buena. Fallan la ESO y el Bachillerato. Todo el mundo pasa y llega a la Universidad. Y luego se quiere mantener al alumno, para que se matricule y no se marche. La Universidad tiene que ser elitista y un poco selectiva. No pueden ir todos a la Universidad. La actitud del alumno en clase es muy pasiva. Antes había más inquietudes. Yo he empezado alguna clase diciendo: "Kelsen era maricón", para lograr tener su atención.

-¿Hay que mantener las pruebas de selectividad?

-Habría que actualizarlas, mejorarlas y a lo mejor endurecerlas. Habría que endurecer el Bachillerato. Claro que son buenas las reválidas. Es un fracaso que apruebe la selectividad el 98 por ciento de los alumnos.

Compartir el artículo

stats