La montaña es cada vez más accesible y el número de personas que acuden a realizar alguna ruta cada vez mayor. Hay fenómenos nuevos, como el de los jubilados que salen a disfrutar del monte, gente experimentada y por lo general bastante razonable que sopesa los riesgos, aunque quizá ya no está tan en forma como antaño. Y también está el fenómeno de los runners del monte, gente físicamente muy potente que quizá no es muy consciente de su falta de técnica montañera, y que puede meterse en problemas muy serios. Está, en fin, el montañero que no toma las precauciones mínimas y termina perdiendo la vida de la forma más fútil. En la región se han visto últimamente casos de las tres clases antes señaladas.

El pasado miércoles, por ejemplo, tuvieron que ser rescatados dos jubilados británicos de 71 y 73 años, uno de los cuales, el mayor, sufrió una caída que le causó un traumatismo cérvico-luxar, mientras realizaban la ruta entre Sotres y Arenas de Cabrales, a una media hora de la majada de Tordín, en los Picos de Europa. Los que conocen la ruta están convencidos de que los jubilados terminaron confundiendo la ruta. "Ahí falta una señal y se metieron en un sitio complicado", indicó un montañero, también jubilado, Antonio Alba. Este senderista es un ejemplo del cada vez mayor número de personas que aprovechan la bien ganada jubilación para acudir a la montaña, no siempre los fines de semana. "Ir por semana es más cómodo, hay menos gente y se puede disfrutar más", asegura Alba, quien cree que los jubilados que salen a la montaña están sobradamente preparados. No obstante, desde la Federación de Montaña se encarece a este tipo de montañeros a tomar conciencia de los límites de cada uno y no intentar "machadas" que pueden terminar de forma accidentada.

Alba ve más problema en las carreras atléticas de montaña, "una plaga" según su opinión. "Están muy bien preparados físicamente, y los hay que conocen la montaña, pero hay otros que no y es peligroso", cree. De la misma idea es un miembro del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) de la Guardia Civil consultado por este diario. "Son gente que físicamente está muy bien, pero carecen de la técnica necesaria para andar por la montaña, van muy ligeros, muy rápido y cuando tienen un accidente es mucho más complicado", indicó este agente.

Puso como ejemplo un atleta de montaña fallecido el pasado mes de julio en las Ubiñas, que confundió la ruta y terminó despeñado. Y está el caso de los tres guardias civiles fallecidos en septiembre de 2014, cuando rescataban a un joven herido en una carrera de montaña, en el Pico Polinosa, en Maraña (León), cerca del límite con Asturias.

Claro, de los últimos fallecimientos en la montaña, el más terrible, por lo fácil que hubiese sido evitarlo, es el del valenciano Ramón Alarcón Lara, fallecido mientras hacía la ruta entre los lagos de Saliencia y el Lago del Valle, en Somiedo, el pasado día 16. Alarcón murió por hipotermia, tras perderse por la niebla cuando estaba a poca distancia de la bajada hasta el Lago del Valle. El problema es que no llevaba ropa de abrigo, ni ningún medio para orientarse. "Lo mínimo que hay que llevar a la montaña es un mapa y una brújula para poder salir de una situación apurada. Si se cuenta con un GPS, mejor. Confiar únicamente en la señalización es una invitación al desastre. Hay que saber dónde se mete uno", indica un agente del GREIM. A este guardia no le preocupa la presencia de jubilados en la montaña. "No veo una mayor incidencia de accidentes en este colectivo que en otros. La clave es saber hasta dónde se puede llegar", señala.

Los consejos que cabe dar a este colectivo no difieren de los que deben seguir otros. En muchos casos se trata de aplicar simplemente el sentido común. En primer lugar, es imprescindible conocer el medio por dónde se va a desarrollar la ruta. Tampoco se debe ir solo; limita las posibilidades de recibir ayuda en caso de accidente o situación apurada.

Otro punto importante es dejar dicho, a los familiares, o en el lugar de alojamiento, el lugar al que se va. Básico también es informarse de las condiciones metereológicas. Un montañero debe asegurarse de que lleva equipo y material adecuado, acorde a la dificultad de la actividad que va a realizarse. Otro punto importante es no sobreestimar las posibilidades. Los equipos de rescate también aconsejan obtener conocimientos en primeros auxilios; suponen la diferencia en algunas ocasiones. A la montaña debe llevarse también comida y bebida de sobra, y por supuesto ropa de abrigo.

Otro consejo importante es asegurarse de llevar la batería del teléfono cargada, con el fin de tener un medio para pedir ayuda en caso de percance.