R. M. R., el auxiliar de vuelo cántabro de 24 años acusado de violar a un niño ovetense desde que éste tenía cuatro o cinco años hasta que tuvo siete, entre 2012 y 2014, aprovechando que el abuelo del menor le tenía alquilada una habitación de su piso, proclamó ayer su inocencia en la sección segunda la Audiencia Provincial con sede en Oviedo, negando haber tocado a la víctima. "Nunca me quedaba solo con el niño", aseguró durante la vista de ayer del juicio, que continúa hoy con la comparecencia de los peritos psicólogos que examinaron al menor.

En la vista de ayer, preguntado por los motivos que podrían llevar a la familia a denunciarle, el acusado sugirió que quizás "buscasen dinero". El acusado llegó al tribunal cinco minutos antes de que se iniciase la vista del juicio, acompañado de su abogada, quien se negó a hacer valoración alguna en atención al menor implicado en los hechos. R. M. R. se mostró muy tranquilo, por momentos sonriente, antes de entrar en la sala de vistas, incluso ante la presencia de la madre y el abuelo del menor, presentes en esta primera jornada del juicio.

El abuelo de la víctima alquiló una habitación al acusado durante toda la carrera de éste (estudió Filología Inglesa) en la Universidad de Oviedo. La cercanía con su casero llegó a ser tal que se le consideraba uno de la familia. Por eso no es extraño que el acusado se quedase con el menor cuando el abuelo iba a hacer algún recado o que compartiese los espacios comunes de la vivienda -algo que el acusado niega-, según sostiene la acusación particular, que ejerce la familia del menor, bajo la dirección letrada de Ana María González, del Centro de Atención a Víctimas de Agresiones Sexuales (Cavasym).

Felaciones bajo amenaza

Era en esos momentos cuando se producían las agresiones sexuales. En el escrito del fiscal, que apoya la acusación particular, se señala que el acusado obligaba al menor a realizarle felaciones, en algunas ocasiones bajo amenaza de golpearle si no lo hacía.

La denuncia por agresión sexual la puso la madre del menor, después de que éste le contase lo que le hacía el joven estudiante. Al enterarse, el abuelo lo echó de la vivienda.

El examen de los peritos psicólogos fue realizado siete meses después de la denuncia de los hechos. Los expertos, que declaran hoy, sostienen que el contenido del relato del menor es cierto y que las agresiones sexuales existieron. Consideran que los aspectos sexuales que describe el niño no se los ha podido inventar. Respecto a la autoría, es otra cosa: no pueden dar seguridad absoluta de que los hechos que describe el menor fuesen obra del acusado, ni descartar que fuese otra persona la que obligase al niño a realizar esos actos.

La declaración de los peritos, y el visionado de la grabación de la entrevista que mantuvieron con el niño, serán esenciales para determinar si el acusado es culpable de los hechos. El fiscal y la acusación particular están convencidos de que sí, motivo por el que solicitan una condena de trece años y medio de cárcel, así como el pago de una indemnización de 30.000 euros por daños morales para el menor, que ahora tienen nueve años. La defensa pide, por el momento, la libre absolución.

Aparte de la pena de prisión y del pago de responsabilidades, las acusaciones solicita que los magistrados impongan al acusado la prohibición de aproximarse a menos de 500 metros del menor, de su domicilio, centro de estudios o cualquier lugar que sea frecuentado por él, y la prohibición de comunicarse con él por cualquier medio, todo ello durante 20 años. Además, solicitan que se le imponga la medida de libertad vigilada, con obligación de someterse a programa de educación sexual, por un periodo de seis años.