Asturias tiene tres tramos entre los 300 identificados por la Dirección General de Tráfico como los más peligrosos del país por lo que se refiere a carreteras convencionales. Se trata del tramo de nacional entre Cudillero y Canero (N-632), de 12,5 kilómetros de longitud; los primeros cuatro kilómetros de la carretera del puerto de Tarna (AS-117), entre el polígono de Riaño y Lada, en el concejo de Langreo; y la nacional entre El Espín (Coaña) y Serantes (Tapia de Casariego), la N-634, casi 24 kilómetros. La inclusión de estos tres tramos entre los más peligrosos del país se debe a que "se han comprobado mayores efectos combinados de excesos de velocidad, que en algunos casos superan los 30 kilómetros por hora, accidentalidad y mortalidad en el quinquenio 2010-2014".

No obstante, es preciso llamar la atención sobre el hecho de que el periodo tomado en cuenta por Tráfico para establecer la peligrosidad de los citados tramos, al menos los dos situados en el Occidente asturiano, es anterior a la apertura de los tramos pendientes de la Autovía del Cantábrico, y que por este motivo, tanto el volumen de vehículos que recorren esas carreteras nacionales como la siniestralidad ha disminuido de forma importante.

Según la Jefatura Provincial de Tráfico, "estos tramos están siendo sometidos a mayor control y vigilancia con medios policiales y automáticos". Los controles en estos tramos serán a cualquier hora del día y no tendrán que anunciarse como los que se realicen con radares móviles en otras carreteras convencionales de la región. En los tres tramos antes citados se ha instalado una señalización permanente vertical que anuncia a los conductores la presencia de radares de velocidad y la longitud del recorrido considerado peligroso, que será sometido a especial escrutinio por parte de la Guardia Civil de Tráfico.

Cualquier vigilancia se antoja como poca a la vista de los datos de mortalidad en la carretera. Y es que ha sido un verano nefasto en la red viaria regional, con siete muertos, cinco más que el año pasado durante los meses de julio y agosto. El número de heridos que requirieron ingreso hospitalario fue no obstante menor, de 33, frente a los 36 del año pasado. Las cifras de mortalidad de tráfico en Asturias siguen disparadas, con veinte fallecidos entre el 1 de enero y anteayer martes. Son siete más que en el mismo periodo del año pasado, lo que supone un incremento superior al 50 por ciento.

Asturias es la región en la que más se han incrementado las muertes de tráfico, aunque también es verdad que el año pasado se alcanzó la cifra más baja de fallecidos desde que hay estadísticas. A decir de los expertos, se hace difícil mantener o reducir ese número de muertes una vez que las mejores condiciones económicas han incrementado de forma apreciable los desplazamientos por carretera, lo que combinado con un parque automovilístico cada vez más envejecido y un estado de conservación vial cuando menos insuficiente está dando como resultado un incremento de la siniestralidad.

La accidentalidad del verano se ha cebado especialmente en los motoristas. Durante julio y agosto fallecieron tres, mientras que en 2015 no murió ninguno. Es una año negro para los motoristas. Desde principios de 2016 han fallecido un total de seis, tantos como el año pasado. Las muertes siguen produciéndose sobre todo en carreteras convencionales (cuatro fallecidos) y por salidas de vía (tres fallecidos). Destaca sobre todo la alta edad media de los vehículos involucrados en accidentes mortales, 14 años y medio en el caso de los turismos, 16 en el de las furgonetas y nueve y medio en el caso de las motos. El peor mes fue agosto, con seis fallecidos. Otro de los aspectos que resalta la Jefatura de Tráfico en su balance de siniestralidad de este verano es la elevada edad de las víctimas: tres de ellas tenían más de 65 años.