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Asturama

"La mar recuperará lo que fue suyo"

Vecinos de las localidades asturianas que más sufrirán los efectos del cambio climático, al perder playas o terminar anegadas, se resignan pero piden previsión para evitar el impacto

"La mar recuperará lo que fue suyo"

Los efectos del cambio climático amenazan con trastocar de manera irreversible el litoral asturiano, haciendo desaparecer playas emblemáticas e inundando zonas pobladas. Un informe publicado ayer en LA NUEVA ESPAÑA señala que los arenales de Salinas (Castrillón) y San Lorenzo en Gijón acabarán engullidos por el mar, que elevará su nivel entre 45 y 65 centímetros. Además, un 18 por ciento de la población de Ribadesella verá inundadas sus actuales viviendas. Luarca sufrirá daños porque los temporales harán que la mar rebase los diques. La buena noticia es que las previsiones se sitúan en el horizonte del año 2100, con lo que aún hay tiempo para anticiparse a la situación.

Los principales afectados acogieron ayer con preocupación los datos. Los riosellanos son, en general, bastante conscientes de que buena parte de la capital del concejo se ha construido ganando terreno al mar y asumen que, antes o después, éste acabará recuperando lo que es suyo. Así lo piensa Dolores Álvarez, usuaria de la playa de Santa Marina "de toda la vida", por la que ahora pasea a sus perros mínimo dos veces por semana. Álvarez asume que partes de Ribadesella como el muelle pesquero o la Juncalera se levantaron prácticamente sobre el agua. El agua "volverá a su sitio" antes o después, sostiene.

Para Élida Suárez Muiños, directora del Hotel Villa Rosario, la predicción es una "noticia triste" por "no haber tomado las medidas en su momento". "No creo que en los 84 años que quedan se pueda arreglar lo que se ha hecho en cientos", añade la responsable del establecimiento, situado en primera línea de playa. "En Ribadesella hemos ido ganando terreno al mar y volverá a su sitio", dice al tiempo que formula un pensamiento "muy triste": que su hotel, que ha cumplido los 102 años, "no llegue a cumplir los 200".

En el mismo barrio de la playa vive Bruno Lombán, propietario del restaurante "Quince Nudos" y además usuario de Santa Marina, por donde también pasea a su perro. Laureado cocinero, Lombán tiene estudios de Geología y el anuncio le parece "previsible". "En el ámbito local podemos actuar en protección, pero la situación requiere un cambio de conciencia y de conducta global", apunta el empresario, también consciente de "todo lo ganado al mar" en Ribadesella. Paliar los daños lo máximo posible es una de las alternativas que plantea Lombán para un "proceso acelerado" como el cambio del clima, algo que también se aprecia en "inviernos más suaves y veranos que se alargan". A nadie se le escapa, por otra parte, que se trata de "procesos cíclicos" que no están en la "escala vital" de ningún ser humano.

En Luarca se ven con distancia los malos augurios. El patrón de barco José Antonio Rodríguez cree que están "todavía muy lejos" las alarmantes previsiones del Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria. En los últimos años ha visto cómo en Luarca las marejadas condicionan cada vez más al edificabilidad en zona cercanas a primera línea de costa de la villa, "pero nada más".

"La gente no está preocupada por estos estudios, pero yo nunca me fiaría del mar", dice este experimentado marinero. "Lo cierto es que a los que vivimos del mar nos interesan más que se solucionen otros problemas, como las costeras", indica.

En Luarca, los vecinos viven con tranquilidad este fatal pronóstico de subida del nivel de mar a causa del cambio climático. Javier Suárez es uno de los vecinos que casi todos los días de otoño se baña en as aguas de la playa Primera de Luarca. "No creo que sea para tanto, pero si aquí no hay playa, habrá que buscarla en otro lugar", destaca.

En 2014, los fenómenos meteorológicos dejaron un rastro de daños importante en la villa. El museo del Calamar Gigante tuvo que cerrar por los destrozos que causó una de las marejadas y la fuerza de las olas dejó un gran agujero en el paseo de la playa. El biólogo marino del Centro Superior de Investigaciones Científicas Ángel Guerra (que conoce bien Luarca por su relación con la Coordinadora para el Estudio de las Especias Marinas), asegura que del mar "es mejor no fiarse".

En este sentido indica que todo lo que se construya cerca de zonas que se han visto inundadas en algunas ocasión "corre riesgo". Por ello indica que en estos lugares (y ofrece esta posibilidad para el futuro Museo del Calamar Gigante) sólo resistirían plataformas como las que se levantan en medio del océano, "de tal modo que el agua pueda pasar y batir justo debajo", señala.

En Navia, los vecinos tampoco están preocupados por el pronóstico. "La gente no cree estas cosas y, además, los que estamos aquí no lo vamos a ver", indica el propietario del céntrico quiosco de Los Jardinillos, Francisco González. El naviego sí añade que durante las marejadas de 2014 se inundaron varios bajos de la avenida Carlos Peláez, pero que en el año 1959 "Navia se inundó entera". "Lo que nos dicen no es una broma, pero cuesta creerlo a pie de calle", señala.

"No es que el nivel del mar vaya a subir, somos nosotros los que invadimos al mar este espacio". La reflexión de Antonio Parra, ayer a la salida de su baño matinal en la playa gijonesa de San Lorenzo, deja fuera de dudas que la previsión de que el arenal gijonés desaparezca en 2100 está asumida por muchos. Son las ocho y media de la mañana, hay pleamar y la bahía gijonesa se llena de bañistas perennes.

"Lo asentamientos antiguos de Gijón estaban más arriba, antes todo esto era arena", argumenta Antonio Parra mientras se abriga en la escalera 2 de la playa tras su baño. "Y no es sólo cuestión del cambio climático", añade. En la misma línea se manifiesta otro asiduo por estos lares durante todo el año. "Todo el espacio que le coges al mar, éste lo acaba recuperando", sostiene José Tinturé.

Junto a ellos se encuentran varios de los compañeros de grupo que comparten, todos los días del año a ser posible, la afición por el mar. "Si nos vemos afectados espero que se haga algo al respecto, aunque evitar que nos quedemos sin playa de San Lorenzo afectaría seguro a otra zona", apunta Inmaculada Juega. No obstante a esta gijonesa no le preocupa en exceso: "Siempre quise reencarnarme en pez para estar todavía más cerca del agua", bromea.

Algunos vecinos de Salinas recibieron con cierta alarma la posibilidad de que en menos de un siglo desaparezca el arenal. "Las mareas son más fuertes que hace años y el mar sube hasta zonas que antes no lo hacía. Es cierto que está subiendo el nivel del mar pero no para que desaparezca", señala Eloy Martínez Argüelles, nacido en Salinas hace 78 años y presidente de la asociación de vecinos "Amigos de Salinas". "El nivel de arena está disminuyendo y, muchos días no se puede pasear en la playa durante la pleamar, una situación que antes no sucedía. La mano del hombre está teniendo mucho que ver en el problema y hay que poner soluciones", afirmó. Eloy Martínez. También reclamó más atención para la península de La Peñona en la que se encuentra el Museo de Anclas Philippe Cousteau. "Cuando se hizo el museo se tapó el canal de La Regatada y desde entonces la erosión es tremenda. Hay que vigilar La Peñona porque si se sigue deteriorando, entonces sí quedamos sin playa".

María Fernández, nació en Salinas hace poco más de seis décadas y sigue residiendo en la localidad castrillonense. Exconcejala en el Ayuntamiento de Castrillón sostiene que en los últimos 40 años el deterioro de la playa es cada día más visible. "No hace mucho tiempo durante todo el verano estaban instaladas las casetas para los bañistas en la playa, delante del Club Náutico, y nunca subía la marea hasta ellas; sólo en algunas ocasiones durante las mareonas de San Agustín. Ahora sería impensable instalar las casetas porque se las llevaría el mar". No obstante, María Fernández quiere ser optimista. "Confío en que se ponga remedio a algunas barbaridades que se hicieron en el litoral y, lo más importante que se mantengan las dunas de El Espartal que es un muro natural para contener el mar", dijo. La conservación del sistema dunar también es imprescindible para el concejal de Medio Ambiente de Castrillón, José Luis Garrido. "Lo que puede pasar se está estudiando. Hay pruebas históricas que el mar llegaba hasta Raíces, a los pies del castillo de Gauzón; puede volver a pasar. Lo que hay que hacer es cuidar los espacios ambientales como los sistemas dunares de El Espartal y Bayas. Al menos eso se puede hacer", concluyó el edil.

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