Ataviado con mono azul de trabajo y visera gris, José Manuel Trabadelo se bajó de lo alto del hórreo de casa Curón, en el centro de San Martín de Oscos. Abajo le esperaban los Reyes de España, prestos a escuchar sus explicaciones sobre el teitado de los hórreos, arte que domina, y en la que es digno heredero de su abuelo y su padre. "Se utiliza paja de centeno, que es más resistente, y brezo blanco", respondió Trabadelo a las preguntas de don Felipe, que también le cuestionó sobre la periodicidad con que se renueva la cubierta de estas construcciones tradicionales. "Cada cuatro o cinco años", puntualizó el artesano. El trigo y el centeno cereales esenciales en la trayectoria histórica de San Martín, concejo eminentemente ganadero, centraron la segunda visita real al municipio, tras la que cursaron las infantas Elena y Cristina en 1983, en su época estudiantil.

En su honor fue bautizada como plaza de las Infantas la explanada central del pueblo que cruzaron de lado a lado don Felipe y doña Letizia. Una plaza abarrotada de gente desde primera hora de la mañana, que estalló en vítores y aplausos cuando el Jefe del Estado y su esposa pusieron el pie en Oscos. San Martín fue su primera parada en los Oscos, y aquí descubrieron cómo se mallaba el trigo, la imaginación desbordante de los niños de la comarca, que retrataron con sus dibujos su idea de la realeza, y la arquitectura local, concentrada en un hórreo con más de tres siglos de vida, y en el palacio de los Guzmanes, que data del siglo XVIII.

La lluvia apenas dio respiro a los vecinos que se agolparon al otro lado de la valla de seguridad. Los paraguas se fueron abriendo y cerrando de forma intermitente durante los largos minutos de espera, pero eso no hizo decaer el ánimo de los presentes. Los Reyes, a su llegada, saludaron a los representantes de los diferentes colectivos del municipio, pasando a continuación a destapar la placa que dejará constancia para la eternidad de su paso por la villa.

El siguiente encuentro fue con los más pequeños de los Oscos, los que deberán forjar el futuro de la comarca. Unos cuarenta niños, del CRA Oscos, habían expuesto en el cabildo de la iglesia parroquial, a resguardo de la lluvia, sus dibujos sobre la monarquía. "Les expliqué de qué era el dibujo, el parque de Santalla en el que jugamos, con ellos", afirmó la pequeña María Rodil. "El Rey me dijo que mi dibujo era muy guay", apuntó, con una amplia sonrisa, su compañero José Ramón Fernández, que dibujo al monarca en el colegio. "Me parecieron muy altos", añadió, en referencia a los Reyes.

Tras la demostración de la malla del trigo, representada por varios vecinos a la antigua usanza, la visita continuó hacia el hórreo techado de paja que pertenece a la casa Curón. Una construcción típica que es ya un símbolo de la localidad. Es la postal que todo el mundo se lleva. "Les hemos explicado cómo está cubierto el hórreo, con paja de centeno y varas de uz, o brezo blanco, que es más resistente y grueso", destacó Anabel Gutiérrez, una de las propietarias del emblemático hórreo. "Nos dijeron que era una joya, y que nos debíamos sentir orgullosos y encantados de mantener este patrimonio", añadió la joven, que resaltó de los monarcas "su amabilidad y cercanía". "Ojalá este premio y esta visita sirvan como reflote para el turismo. San Martín estaba abocado al olvido, y creemos que ahora puede resurgir", añadió.

Al pie del hórreo, varios vecinos ofrecieron a los Reyes las claves sobre el éxito de una buena cubierta vegetal: el centeno es más resistente que el trigo, y las varas deben ser lo más rectas posible. Después, todo depende de la destreza del teitador para que la cosecha se mantenga a salvo durante cuatro o cinco inviernos. José Manuel Trabadelo es uno de los pocos que quedan en la comarca. Vive en Teixeira, en el vecino concejo de Grandas de Salime, y se encarga de mantener a punto varios hórreos de la comarca. "Lo peor de todo es ir al monte a por las varas. Las buenas están en sitios difíciles, malos de acceder", apuntó. Sobre el saludo con los monarcas, confesó no sentir apenas nervios, aunque sí un poco de ilusión: "¡Al rey no se le ve todos los días por aquí!", concluyó.