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Los petardos son más útiles que las escopetas para echar al jabalí de la ciudad, aseguran los expertos

"En ningún país de Europa la caza ha conseguido resolver el problema", mantiene Carlos Nores

Un grupo de jabalíes por el barrio ovetense de La Florida. LNE

Al jabalí urbano no hay que matarlo, sino acosarlo. El biólogo Carlos Nores, responsable del plan de control de la especie en Asturias, sostiene que "lo más eficaz" para espantar a los suidos de las ciudades es recrear cacerías con perros y petardos. El profesor de Zoología de la Universidad de Oviedo se apoya en un estudio realizado por científicos de Ginebra (Suiza), que revela que los jabalíes se alejan más de los núcleos de población mediante la simulación de batidas que con los aguardos nocturnos. "En ningún país de Europa la caza ha conseguido resolver el problema de los jabalíes urbanos. Hay que combinarla con otros métodos. Por ejemplo, 'perrear' hacia los cotos el día previo a la celebración de una cacería o utilizar cajas trampa", manifiesta.

Con estas palabras, el experto rechaza la petición de los cazadores de intervenir en las zonas de seguridad (32.200,5 hectáreas) ante la escasez de ejemplares en los montes. Las cuadrillas niegan que en el Principado exista una población de 60.000 suidos. "Los científicos no nos sacamos los datos de la manga. Llevamos más de treinta años estudiando la especie en Asturias y desde el 2012 se aprecia un incremento importante, que se dispara este año", explica. Además, su aprovechamiento cinegético revela un aumento del 217% entre el 2000 y el 2015. El año pasado se abatieron un total de 9.887 ejemplares. "La media por cacería es de entre 1,5 y 2,2 animales. Lógicamente si no cazan más no es por gusto. Pero siempre hay zonas donde hay más jabalíes y en otras donde hay menos. ¿O todos los asturianos estamos dispersos por igual en la región?", comenta.

Según los cálculos de Nores, la densidad de jabalíes en la región es de 4,3 por kilómetro cuadrado. En el caso de Oviedo, uno de los concejos más afectados, este índice se duplica. "Creemos que hay unos 700 suidos en la capital. Y hay que tener en cuenta que aquí no hay presencia de la especie desde mediados del siglo XIX, como demuestran los diccionarios geográficos de Asturias. Eso quiere decir que no hay experiencia de cómo se puede convivir con el jabalí", comenta.

En este sentido, Nores pide a las administraciones locales que elaboren ordenanzas para que los ciudadanos sepan cómo reaccionar ante la presencia de un suido, además de mejorar la recogida de basura. "Todavía no hubo ataques a personas, pero los puede haber. El jabalí es un animal silvestre y en otros puntos de Europa ya ha habido accidentes. En mi opinión, darle de comer es una conducta incívica", sostiene.

Las pautas de comportamiento que defiende el biólogo son de "sentido común", pero "tiene que haber alguien que las plantee". Además de Oviedo, otro de los puntos que a juicio de Nores necesitan una intervención urgente son Siero -en particular la urbanización La Fresneda- y Castrillón. "En Gijón hay la mitad de jabalíes que en Oviedo por una cuestión lógica: está en la costa. No obstante, en 2004 ya aparecieron dos ejemplares en la playa de San Lorenzo y en 2009 fue abatido otro en la ya desaparecida discoteca Oasis", recuerda.

El científico del departamento de Zoología de la Universidad de Oviedo asegura que el problema del jabalí no es único de Asturias, sino de toda Europa debido al despoblamiento de las zonas rurales. En España existen dificultades con la especie en 30 provincias y 80 ciudades, con un aumento exponencial del 30% a partir de 2010. Uno de los casos más llamativos es el de Berlín, donde se cazan al año 2.500 jabalíes. La capital alemana es una selva sobre cemento: también hay zorros y corzos. "El objetivo del plan asturiano es que la presencia de jabalíes en la ciudad no vaya a más, pero nunca vamos a poder eliminarlo", insiste.

A la espera de un contrato

Para reducir el problema, el biólogo presentó al Principado y el Ayuntamiento de Oviedo una serie de medidas, que configurarán el plan de prevención y control del jabalí de Asturias. "Se trata de tener métodos alternativos para cada situación. Lógicamente los 'perreos' no se van a poder utilizar siempre. En calles céntricas a lo mejor es más eficaz usar una caja trampa que suelte a los suidos en los montes". A día de hoy Carlos Nores trabaja en el proyecto sin contrato ni remuneración: "Estamos a la espera. Tengo a una bióloga conmigo a la que no le puedo ni pagar ni conceder una beca. Y eso es muy triste". "Si tenemos problemas y no recurrimos al conocimiento para resolverlos, irán a más. En la Universidad de Oviedo hay grandes expertos y no se cuenta con ellos para nada", lamenta.

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