Hasta hace poco en el medio rural asturiano se vaciaban calabazas y cuando nolas había se vaciaban nabos. "Mi abuela vaciaba calabazas y les hacía ojos y boca como las que vemos ahora" cuenta Álvarez Peña. Es como lo del 'truco o trato' de Halloween que nos llega ahora pasado por la turmix de las multinacionales americanas. En ciertas zonas de Asturias, por ejemplo, los niños salían a pedir una especie de aguinaldo con las caras embadurnadas en cenizas, o sin disfrazarse de ninguna manera, solo para celebrar luego con lo que se recogía el banquete de difuntos. Luego había muchos mitos, como los de los pescadores de Cudillero, que no salían en la noche de difuntos porque decían que las redes las recogían repletas de los huesos de los que se ahogaron en la mar, o el que esa noche había que tener cuidado de no encontrarse con la 'güestia'...

El culto a los muertos, a los antepasados, estaba muy enraizado antes del cristianismo, se observaba en los celtas, los germanos, los romanos... "Otra cosa es que ahora no nos demos cuenta de lo antiguas que son algunas de esas tradiciones", dice Alberto Álvarez Peña. En Asturias, por ejemplo, se celebraba el banquete de difuntos, muy perseguido en su día por la Iglesia. Era tradición incluso comer en las tumbas, algo parecido a lo que se ve ahora en México, y hasta las décadas de 1930 ó 1940 era frecuente que en la Noche de Difuntos se dejara un caldero con agua o un plato de comida a la entrada de casa o ante una tumba para calmar la sed o el hambre de los muertos.

La noche de difuntos es una celebración estacional, el 'negativo' de la noche de San Xuan, con la que se celebraba el solsticio de verano. "Si aquella es la fiesta de la exaltación de la luz, en esta es la noche la que se come el día. Es la fiesta de la oscuridad, de los muertos, a los que se consideraba protectores con los que había que congratularse.

encontrarse con la 'güestia'..."