Resultaba inevitable que la escena nacional saltase de lleno al hemiciclo asturiano en este debate de orientación política. Y también era predecible que Javier Fernández aprovechase su exposición para espantar cualquier pretensión de señalarle como aliado del Partido Popular por haber sido quien capitanea la gestora de un PSOE sumido en la ruptura por abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy.

Dos han sido, a este respecto, los argumentos de fuerza en la intervención del presidente autonómico: el primero, que evitar las terceras elecciones era prioritario e incluso causó alivio entre los que más reproches han lanzado a los socialistas; el segundo, que en Asturias sí hay una mayoría de izquierdas que no existía en el Congreso de los Diputados para respaldar un gobierno imposible de Pedro Sánchez, por lo que conviene arrinconar los discursos "tácticos" o de "resentimiento" y acordar un presupuesto regional para 2017.

El discurso de quien gobierna incluye necesariamente un largo desglose de lo realizado. Y generalmente el balance que efectúa quien tiene el mando es positivo, faltaría más. Javier Fernández apeló a una mejoría económica de Asturias que consideró contrastable con datos, resaltó que su gobierno ha preferido recortar en inversiones a cuenta de mantener la creciente factura de la política social (llamativa resulta la previsión del gasto en salario social: 109 millones, 25 más de los presupuestados), y dio por avanzadas las líneas políticas acordadas con Izquierda Unida en el pacto de investidura, como guiño para evitar que los de la coalición rompan los lazos que hasta ahora existían.

Javier Fernández emplazó a IU y Podemos, muy especialmente a estos últimos (a quienes dirigió la parte más dura de su intervención), a abandonar proclamas asentadas en "populismo e infantilismo" y a concretar medidas que permitan acordar unas cuentas autonómicas que, insistió, está dispuesto a negociar. Enfrentó los discursos que buscan titulares con el debate constructivo. El guante está lanzado, aunque es probable que la oposición le replique que también hubo tiempo para mostrar actos que favoreciesen esos puentes en la izquierda que, a día de hoy, están casi desmoronados.