"Él no quería dejar la droga", se justificó ayer el sierense José Urbano D. S., de 51 años, acusado de proporcionar los estupefacientes que le costaron la vida a un adolescente de 16 años, fallecido en la noche del 20 de octubre de 2012 cuando estaba en casa del procesado, en El Berrón. El acusado aceptó, ante la juez María Paz González-Tascón, titular del Juzgado de lo penal número 3 de Oviedo, una pena de dos años por un delito contra la salud pública. "Yo no he matado a nadie", reivindicó el acusado, quien no obstante aceptó, casi como un mal menor, la condena propuesta por el fiscal. "Es el cuarto juicio al que tengo que ir con esa familia, me han agredido y amenazado", añadió. La autopsia demostró que el menor había fallecido por una reacción al consumo de marihuana y metadona, sustancia que consumía el acusado.

El ministerio público solicitaba una condena de cuatro años, pero la defensa del acusado acreditó que éste es un toxicómano de larga duración (desde 1992) y que está actualmente a tratamiento. El fiscal accedió a aplicar la atenuante de drogadicción y redujo la pena solicitada a dos años, secundado por el letrado de la acusación particular, Pedro Paulino Sánchez. Previamente se comprobó que el acusado carecía de antecedentes computables. Ni el fiscal ni la acusación particular se opusieron a la suspensión del ingreso en prisión, siempre que el ahora condenado no vuelva a delinquir en los próximos tres años. También deberá pagar una multa de 100 euros, una cantidad importante para alguien que cobra una pensión de 300 euros.

El adolescente fallecido vivía con su abuela y su hermano gemelo. La acusación particular denunció inicialmente un delito de homicidio por imprudencia, así como presunta corrupción de menores, puesto que había sospechas de que el fallecido acudía a casa del acusado para ver películas pornográficas. Estos extremos no se demostraron.