Cada vez se ven más por la ciudad. Monopatines eléctricos, motos geriátricas o incluso sillas de ruedas eléctricas que, sin llegar a ser una moto o una bicicleta, y mucho menos un coche, llegan a alcanzar velocidades considerables. Tráfico ha detectado la necesidad de regular el tráfico de este tipo de vehículos y ha elaborado una circular en la que urge a los ayuntamientos a normalizar su tránsito.

El problema es que, evidentemente, no pueden ser equiparados a los peatones, ni tienen el empuje que pueden desarrollar los vehículos a motor. Dejarles circular sin limitaciones por la acera puede conducir a arrollamientos de peatones, mientras que si se les acota a la calzada, se pondría en peligro la integridad de vehículos tan endebles.

Tráfico reconoce en su instrucción la dificultad de establecer una normativa sobre esta materia, y sugiere que los ayuntamientos elaboren sus propias reglas, no solo referentes a las características técnicas de estos vehículos, como la conformación, potencia o velocidad, sino a los puntos de la ciudad por los que deben circular.

Para Tráfico, si se considera que deben circular por la calzada, debe habilitarse un carril especial por el que puedan deambular sin peligro. Si se opta por que circulen por las aceras, también debe acotarse una zona para que circulen, como ya ocurre con los carriles bici que recorren las principales ciudades.

Este tipo de aparatos, cuya denominación técnica es la de Vehículos de Movilidad Personal, no requieren -"hasta que se regule definitivamente", dice la instrucción, lo que abre la posibilidad de que sí sea exigible en un futuro- de un permiso o licencia de conducción, aunque, para Tráfico, deberían cumplir una serie de exigencias técnicas para que los ayuntamientos autorizasen su uso. Al no tratarse de vehículos de motor, tampoco es exigible que los usuarios suscriban un seguro, aunque aconseja contratarlo voluntariamente, e indica que los ayuntamientos podrían exigirlo como una de las condiciones para permitir su circulación. En todo caso, se acabó la anarquía de cochecitos y monopatines.