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La falta de tiempo para cubrir el temario obliga a poner deberes, dicen los profesores

El colectivo, que no secunda la huelga, dice estar atado de pies y manos a un plan de contenidos cada vez más amplio

La mochila ha llegado cargada de ejercicios al segundo fin de semana de la "huelga de deberes". Los profesores asturianos desoyen el llamamiento de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (Ceapa) de no poner tareas escolares durante este mes. La normalidad impera en las aulas: "Sólo mandamos para casa lo que no nos da tiempo a ver en clase". Y eso, agregan, "les lleva como mucho diez minutos". Pero diez de inglés, diez de matemáticas, diez de lengua... Son bastantes más minutos. La raíz del problema está en el aumento de contenidos de los currículos escolares (los programas). "A la escuela cada vez se le exige más, tenemos más temario que dar y hay inspectores que nos controlan", aseguran. Los docentes también tienen que hacer sus deberes.

José Antonio Alonso Álvarez es desde hace dos años maestro jubilado del Instituto de Educación Secundaria Calderón de la Barca de Gijón. Durante más de cuatro décadas dio clases de Geografía e Historia y no aprecia un incremento de la carga de deberes en este tiempo. Pero sí una disminución de la autonomía pedagógica del maestro. "La cooperación en las escuelas ya no es horizontal, como sucedía en los años 90, ahora es jerárquica, de arriba a abajo. Y eso dificulta mucho la colaboración con las familias y entre los docentes", expresa Alonso, que cree que el debate es más amplio y profundo. "No se trata de discutir si deberes sí o deberes no. Habría que reflexionar sobre la evolución de la escuela, las actividades extraescolares y los contenidos que aprenden nuestros hijos, que para mí es lo más importante. La comunidad educativa no participa en la elaboración de contenidos", critica.

El profesor gijonés, de 63 años, profundiza en una idea que si bien parece lógica, algunas familias cuestionan: "El maestro no pone deberes por egoísmo -puede haber excepciones-. Desde el punto de vista laboral, lo más cómodo sería no hacer exámenes ni mandar tareas. Eso supone mucho trabajo y esfuerzo, y además no es nada gratificante". Dicho lo cual, los deberes son para el profesorado asturiano una imposición del Ministerio más que una necesidad. Aunque la frase tiene sus matices.

Iris Díaz Trancho representa a la nueva generación de docentes. Tiene 35 años, aprobó las oposiciones el año pasado y es tutora de primero de Primaria en el Colegio Público Tremañes de Gijón. Ella apela al "sentido común" para mediar en la polémica de los deberes. "Las tareas escolares no se pueden regular por decreto, ya que las necesidades varían. Ni todos los niños son iguales ni todos los cursos son iguales. Hay que tender a la individualización". Pero este ideal choca con la realidad, con los recortes: cada vez hay menos profesores y en contra, más alumnos por aula.

La joven cree que un "error" que comete a menudo el profesorado es mandar todas las actividades del temario. "Está bien que los libros pongan ejercicios de más, pero el profesor no puede mandarlos de forma indiscriminada", explica. Eso de... "¡del problema 10 al 25 para mañana!" es negativo. Díaz sostiene que habría que ir más allá de las actividades "mecánicas" y apostar por nuevos deberes que motiven a los niños, como "esquemas, mapas conceptuales y trabajos de investigación". En el caso de su colegio, por norma general no hay deberes para los alumnos de primero. "De manera puntual se puede mandar alguna actividad a niños como refuerzo, pero siempre en consenso con los padres", apunta.

Lo mismo sucede en el colegio Jovellanos de Gijón. El profesor de sexto, José Luis Sagredo, señala que nunca ponen deberes, "porque nuestro sistema de trabajo se basa en la creación de grupos de alumnos que se gestionan para cumplir los objetivos del trimestre, con el trabajo en el aula". También están libres de polémica en el colegio Teodoro Cuesta de Mieres. Su director, Juan Miguel Molinero, explica que tienen "como norma que no mandar una carga excesiva de trabajo para casa". De hecho, programan las tareas semanalmente y dejan que las familias se organicen en función de las actividad extraescolares que tengan los niños.

El problema llega cuando la evaluación aprieta y el temario se tiene que acabar a la fuerza. "Con las horas que hay de clase y los currículums, en muchas ocasiones resulta imposible finalizar todo en el aula. Quizás éste es el tema que se debería abordar", señala Susana Castañón, profesora de Inglés y Ciencias Naturales en el colegio de Lugo de Llanera. Lo mismo dice su compañero Isidoro Pérez: "Lo único que mando es lo que no se termina en clase". A su juicio, no se debería de haber llegado a la situación de confrontación actual y más teniendo en cuenta que no hay ni siquiera una unanimidad de las familias en contra de los deberes. "Cada vez tenemos menos herramientas para poder tomar decisiones y trabajar. Las nuevas generaciones de padres piensan que son intocables, no se les puede decir nada", critica Ana Coronado, del colegio Poeta Juan Ochoa de La Luz en Avilés.

En la pizarra de deberes, Antonio Bedia, docente de matemáticas del Instituto de Educación Secundaria El Batán de Mieres, anotó para este fin de semana tres ejercicios a los estudiantes de tercero de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y otros dos "problemillas" a los de cuarto curso. "Es sólo para que no se olviden lo que han aprendido hoy en clase, porque sé que lo necesitan y que no lo mirarán si es por su cuenta", puntualiza. Por su parte, el profesor en el colegio Nazaret de Oviedo Manuel Madera encarga a los alumnos cada día "un par de ejercicios cortos, cuatro cuentas de matemáticas y ejercicios de vocabulario de inglés que llevan unos 10-15 minutos". En la agenda de Marián Suárez, tutora de quinto de Primaria en el San Vicente de Paúl de Gijón, figuran tres tareas de lengua para este fin de semana: "una página de comprensión lectora y otra de expresión escrita, además de un par de ejercicios de ortografía". De "huelga de deberes" nada.

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