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ORLANDO GUNTIÑAS TUÑÓN | Asturiano, catedrático de Griego en Las Palmas

"Estudiar latín y griego dos o tres años es una pérdida de tiempo"

"Hay poca motivación en los alumnos y quizá se haya abierto la mano demasiado, con lo que se pasa de curso con más facilidad"

Orlando Guntiñas Tuñón. JUAN CARLOS CASTRO

Orlando Guntiñas Tuñón (Asturias, 1934), catedrático de Griego y exdirector del Instituto Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria, se ha trasladado hasta la Isla con motivo de la clausura del centenario de la creación del centro educativo, donde fue distinguido e intervino en nombre de quienes han regido la comunidad educativa. En esta entrevista repasa aquellos años del posfranquismo y reflexiona sobre el estado de la educación y el porvenir de las Humanidades.

-¿Cuánto tiempo estuvo en Gran Canaria?

-Llegué a Las Palmas en el curso 66-67 al aprobar una oposición de catedrático de Griego y abandoné la isla en 1983 para trasladarme a Madrid.

-¿Por qué dimitió como director?

-Fue en septiembre de 1971, en pleno tardofranquismo, cuando más oposición había a la dictadura hicieron jurar a varios profesores en la Dirección Provincial de Educación los Principios Fundamentales del Movimiento. Como era de esperar, a los que se quejaron y no eran interinos no les renovaron para el curso inmediato. A mí y a otros no nos pareció bien y dimitimos, y así acabó mi primer curso como director.

-¿Cómo se resolvió el conflicto?

-Esos profesores buscaron otros trabajos y tras cierto tiempo, ya en la democracia, el claustro propuso una terna para director y me eligieron a mí, que volvía a desempeñar el cargo de 1976 a 1979.

-¿Qué problemas tenían los profesores demócratas en aquella época?

-Tenían problemas, especialmente los que llevaban la voz cantante, pero los alumnos también se metían en follones por expresar sus opiniones. Yo estaba en el instituto cuando detuvieron a Sagaseta, no recuerdo si de director, aunque sí recuerdo haber ido al Gobierno Civil para que liberasen a alumnos que habían pasado la noche en el calabozo. A las manifestaciones acudíamos profesores y alumnos, a pesar de lo cual nunca adoptamos una postura en común al respecto.

-¿Llegó a entrar la Policía en el instituto?

-Durante el franquismo no podía entrar la Policía en la Universidad sin el permiso del Rector, y en el instituto, del director, pero es cierto que actuaban en la entrada y en el patio.

-¿Tenía algo que ver que el instituto llevase el nombre de un escritor mal considerado por el franquismo?

-No creo, a pesar de que el obispo de Canarias, Pildain, estaba en contra de Galdós, que fue diputado socialista, pero el instituto se merecía su nombre porque luchó por la creación de un centro de Enseñanza Secundaria público en la provincia.

-¿Fue su generación la que transformó y eliminó la educación franquista?

-Muchos estábamos convencidos de que había que renovar el sistema educativo, se debían introducir cambios a la altura de los que tenían lugar en la sociedad, como que la educación fuera mixta, pero otros eran más tradicionalistas, conservadores. Sin embargo, la mayoría quería cambiar de métodos y dar más participación a los alumnos, y lo conseguimos.

-Ahora viéndolo todo desde la distancia, ¿cree cierto que antes había más nivel?

-No quiero generalizar, pero el nivel que vi aquí y en Madrid era bastante bueno y los resultados mejores de lo que son ahora. He comprobado cómo todo se fue degradando lentamente. En el último instituto en el que enseñaba apenas llegaban a la selectividad la mitad de los alumnos que cursaban COU, mientras que antes el porcentaje de los que llegaban era del 80 por ciento. Todo esto no es más que un síntoma de que el nivel no era el mismo.

-¿A qué se ha debido este cambio?

-En primer lugar, a la poca motivación de los alumnos, pero también a que quizá se haya abierto la mano demasiado, con lo cual los alumnos pasan de curso con más facilidad. Por otra parte, influye el gran desarrollo de la cultura audiovisual, que interesa a los jóvenes mucho más que el estudio, y luego está el problema del paro, que hace que ya no exista la seguridad de que unos buenos resultados académicos garanticen una salida laboral.

-¿Ese desinterés se extiende a la Universidad?

-Desde hace muchos años me llamaba la atención que mis alumnos querían estudiar Derecho, Arquitectura, Empresariales, algunos pensaban matricularse en Filología Inglesa, pero ninguno en las otras filologías ni en alguna otra carrera de Humanidades.

-¿Qué opina de la progresiva desaparición del griego y del latín en la educación?

-Con el cambio de ley los estudios clásicos han ido perdiendo horas e importancia en los currículos. Esta última ley, la LOMCE, que francamente no sé cómo quedará, porque se habla de un pacto y de retirar parte de ella, pretendía acaba con la Cultura Clásica en la segunda etapa de la ESO. Parece ser que se ha conseguido que se mantenga como antes, porque se da por paralizada o al menos no se aplicará en su totalidad.

-¿Cuándo comenzó este desinterés por las lenguas clásicas?

-Este fenómeno parte de muy lejos. Desde que la misa dejó de darse en latín para impartirse en las lenguas vernáculas se demostró que el latín ya no contaba con la aceptación social que disfrutaba antes. Es evidente que desde los años sesenta dejó de haber cierto aprecio por la cultura humanística.

-¿Pero cuando empeoró esa tendencia?

-El cambio se aceleró cuando se generalizaron los estudios de Ciencias Económicas y Empresariales que antes ofrecían pocas universidades y cursaban menos alumnos. En los años ochenta empezó a tener muchas peticiones, y a ellos se encauzaron muchos estudiantes. La única carrera de Humanidades que mantiene vigencia es Derecho, pero en el resto es evidente que ha habido un bajón.

-¿Esto sólo sucede en España?

-No, en otros países de Europa y América ha ocurrido lo mismo, por lo que no se trata de un fenómeno puramente español, sino mundial.

-¿Cómo se puede invertir esta tendencia?

-Todo se puede evitar, pero es extremadamente difícil, porque fuera de la escuela tiene que haber un ambiente que favorezca los estudios y no existe.

-¿Entonces se ha producido una mutación social que ha dejado el latín y el griego obsoletos?

-La sociedad ha cambiado, vivimos en un mundo nuevo, incluso una profesora escandinava cuyo nombre no recuerdo pero es una pedagoga de fama internacional ha propuesto que no se estudie latín o griego, sino la cultura grecolatina, leer sus obras, historia, mitología, filosofía, pero no dedicar tanto tiempo a su lengua.

-¿Tiene sentido el latín y el griego como se enseñan hoy día?

-No, estudiar latín y griego dos o tres años es una pérdida de tiempo porque no se aprende casi nada y se olvida en seguida.

-¿Ni siquiera para conocer nuestro idioma?

-La idea de que el español viene del latín y se debe conocer ya no tiene apreciación.

-¿Cómo ha contribuido a todo esto la pobreza de la Grecia moderna?

-Hay bastantes profesores que estudian griego moderno, pero cuando un país es poderoso influye en todo el mundo. Antes se estudiaba el francés porque Francia era una potencia, ahora ha sido sustituido por el inglés por el papel de los Estados Unidos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

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