Es probablemente la fotografía más emblemática de la II Guerra Mundial, la del soldado ruso que hace ondear la bandera soviética en el mástil del Reichstag, en Berlín. Se trata también de uno de los mayores fraudes de la Historia bélica, urdido por el stalinismo en busca de la imagen símbolo. Para empezar, fue tomada varios días después del asalto del parlamento nazi, en abril de 1945.

Un fotógrafo de la agencia soviética TASS, Yevgeni Jaldei, que por entonces tenía apenas 28 años, fue el encargado de hacer el montaje, al parecer el 2 de mayo y cuando ya no había tiros en la capital germana. Un soldado despliega la bandera y otro le ayuda a mantener el equilibrio. Jaldei envió a Moscú la foto, retocada con humo de guerra, convencido de que había dado con la foto perfecta. Pero no. Moscú no la dio de paso. ¿Por qué? Alguien se fijó en que en la muñeca del soldado que ayuda lucen dos relojes.

"Uno de ellos podría haber pertenecido a un compañero muerto en el frente, pero las autoridades soviéticas quisieron evitar que alguien pensara que ese segundo reloj era fruto de un botín de guerra", apunta el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, Víctor Rodríguez Infiesta, que ayer impartió el taller "Mentir con la fotografía", dentro de la Semana de la Ciencia y la Tecnología de la Universidad asturiana.

Montajes, borrados, añadidos, encuadres malévolamente interesados, pies de foto que llaman a engaño... La Historia del periodismo está llena de contaminaciones "y los libros de Historia, también", dice Infiesta. Hay ejemplos sublimes. Los soviéticos fueron maestros consumados del borrado fotográfico, a base de escalpelo y aerógrafos.

Trosky, tras su caída en desgracia, fue -dice Víctor Rodríguez Infiesta- "el personaje más borrado de la Historia" porque pasó de salir en todas las imágenes oficiales del régimen comunista, al lado de Lenin, a ser ninguneado en época de Stalin. Un borrado de imágenes que no era otra cosa que el antecedente de lo que iba a ser el borrado literal con su asesinato en el año 1940.

Pero en ese intento de decorar la realidad hay también mucha chapuza. Una de 2004 muestra un mitin electoral de George Bush en lo que parece una base militar. Los huecos de los soldados se rellenaron con el perfil de uno de ellos, clonado, que se repite sistematicamente rellenando vacíos incómodos.

La descontextualización alcanza a veces tonos groseros. Rodríguez Infiesta puso un ejemplo que mueve a una sonrisa (inicial) y a un escalofrío (posterior). En 1971 fue tomada una foto en una guardería de la RDA, la Alemania comunista. Un grupo de niños, con albornoz a rayas, participaban en un baño junto a sus cuidadoras. Una imagen casi entrañable. Cinco años más tarde aquella foto fue publicada por una revista anticomunista de la RFA, con la correspondiente contextualización: grupo de niños con ropa de presidiarios en un campo de concentración soviético, donde penaban sus padres y madres.

Que la realidad no estropee una tesis interesada. Hace unos años Irán hizo una demostración de su poder militar. Cuatro misiles lanzados al mismo tiempo. Pero uno de ellos falló y las autoridades iraníes realizaron un fotomontaje: doblaron uno de los misiles y, de paso, el humo dejado por otro de ellos. El misil repetido era casi imposible de detectar, pero las humaredas intensas e idénticas eran más que evidente. Una agencia internacional tomó la foto de instancias oficiales iraníes y la distribuyó por el mundo.

Las fotos fraudulentas del encuentro de Hitler y Franco en Hendaya son conocidas. Franco no salió bien. No era un tipo fotogénico y aparecía junto al dictador nazi con los ojos cerrados, una mano tiesa, como de palo, y encogido. No existía el Photoshop pero la propaganda oficial hizo su trabajo: cambio de cara, cambio de mano y hasta cambio de condecoración.

El 3 de noviembre de 2003 tuvo lugar la primera comparecencia pública del príncipe Felipe con su flamante novia, Letizia Ortiz. Esa misma mañana, el diario "El Mundo" publicó en portada una foto de la pareja. Era un fotomontaje pero no se decía. La foto no resistía un análisis serio. Miradas hacia distintos puntos, sombras de cara que no coincidían y, sobre todo, una relación de altura que nada tiene que ver con la realidad. Hoy, trece años después, el diario ya especifica en sus contenidos web que la imagen de Felipe y Letizia no era un posado sino un fotomontaje bien realizado. Lo que ocurre es que con este tipo de recreaciones no existe el crimen perfecto.

La recreación se convierte a veces en pura manipulación, tan burda y sucia como la mente de quienes la perpetran. Víctor Rodríguez Infiesta asegura que algunos diarios ultraortodoxos judíos lograron cubrir las noticias de la campaña presidencial en Estados Unidos sin mostrar una sola imagen del rostro de Hillary Clinton "porque entienden que mostrar la cara de una mujer va contra las leyes del pudor".

Son los mismos diarios que publicaron la famosa foto en la Casa Blanca durante la operación contra Osama Bin Laden, pero sin Hillary y la responsable de la política antiterrorista. Dos únicas mujeres entre un nutrido grupo de hombres, desaparecidas en el combate de la misoginia.

A Ángel Acebes, "El País" le acercó a Mari Mar Blanco, hermana del concejal asesinado Miguel Ángel Blanco