Unas veces utilizan simples trozos de cartón de paquetes de tabaco o plásticos transparentes -que llaman menos la atención-, que dejan en la rendija de la puerta. Otras bandas hacen las marcas con bolígrafo, lápiz o tiza, en las paredes, la puerta o el buzón, en el caso de las viviendas unifamiliares. Los hay que llegan a grabar sus marcas con un punzón. Pero al final el resultado es el mismo, una vivienda desvalijada. Para saber con qué se van a encontrar, los grupos especializados en el robo de pisos y casas mandan a "ojeadores" que van seleccionando y marcando las viviendas conforme a un código que indica a los que vienen detrás las características y las costumbres de los moradores, una información esencial para poder realizar unos robos que en ocasiones duran apenas dos minutos, como los perpetrados la pasada Semana Santa en Oviedo y Gijón.

Una simple cruz puede indicar que la vivienda se trata de un buen objetivo, o que los moradores están de vacaciones. Un rombo puede indicar que está desocupada. Una cruz en un círculo indica que el morador vuelve pronto a casa, por lo que no conviene demorarse. Los códigos se han desarollado tanto que puede indicar si la residente es una mujer mayor que está sola todo el día, si se trata de una casa de ricos o si hay perro; si hay niños solos a una determinada hora del día, si los moradores abren con cadena o si se trata de gente generosa o con buena entrada si se llega hablando de dios.

Pero no todas las marcas son cosa de los ladrones. La Policía se ha visto obligada a informar que algunas marcas las dejan los empleados de algunas compañías de la revisión del gas.