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Cuarenta años de la ley del "harakiri"

El 18 de noviembre de 1976 las Cortes franquistas aprobaron la reforma política en una Cámara con ocho asturianos presidida por Torcuato Fernández-Miranda

Noel Zapico, en una imagen de archivo, con la foto tomada horas antes de las votaciones en conversación con Adolfo Suárez. LUISMA MURIAS

Aquel 18 de noviembre de 1976 era jueves. Había sido una sesión muy intensa en las Cortes españolas, pero su presidente, el gijonés Torcuato Fernández-Miranda marcó los tiempos para que la votación final tuviera lugar aquella misma noche, ya cerca de las diez. Se votó la Ley para la Reforma Política, el primer gran paso hacia la instauración de la democracia y de la que se cumplen hoy cuarenta años. Hacía 363 días que Francisco Franco había muerto y el país hervía, una mezcla de miedos y esperanzas.

Y la ley fue aprobada por las Cortes franquistas, el inicio del fin de un régimen de cuatro décadas. El Parlamento estaba compuesto por 531 procuradores, de los que 59 votaron en contra. Entre ellos, un asturiano, José Ramón Martínez Galán, diputado por el llamado tercio sindical.

La misma procedencia sindical avalaba a otro asturiano en las Cortes, Noel Zapico, desde 1974 presidente del Consejo Nacional de Trabajadores, la cima de aquella pirámide que se dio en llamar en "sindicato vertical". Zapico votó a favor de la Ley para la Reforma Política.

-¿Perdió amigos?

-Digamos que algunas personas dejaron de tratarme. Hubo quien sufrió con mi decisión, y eso frustra.

Noel Zapico (La Roza, Langreo, 1936) aún recuerda la mirada fulminante que le echó José Girón de Velasco cuando el asturiano fue llamado para la votación y desde su escaño pronunció en voz alta su "sí" a la reforma. "Aquello era un problema de lealtades, y en aquellas Cortes había mucha gente que quería seguir siendo franquista sin Franco. Pero la reforma política era algo de sentido común".

Otro recuerdo. La llamada, semanas antes, de Torcuato Fernández-Miranda. "Era un hombre riguroso que me tenía afecto. Cojo el teléfono y le digo: don Torcuato, aquí me tiene en posición de firmes. Y me suelta: Noel, acabo de designarte ponente de la Ley para la Reforma Política. Le contesté que no creía que estuviera capacitado. ¿Estás de acuerdo con el texto?, me preguntó. Pues si lo estás, lo demás es responsabilidad mía".

Era la una de la tarde. "Me fui a comer y me entró una tiritona. A las cinco fui yo quien llamé y le pedí que reconsiderara mi nombramiento". Pero Torcuato conservaba una baza sorpresa, que tenía nombre: Fernando Suárez.

"Fernando es un amigo del alma, uno de los mejores parlamentarios que he conocido. Tenerlo fuera de la política fue un error gravísimo. Pues resulta que Torcuato había elegido a Fernando Suárez como otro de los ponentes". Y eso dio confianza a Zapico que, finalmente, aceptó el reto.

Fernando Suárez explicó a LA NUEVA España su visión de aquellos días clave: "Torcuato organizó la Reforma Política y me llamó. Había sido profesor mío en Oviedo y era listísimo: "Quiero que estés en la ponencia de la Reforma". "¿Y quiénes son los demás?". Y me dijo una frase tan maravillosa como falsa: "Si tú aceptas, los que quieras; si no aceptas, no lo he pensado". Lo tenía todo previsto: "Nadie que haya hecho la guerra". "De acuerdo". "Y una señora: Belén Landáburu, de la Sección Femenina; ¿y qué te parece un grande de España apellidado Primo de Rivera; y Noel Zapico, sindicalista; y Olarte, del Cabildo de Canarias?". Él tenía los nombres muy pensados y yo le dije que "sí" a todos. Noel Zapico, aperturista asturiano, era amigo mío, un tío sano y noble".

La presencia de Zapico entre los ponentes que se iban a enfrentar a unas Cortes franquistas hasta la médula no era gratuita. El tercio sindical estaba compuesto por 90 procuradores, y Zapico estaba al frente del Consejo Nacional. Por decirlo de otro modo, el "jefe" natural de aquella representación parlamentaria.

-¿Cuántos de los procuradores de los del tercio sindical votaron en contra de la reforma?

-Hubo algunos votos negativos, pero la mayoría apoyó. Ocurrió una cosa: en aquellos días se celebraba en Panamá una reunión del Consejo Iberoamericano de Sindicatos y para allá mandamos a unos ocho procuradores que intuíamos que votarían en contra.

La presencia de Noel Zapico influyó, las "vacaciones" sindicales panameñas de alguno de los díscolos, también; y la presencia como ponente de Miguel Primo de Rivera, sobrino del fundador de la Falange. "Miguel tenía unas vinculaciones históricas muy definidas. Y con aquel apellido, el mensaje en favor de la Reforma Política cobró fuerza".

Al final votaron en contra 59 procuradores. Entre ellos Girón, Blas Piñar, Fernández Cuesta, el obispo Guerra Campos y los tenientes generales Barroso, Iniesta Cano y Castañón de Mena. Hubo 425 "sí" y 13 abstenciones. Hubo 34 ausencias.

El texto de la Ley era mínimo, apenas cuatro artículos y algún anexo. Con tramitación parlamentaria de urgencia. Veinte días para examinar y votar las enmiendas, y unas sesiones que exigieron "porque en contra de lo que ahora se pueda pensar, en aquellas Cortes había un gran nivel intelectual. Recuerdo la capacidad oratoria de Blas Piñar, un hombre que sabía defender sus argumentos".

"Estoy en actitud de relax espiritual porque hice lo que me dictó la conciencia. A mí el sistema de partidos no me va", señalaba a LA NUEVA ESPAÑA un día después de las votaciones el procurador Martínez Galán, el único "no" asturiano en la Cámara. La representación asturiana incluía a los alcaldes de Oviedo y Gijón, Félix Serrano y Luis Cueto-Felgueroso, al abogado Juan Luis de la Vallina, el rector de la Universidad José Caso y al alcalde de Parres, Jesús González Llenín.

El pueblo español ratificó la reforma política en el referéndum del 15 de diciembre. "Nuestra preocupación es que la ley tuviera una adhesión mayoritaria porque si no, nacía coja", dice Noel Zapico, que cobró protagonismo en aquellos días en los que subió varias veces al estrado y por una foto tomada en la tarde del 18 de noviembre. En ella, él y Adolfo Suárez se intercambian confidencias en el banco azul. "Lo recuerdo. Suárez me preguntó cómo veía las votaciones. Habíamos calculado que iba a ganar el "sí" pero no sabíamos con qué holgura".

Aquel 18 de noviembre iba a actuar el grupo Jarcha con su "Libertad sin ira" en el Campoamor, en Oviedo. El Gobierno civil suspendió la sesión por riesgo de incidentes. El domingo, 7.000 asturianos fueron sorteados para la mili. A la semana siguiente Antonio Aranda fue ascendido a teniente general. Tenía 88 años.

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