No es que la Iglesia retire una pizca de gravedad al pecado del aborto, sino que abre el abanico de quien puede absolver al penitente. El Papa Francisco dio ayer otra sorpresa al anunciar que todos los sacerdotes estarán facultados para absolver, y de manera indefinida, de ese pecado del aborto, facultad que estaba reservada desde siempre a determinados miembros del clero.

En Asturias, por ejemplo, esa facultad les correspondía al propio arzobispo Jesús Sanz Montes; al vicario general, Jorge Juan Fernández Sangrador; o al penitenciario y deán de la catedral de Oviedo, Benito Gallego Casado. También el obispo auxiliar. Por decirlo de forma llana, se entiende que los pecados más graves requieren tratamiento aparte. El Código Canónico dice que "quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión". Palabras mayores.

Durante el año jubilar de la misericordia y el perdón, que fue clausurado por el Papa Francisco anteayer en Roma, el pontífice había universalizado la potestad de la absolución a los que, tras haber participado en un aborto, manifestaran a la Iglesia su arrepentimiento. Se suponía que la clausura del Jubileo retrotraía a la situación anterior, pero Francisco prorroga y además lo hace de forma indefinida la potestad de los sacerdotes para esa absolución.

El anuncio papal se produjo a través de la carta apostólica "Misericordia et misera". Se lee: "Para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio. la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto".

El Papa Francisco señala que "el aborto es un pecado grave porque pone fin a una vida humana inocente" pero acto seguido matiza que "no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido".