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La guía secreta de Asturias

Asomados al Navia desde lllano

San Esteban de los Buitres, pueblo de la comarca conocido por su ubicación y arquitectura, lucha contra el paso del tiempo, el deterioro y el despoblamiento

Asomados al Navia desde lllano

Quien una vez se deja seducir por el occidente asturiano, ya jamás lo olvida. Sobre todo, cuando la piedra y los tejados de pizarra de buena parte de las casas de algunos de sus pueblos se quedan fijos en la memoria. Eso pasa, por ejemplo, cuando se transita por el concejo de Illano, aún por descubrir por muchos asturianos, y que cuenta con numerosos atractivos para los amantes de la tranquilidad, de paisajes singulares y de historias que vivir. Ubicado en la zona noroccidental de la región, junto a Tapia de Casariego, El Franco, Navia, Coaña, Grandas de Salime, Pesoz, Villayón y Boal, forma el conocido como Parque Histórico del Navia.

Tal sucede, por ejemplo, cuando se visita uno de sus pueblos más emblemáticos, San Esteban de los Buitres, que en los últimos años ha venido sufriendo un deterioro considerable a pesar de haber sido declarado en 2014 bien de interés cultural (BIC) por el Principado. Es, sin duda, una aldea singular y única con sus pocos habitantes, cinco o seis vecinos. Se levanta en una ladera en la margen izquierda del río Navia. Su nombre se debe a que, antaño, había una gran colonia de buitres que anidaban en la Penamayor, un farallón muy cercano al pueblo con unas vistas increíbles sobre el río Navia.

Sorprende al primer golpe de vista este pueblín tan único y al tiempo tan deteriorado, justamente por ese contraste que se vive y se siente al caminar por alguna de sus estrechísimas calles, donde las casas enfrentadas casi se abrazan, de próximas que están; con sus heridas de piedra abiertas aquí y allá debido al despoblamiento y a la marcha de buena parte de sus habitantes. Los que quedan comparten espacio con las casas de quienes no regresaron a este pueblo tan singular que, inclusive con edificaciones en mal estado, sigue siendo único y, en su declive, hermoso.

Con sus muros de piedra, sus tejados de pizarra, con la pequeña ermita dedicada a San Esteban o con esos curiosos pasos voladizos entre las casas. Allí conviven también juntos hórreos y cabazos en sabia y admirable armonía.

Dicen que los buitres se fueron cuando llegó la carretera, la misma que se llevó lejos a buena parte de los vecinos de San Esteban, este pueblo singular que languidece asomado al Navia esperando que alguien cure de una vez sus heridas, y merecedor de un futuro mejor que el presente que nos muestra. Es, sin duda, una joya etnográfica que no se debe perder.

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