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Los agujeros del informe PISA

Los criterios de elección de centros para hacer la prueba, criticados por alguna autonomía | La OCDE califica de "alarmante" el nivel de repetición en España

Los agujeros del informe PISA

Los resultados de PISA, como los electorales, se amoldan a cualquier traducción. En política, mucho más. La protesta, ayer, de la Junta de Andalucía, criticando los criterios de selección de centros en su comunidad por parte de los organizadores de la prueba, reabre el debate -surge cada cuatro años, y así desde el 2000- sobre las bondades de un "examen" que muchos relativizan y otros incluso ponen en cuestión.

PISA está promovida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La responsabilidad de la redacción y corrección de las pruebas corre a cargo de una empresa británica, la editorial Pearson, editora entre otros diarios del Financial Times. En cada país un organismo dependiente de Educación se convierte en el interlocutor principal. En el caso español es el Instituto Nacional de Evaluación Educativa.

Para que un país pueda ser evaluado tiene que aportar no menos de 4.500 estudiantes pertenecientes a, como mínimo, 150 centros.

Se entiende que las pruebas son las mismas para los estudiantes de España y de la India, pero hay matices. Para empezar cada país tiene derecho a adecuar las pruebas a determinados estándares que respondan a las realidades nacionales. No sería igualitario que los estudiantes asturianos de 15 años tuvieran que calcular un problema en rupias y no en euros. Ni qué decir del idioma.

Pequeñas variaciones

Pero las planillas con los "exámenes" que reciben los alumnos en una misma aula no son exactamente las mismas. La OCDE garantiza que la dificultad es idéntica pero con versiones distintas. Para evitar copieteo, se entiende.

PISA se celebra cada tres años, siempre a partir de tres competencias troncales: Matemática, Lectora y Científica. En cada edición una de ellas tiene más protagonismo (esta vez tocó a Ciencias). Y que nadie piense que estamos ante un examen convencional. Hay preguntas cerradas, de las de contestación correcta o incorrecta (0 o 1 punto, nunca con decimales) y preguntas abiertas que son planteamientos o supuestos de vida cotidiana no para medir los conocimientos del alumno sino las habilidad y su capacidad de aplicación de lo que sabe. Un mismo supuesto da para una batería de preguntas en las que se juega con aporte gráfico estadístico.

Hay preguntas con opciones múltiples y preguntas que requieren una elaboración por parte del alumno, con puntuaciones que van desde el 0 a los 3 puntos (por lo general, 1 o 2).

Los repetidores

Las pruebas van acompañadas de una encuesta a cada alumno sobre su entorno cultural, familiar y social, y una encuesta a los profesores, medio centenar de preguntas para evaluar su formación y su motivación.

De esas encuestas sale el Índice Socioeconómico y Cultural (ISEC), una variable clave que en muchos aspectos se ve solapada por los llamativos datos globales y el ranking de países y comunidades. El ISEC explica muchas de las diferencias de resultados. En cada niño influye la formación de sus padres, el ambiente familiar, la capacidad económica de los suyos para procurarle herramientas, el nivel medio de su colegio, la mayor o menor conflictividad en las aulas de su "cole" o los aires del barrio donde vive y, por lo general, estudia.

La OCDE considera "alarmante" la tasa de alumnos repetidores en España por el "coste social y económico" que supone para el país, y recomienda revisar las políticas educativas sobre esta cuestión. Las pruebas PISA demuestran que la repetición de curso no favorece al alumno, que sigue teniendo resultados claramente inferiores a los de sus compañeros.

Asturias es la cuarta comunidad donde menos se repite curso, tras Cataluña, Navarra y el País Vasco. En Asturias el 28% de los alumnos de 15 años ya repitió al menos un curso. Son tres puntos porcentuales menos que la media nacional.

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