Se aproxima un nuevo hachazo al sector pesquero asturiano. Esta vez va a ser Bruselas la que deje con menos capacidad de pesca a nuestra flota, condenando a las localidades costeras a la crónica de una muerte anunciada.

La adalid de nuestros recursos marítimo pesqueros en la Unión Europea es la Ministra de Agricultura, y meritoria aprendiz de Arias Cañete, García Tejerina. Una mujer que no hace mucho aseveraba en Bruselas que en la agricultura "nuestras demandas están atendidas". Por supuesto, mientras el sector agroalimentario mundial y español siga en manos de cuatro grandes corporaciones que acaparan la tierra y los mares y no encuentran límite alguno a su avaricia, las demandas de sus amigos los lobbies siempre estarán atendidas.

Por el contrario, para quienes el orgullo de la mar nos corre por las venas, la impotencia y la rabia que sentimos al ver cómo languidece el sector pesquero mientras se mueren nuestros pueblos, no va a ser colmada, desde luego, por cuatro promesas vacías y la insistencia en lanzar balones fuera. No nos olvidamos de que si Bruselas recorta nuestros cupos es, entre otras razones, porque España reparte injustamente las cuotas entre las pesquerías y los territorios. Cosa que hace, por otra parte, con toda la intención: un sector dividido y enfrentado es mucho más débil cuando es atacado. Y es que el desmantelamiento de nuestra flota pesquera está perfectamente planeada para que sean las grandes corporaciones las que acaparen cada vez más los mares y las embarcaciones de nuestros pescadores las que menos puedan faenar.

El fotograma de esta película ya lo conocemos porque lo hemos vivido muy de cerca. En mi pueblo, Cuideiru, años atrás llegaban las lanchas cargadas de merluza, no faltaba ni trabajo, ni dinero, la inmensa mayoría de la gente vivía directa o indirectamente del pescado. Hoy son los menos los que se mantienen aferrados a una vida ligada al salitre y cuando hablas con cualquier pescador lo más fácil es que te diga: "Yo cualquier día cuelgo las botas", "Estoy pensando desguazar la lancha", "Esto ya no hay quien lo soporte", "No podemos más".

Es la consecuencia de una política dirigida a desesperar a la gente de la mar para que abandone el cuidado de la misma y un sector que hace mucho más que traer pescado a la lonja: lleva siglos dándonos de comer. Una desesperación que supone la desaparición de otra lancha más y que lleva aparejada consigo la imposibilidad de que la gente joven trabaje de la mar. "Cualquiera querría hacerlo con la cantidad de trabas administrativas que nos ponen", repiten constantemente.

Resulta profundamente doloroso cómo hemos sido incapaces de defender con uñas y dientes a los pescadores y al sector en general. Porque si la pesca no tiene relevo generacional, no sólo renunciaremos al empleo en el sector, sino que acabaremos comiendo sucedáneo de pescado importado inflado por harina de dudosa procedencia. Este es el futuro que se avecina si la sociedad no es capaz de plantar cara a más ajustes. Los pescadores no pueden ni deben estar solos en esta lucha porque no se trata sólo de su sustento, se trata de lo que comemos todas y todos y, en definitiva, de la soberanía alimentaria de Asturias. Necesitamos una mar con pescadores. Una mar que nos ayude más a tener pueblos vivos.

Lo hemos dicho muchas veces: una mejor política pesquera, más justa y que mantenga y genere empleo es cuestión de voluntad política. Habría mucho que hacer en este sentido pero, desde luego, hay un primer punto que es relativamente fácil de poner en marcha: el estricto cumplimiento del artículo 17 de la Política Pesquera Común que establece que los Estados deben aplicar criterios transparentes y objetivos en el reparto de las posibilidades de pesca, y que estos criterios deben tener en cuenta el impacto de la pesca en el medio ambiente, el historial del cumplimiento, la contribucio?n a la economía local y los niveles histo?ricos de captura.

Si el Gobierno central cumpliese con los criterios que reza ese artículo, desde luego que un gallo bien distinto nos estaría cantando a día de hoy. Resulta irónico cómo quienes más se cubren en banderas y eslóganes son los primeros dispuestos a destrozar nuestros recursos sin inmutarse. La pesca no ha sido, no es, ni será una cuestión mejor si queremos que nuestro país tenga presente y tenga futuro. Urge que tengamos un tejido productivo en torno a ella que de riqueza y empleo a las comunidades costeras, porque tenemos para rato si sabemos cuidar lo propio. Ojalá el PSOE hubiera pensado en esto antes de haber permitido otro nuevo Gobierno del principal responsable del desmantelamiento del sector.

Difícil que lo hiciera teniendo en cuenta el fichaje por Nueva Pescanova de su exministra Elena Salgado.

Ojalá algún día los pescadores tengan gobernantes que estén a la altura de lo que significa salir a jugarse el tipo cada día en la mar. Mientras tanto, este 16 de diciembre estaremos con ellos reivindicando el cumplimiento del artículo 17 de la Política Pesquera Común. No es todo lo que hace falta para tener una gestión pesquera seria pero, al menos, es un paso importante en el largo camino que nos queda.