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FERNANDO FANTOVA | Experto en servicios sociales y exviceconsejero del Gobierno vasco

"Un país que tiene servicios sociales desarrollados es más competitivo"

"Es compatible la presión social y una economía puntera; hay que pensar un sistema de protección que genere empleo e incorpore tecnología"

Fernando Fantova, ayer, en Oviedo. MIKI LÓPEZ

Fernando Fantova, experto en Servicios Sociales y exviceconsejero de esta materia en el País Vasco, mantuvo ayer una reunión con el equipo directivo y técnicos de la Consejería de Servicios y Derechos Sociales en la que se analizó la situación actual de la protección social, la relación con el tercer sector, la atención a la discapacidad y la coordinación entre los servicios sociales y el empleo. El experto abogó por apostar por el bienestar social e innovar como motor de la nueva economía.

-¿Hacia donde deben avanzar los servicios sociales?

-El sistema público que los regule no tendría que incluir aspectos como la vivienda o la garantía de subsistencia (salario social). Son áreas que corresponden a otras responsabilidades. Los servicios sociales se deben centrar en la autonomía de las personas y las relaciones comunitarias y sociales, en el apoyo, el cuidado, el acompañamiento, en cuestiones universales, igual que se entienden la Educación y la Sanidad. Se tiene que ver como un sistema con cometido propio. Igual que el sanitario se ocupa de toda la población, lo mismo debe ocurrir con el apoyo y el cuidado, que deben de ser derechos universales.

-Pero la idea que se tiene de los Servicios Sociales, aunque ya está cambiando, es que es para aquellas personas que necesitan ayuda, el sistema al que recurren los más vulnerables.

-Esa idea de que se tienen que dedicar a los más rezagados es caduca, antigua. El cuidado de los niños, de los mayores y apoyar al que lo necesita no es una cuestión de un colectivo determinado. Todos en algún momento podemos necesitar esa ayuda.

-¿Cree que se empieza a tener el mismo concepto de los Servicios Sociales que de la Educación o de la Sanidad?

-Nos tenemos que dar cuenta de que el desarrollo de la conciencia social de ciudadanía nos lleva a reclamar una serie de derechos. Nadie se cuestiona la atención sanitaria, y entre todos pagamos a un señor una operación de cadera, pero resulta que al día siguiente de salir del hospital no tiene para comer y ¿qué pasa, se queda sin comer?

-Desde algunos ámbitos se plantea reformar el salario social porque entienden que desincentiva la búsqueda de empleo.

-Hay que impulsar el diseño de una política diferente que incentive el compromiso social. Lo mismo que no nos dejamos enfermar, se deben de incentivar los comportamientos de responsabilidad. En el ámbito sanitario nadie se plantea no operar a un enfermo de cáncer porque haya sido fumador, y en lo que se trabaja es en intentar que no se fume. Pues en el caso del derecho mínimo a la subsistencia es lo mismo, con el añadido de que no dar esta ayuda a una persona porque no trabaja suele salir más caro. Y además, es hipócrita, con la situación de desempleo que hay en este país, echarle la culpa a alguien de que no trabaja porque no quiere. Los cambios tecnológicos y económicos han configurado un mercado de trabajo excluyente, y también incluyente con precariedad. Los estudios empíricos demuestran que el que tiene una oportunidad adecuada de trabajar, quiere trabajar.

-La situación es especialmente difícil para los mayores de 45 años.

-Es lacerante que la pobreza infantil quintuplique a la de los mayores. Lo que nos pasa es fruto de nuestro propio éxito. Muchas personas con baja y media cualificación tienen que competir con la tecnología y con centenares de millones de personas de todo el mundo. El mercado laboral precarizado ha estropeado la escala social. El ascensor social ha dejado de funcionar, porque la tecnología genera oportunidades enormes para unos, pero destruye mucho empleo y es excluyente.

-¿No le gustan los avances tecnológicos?

-Son buenos, pero cambia la sociedad y cada vez son más las personas que quedan fuera del sistema. Al 1%, que son las grandes fortunas les va bien y hay un 30 o un 40% de clase media que está cómoda; pero hay un 60% al que no se le ofrece un sistema de bienestar e inclusión. Hay que pensar qué sistema de protección y derechos sociales tenemos que desarrollar que permita ofrecer esos cuidados necesarios, que generen empleo, que permitan incorporar tecnología y que creen riqueza.

-¿Lo que usted plantea supone más impuestos?

-Si la gente prefiere que cada uno se busque la vida, pues que no pague impuestos. Si prescindiéramos de la Sanidad y la Educación, ahorraríamos mucho en impuestos. Pero ¿qué es más racional, asumirlo colectivamente o dejar a cada uno a su suerte? Hay margen para más presión fiscal.

-Ese planteamiento no tiene mucho éxito y menos en la situación económica actual.

-Es compatible más presión fiscal y una economía puntera. Un país con Educación, Sanidad y Servicios Sociales desarrollados es más competitivo, más cohesionado, con más natalidad, que fija población y que genera economía del conocimiento. El Estado de bienestar debe ser reinventado, modernizando cuestiones que se hayan quedado obsoletas e incorporando otras. Insisto, la garantía de subsistencia (salario social) no debería depender de Servicios Sociales, ni la vivienda, que corresponden a otras áreas.

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