San Julián de los Prados es el edificio más importante de su época, por sus innovaciones constructivas y también por sus frescos, un conjunto de pinturas que hacen de este templo un templo único en Europa Occidental. Mas, para los habitantes de su entorno, la popular iglesia de Santullano es algo más: es su parroquia, el lugar en el que se casaron, donde bautizan a sus hijos...

Este templo, este "unicum" del patrimonio asturiano, ha cobrado nueva actualidad a raíz de la espectacular recreación digital de sus pinturas, tal y como eran en el siglo IX, realizada por los infógrafos de LA NUEVA ESPAÑA, Juan Ferreira y Santiago Cuesta, y presentada por el 80.º aniversario de este periódico. LA NUEVA ESPAÑA trabaja en una exposición itinerante por Asturias en 2017 y en la que los asturianos podrán disfrutar de una visita en realidad virtual a las pinturas.

Aunque la construcción del templo fue una iniciativa del rey Alfonso II, su uso como iglesia parroquial está documentado desde, al menos, el siglo XII. Pero, a diferencia de otros templos prerrománicos, Santullano ha mantenido esta función hasta la actualidad, resistiendo ante los cambios que han transformado su entorno. "En Santullano me casé, allí bauticé a mis hijos, allí comulgaron y se casaron. Y hace poco, también bautizamos a una nieta", afirma Belén Revuelta. Tras casi medio siglo residiendo en la zona, esta mujer tiene claro lo que representa Santullano para ella: "es mi parroquia".

"Cuando mi familia se trasladó a Oviedo no había autopista. En toda esa zona había casas, y un camino conectaba la iglesia con la Fábrica de Armas. Junto a la iglesia estaba también el cementerio parroquial, y un lavadero precioso", rememora Belén Revuelta. En estas décadas, la ovetense ha sido un miembro activo de la parroquia. "Alguna vez hasta me tocó limpiar la iglesia", afirma Revuelta, que ha pasado por el coro parroquial y ha sido, durante más de treinta años, catequista de los niños de la parroquia.

Santullano ha sido para ella un escenario esencial de su vida. Recuerda con cariño su boda, bajo esas pinturas, con Alberto Alonso, ya fallecido. Pero también, con un halo de tristeza, recuerda la apertura de la autopista, que acabó con decenas de viviendas y que, además, perjudica gravemente a las pinturas de Santullano.

"Siempre se supo que la autopista daña las pinturas. Se dijo desde el principio, lo sabía todo el mundo", lamenta Belén Revuelta, que agradece el esfuerzo de los infógrafos de LA NUEVA ESPAÑA por recrear mediante la realidad virtual esos frescos tal y como eran en origen. "Nunca me había imaginado que las pinturas pudieran tener esos colores, tan vivos. Es algo precioso", afirma Belén Revuelta, que agradece la iniciativa, impulsada por este periódico en el marco de su octogésimo aniversario.

"Ha sido un gran acierto, una iniciativa muy buena, y el resultado es impresionante", añade otro ovetense con un vínculo especial con Santullano: el diputado nacional Ramón García Cañal. En su caso, los lazos con la parroquia le vienen por parte de familia: su abuela paterna, Dolores Cabal, fue sacristana en Santullano.

"Mi familia está vinculada a esta parroquia desde hace generaciones. Mis padres, Rafael García Cabal y María Teresa Cañal, se casaron en Santullano, y vivíamos en una casa pegada a la iglesia", sostiene.

Además, tanto su abuela como su padre encabezaron, en distintos momentos, la sociedad de festejos de Santa Filomena. "Mi abuela la encabezó unos años. Luego le cedió el testigo a mi padre, que no quería pero accedió porque ella le pidió que no dejara morir las fiestas. Y lo que pasó es que estuvo muchísimos años de presidente", explica García Cañal, que aunque ya no reside en la zona mantiene los lazos afectivos con Santullano.

Este vínculo casi milenario de la iglesia con los fieles de la zona ha marcado sus vidas. Por ello, los que se han casado en Santullano, los que han bautizado allí a sus hijos, no contemplan otro uso para el edificio que el que ha tenido desde tiempos inmemoriales. "En su día se dijo que iban a quitar el culto, que lo trasladarían a otro sitio o que incluso harían una iglesia subterránea, para convertir Santullano en un museo. Pero yo eso no lo veo. Es mi parroquia, y tiene que seguir siendo parroquia", concluye Belén Revuelta.