PSOE y PP avanzaban anoche hacia un acuerdo sobre el Impuesto de Sucesiones que permita a los socialistas jugar la partida final del presupuesto autonómico con las bazas en su mano y a los populares arañar al Gobierno mejoras en el gran "caballo de batalla" del tributo sobre las herencias. Los representantes de las dos fuerzas mayoritarias de la Junta avivaron los contactos hasta acercarlos a un consenso que eleve la frontera de la exención fiscal desde los 200.000 euros que propone el proyecto de presupuestos sin llegar a los 400.000 de la última oferta popular. En ese juego del entorno de los 300.000 estaban a última hora, entre conversaciones telefónicas de la presidenta del PP, Mercedes Fernández, con la consejera de Hacienda, Dolores Carcedo, acercándose al acuerdo. Para modificar el impuesto sin tocar el presupuesto, los populares pusieron sobre la mesa una ley complementaria a la de las cuentas autonómicas que permita que la rebaja impositiva pueda ser efectiva ya en algún momento de 2017.

Negociaban buscando un decorado para un escenario en el que al PSOE no le quedan más balas seguras para sacar las cuentas que la abstención del PP y el apoyo de Ciudadanos o el sí directo de los populares. Esto es así desde que IU se descabalgó el martes de la abstención por mandato de su dirección, cambió las reglas que todos daban por buenas y abrió una posibilidad de que ya no fuera suficiente sólo la abstención del PP, añadiendo a la ecuación a Ciudadanos. El plazo de presentación de enmiendas expiró ayer dejando en el registro de la Junta 365, tres de totalidad presentadas por Podemos, IU y Foro, y una más de la formación morada que por su afección a los ingresos corre el riesgo de ser calificada como tal. La de la coalición, formulada a regañadientes por el grupo parlamentario para cumplir el mandato de su dirección, cuestiona la propuesta fiscal del presupuesto; las de Foro y Podemos piden la devolución completa del texto. Foro sostiene que el documento es "malo para Asturias", Podemos presentó su enmienda a unos minutos del cierre del plazo y por sorpresa, sin anunciarla ni antes ni después y para dejar más patente, argumentan, su disconformidad con la sospecha de que se materializaba la entente entre PSOE y PP.

Ayer, a las dos de la tarde, el proceso presupuestario pasó a la siguiente pantalla envuelto en pocas certezas. Los grupos dejaron en el registro 365 enmiendas para que mañana se voten en el pleno las totales. Es ésta la batalla esencial, toda vez que si éstas triunfan las cuentas caen y si ellas decaen el Presupuesto sigue y además queda automáticamente fijado en sus grandes cantidades, en sus ingresos y gastos y en su distribución por consejerías a la espera de las modificaciones que puedan ser introducidas en el debate de enmiendas parciales de la próxima semana.

De las totales, ninguna lleva la firma de Ciudadanos y PP, los dos grupos a los que, dadas las circunstancias y la aritmética compleja de este parlamento fragmentado, se debe obligar a mirar el PSOE para tratar de sacar adelante los presupuestos del Gobierno. Los tres grupos que se oponen al proyecto suman 17 votos y eso aboca a los socialistas a considerar, por si acaso, que sus catorce solos pueden llegar a ser insuficientes.

También podrían llegar a bastar, sobre todo si hoy la Junta de Portavoces decide que las enmiendas se voten por separado y mañana ninguna consigue sumar a su favor los votos de los tres grupos proponentes. Pero la única alternativa completamente segura para el porvenir del documento es, dadas las circunstancias, sumar a los 14 sufragios socialistas los tres de Ciudadanos y la abstención del PP -para que el empate haga decaer las propuestas de rechazo- o directamente los apoyos directos de los 11 populares.

Para eso, sí, había que negociar a dos bandas y el bando socialista lo hizo ayer hasta aproximarse al acuerdo con el popular. El mismo Gobierno que empezó el trámite presupuestario circunscribiendo a Podemos e IU el diálogo en busca de apoyos acaba teniendo que virar en redondo y pactarlo a su derecha, con el PP y Ciudadanos. Para ganarse al PP necesitaba seguir hablando de Sucesiones; para incorporar a Ciudadanos, de la batería de propuestas que la formación naranja trata de arrancar desde hace unas semanas en su diálogo presupuestario con el Gobierno.

El portavoz de Ciudadanos, Nicanor García, escribe su carta al PSOE mandando por delante la certeza de que "en principio, no contemplamos el voto afirmativo" -léase en contra de las enmiendas a la totalidad-. "No es nuestro posicionamiento, pero dadas las circunstancias, se podría pensar". "Estamos en posición de negociación y en función del resultado tomaremos decisiones", avanza. Todo depende del diálogo, o del sí socialista a parte de las treinta enmiendas parciales de la formación naranja, a su propuesta de "tarifa plana" para autónomos y ayudas a pequeños empresarios y emprendedores, a sus inversiones en carreteras, puertos o juzgados, a su mejora en las escuelas infantiles.

Eso sigue. Y los otros caminos paralelos, también. Foro y Podemos añadieron enmiendas de devolución mientras el grupo parlamentario de IU pasaba por el trago de presentar una a la totalidad en la que no cree.

Una enmienda fiscal

A última hora del martes, la dirección de la coalición contradijo al grupo, rechazó por dos votos su propuesta de abstenerse ante el Presupuesto y le obligó, según la interpretación del coordinador general y del portavoz parlamentario, a presentar una enmienda a la totalidad. Ayer, registraron con la nariz tapada una que incluye un texto alternativo sobre política fiscal que pretende recuperar el mínimo exento de Sucesiones en 150.000 euros, modificar el de patrimonio y reincidir en incorporar figuras de fiscalidad ambiental.

La presentaron, asiente Gaspar Llamazares, "sin alegría", a sabiendas de que esta decisión "corrige la negociación del grupo", pero sin que el portavoz se sienta desautorizado: no cabía otra opción, dice, que "aceptarla democráticamente". Ante las enmiendas a la totalidad, él admite que podría votar la de Podemos, ve más difícil el respaldo a la inversa, habida cuenta de que la formación morada no comparte ni sus 150.000 euros de mínimo exento en Sucesiones ni los impuestos ambientales, y adelanta que no votará "las que pretendan anular" el tributo de las herencias, algo que no está expresamente en la enmienda pero siempre ha defendido Foro.

Por si el enredo no bastara, ayer el sector crítico de IU negó taxativamente que el mandato adoptado por la coordinadora el martes sea esta enmienda a la totalidad sin más. El órgano de dirección, explica el excoordinador en Avilés Fernando Díaz Rañón, uno de los tres candidatos derrotados ante Argüelles en las primarias, "no decidió presentar ninguna enmienda en los términos que ellos están diciendo". Se rechazó la propuesta de abstenerse ante los Presupuestos que presentaron el grupo parlamentario y el coordinador, pero la parte fundamental de la iniciativa exigía, enlaza, que esa enmienda se presentase "con el espíritu de ser retirada" si así lo decidiese una consulta con la militancia que debería celebrarse hoy . Esa pregunta a las bases, que Rañón recuerda como una promesa de Argüelles en la campaña de primarias, ni siquiera se votó anteayer. Según la dirección, no había tiempo. Rañón opone que en la reunión "se podría haber articulado un mecanismo".