Pasaban quince minutos de las diez de la mañana cuando en el Teatro Real de Madrid los niños de San Ildefonso cantaron eso de "22.259, 60.000 euros". Los aplausos atronaron el auditorio. Los escolares habían sacado un quinto premio, el más madrugador de los grandes de la jornada, que se repartiría por diferentes puntos de la Península, llegando hasta Grado. La noticia corrió como la pólvora por la villa moscona, y fueron muchos los vecinos que se acercaron hasta la administración de la plaza Regino López para ver quiénes habían sido los agraciados. "¿No sería el de la gasolinera, no?", "¿quiénes son los millonarios?", "¿se sabe ya?".

La respuesta a todos fue siempre la misma: "No". Y es que en el establecimiento regentado por la familia Carbajosa no se conoce la identidad de los agraciados. "Sólo teníamos diez décimos, que están premiados con 6.000 euros cada uno. Y el caso es que no sabemos a quién se los pudimos vender, porque por aquí pasa mucha gente y de ese número no teníamos muchos billetes", aseguró Maximino Carbajosa, padre del administrador que repartió la suerte en Grado y que ayer, "desafortunadamente", no pudo celebrar el éxito.

"Es la primera vez que damos un premio grande de Navidad. Sí habíamos dado alguno importante, pero nunca del 22 de diciembre", aseguró Carbajosa, embriagado de emoción mientras animaba a brindar con sidra achampanada a todo aquel que se acercaba al establecimiento. "Ahora mismo tengo un sentimiento entre la sorpresa y la ilusión muy raro. No sabría definirlo", abundó.

Entre foto y foto, saludos a los vecinos y descorches de botellas, su mujer, Adela Álvarez, también celebró. "No nos llevamos ni un euro. Ni los administradores, ni los empleados, pero nos da igual. Estamos enormemente felices, ésta es la ley del lotero: repartir suerte", aseveró Álvarez, quien lamentó la falta de su hijo". "Estaba de viaje y paró en la carretera para llamarnos. Ya es mala pata que no haya podido estar aquí. Como nosotros, también está muy feliz", destacó.

Pese a no conocer a los diez -o quizás menos- agraciados, a buen seguro que el 22.259 no se olvidará con facilidad en la administración de Grado. "Es que es un número precioso. ¡Lo tiene todo, hasta los dos patitos!", aplaudió Carbajosa, quien a media mañana aún no tiraba la toalla. "Que se preparen, porque también vamos a dar el gordo", vaticinó con humor el moscón. No hubo más suerte.