Los farmacéuticos, sobre todo los del ámbito rural, siguen siendo profesionales respetados pero hubo un tiempo en que formaban parte del núcleo duro del pueblo, lo que se conocía como fuerzas vivas locales. El farmacéutico trabajaba en la botica, en la rebotica, ejercía de asesor de salud y a veces un poco de confesor.
Cuando en 1966, hace 50 años, fue creada la cooperativa Cofas, propiedad inicial de sesenta socios repartidos por toda Asturias, aquella región crecía en habitantes y demanda farmacéutica. Un primer almacén en Oviedo; en 1970, una segunda sede en Gijón, y tres años más tarde desembarco en Avilés.
Hasta hoy, cuenta con 613 socios, la mayor parte de las farmacias asturianas más algunos establecimientos en Cantabria y León. Cofas instaló para sus socios una exposición que resume ese medio siglo de vida que es historia contemporánea de Asturias. La muestra, abierta en la nave central de la cooperativa, en Pruvia, y ya clausurada, merecería mayor visibilidad con el cartel de "para todos los públicos".
Muchos de los objetos expuestos habían sido donados o cedidos por farmacéuticos asturianos que, a su vez, los habían heredado por vía familiar o de traspaso de negocio. Son pequeñas joyas del gremio, la excepción de lo mucho que el tiempo se llevó por delante. Material sanitario, botes y frascos para la realización de fórmulas, libros de control de medicamentos y recetarios (alguno del siglo XIX), material de escritorio, pildoreros, moldes para hacer supositorios, balanzas de precisión y hasta la clásica máquina registradora, dorada y repujada, que se convirtió en un elemento representativo y casi inevitable de las boticas antiguas.
Ante tal riqueza histórica, el presidente de la entidad, Juan Ramón Palencia, que hizo de guía para este reportaje, se plantea la idea de crear un espacio expositivo permanente.
La idea queda un tanto en espera porque Cofas está abierta a la posible venta de algunas de las propuestas de la exposición, aquellas que sus dueños donaron a todos los efectos por si alguien tiene el capricho de adquirirlas. "Lo que se sacara iría destinado a la ONG Farmacéuticos Mundi", explica el presidente de la entidad, Juan Ramón Palencia.
Algunos objetos sobresalen. Por ejemplo, el maletín de partos, una especie de set sanitario de principios del siglo XX, donado por Joaquín Gil, farmacéutico de Luarca, que incluye cloroformo, tijeras umbilicales y un mandil esterilizado. Pondría los pelos de punta a cualquier embarazada actual, pero es que era lo que había. Y gracias. Como los nacimientos se producían en casa los maletines de partos se alquilaban por días.
Entre los documentos hay libros de contabilidad de estupefacientes y de dosis máximas de algunas sustancias potencialmente peligrosas. De belladona, por ejemplo, 0.02 gramos por dosis, y un tope de 0,05 al día. Hay sección de frascos, modelo Talavera. Siguen siendo el reclamo estético de muchas farmacias actuales. Algunos de esos botes donados o cedidos tienen firma de la fábrica ovetense de San Claudio.
La loza era uno de los materiales de las farmacias. Loza blanca, que es color sanitario. Uno de los objetos expuestos requiere explicación: es una lavativa, que funciona por pura gravedad. Podría ser perfectamente un objeto de cocina.
La entidad tuvo hasta la fecha tan sólo cinco presidentes. El primero y fundador, Ismael Migoya, se mantuvo en el cargo nada menos que treinta años. Su familia asistió emocionada al acto institucional que tuvo lugar en la sede de Pruvia. Tras Migoya (1966-1996), llegaron Antonio Álvarez Rodríguez (1996-2001), Juan Luis Vegas (2001-2006). Pablo Ramos Vallina (2006-2014) y el actual Juan Ramón Palencia Coto. Asturias también ha estado representada en la confederación de cooperativas Unefar (su primer presidente fue Pablo Ramos), que agrupa a entidades de Menorca, Zaragoza, Bilbao, San Sebastián, Navarra, La Rioja, Cuenca, León y Asturias. Destinos lejanos pero los mismos intereses.
