El poeta Fernando Beltrán, un profesional de las metáforas, lo va a llamar "celebrar la lluvia". Entendiendo lluvia como alegoría de las señas de identidad de una Asturias que se ha acostumbrado demasiado a sentarse a esperar que llueva y que necesita, también lo van a decir otros, un giro decisivo hacia una nueva mentalidad colectiva de conciencia y protección de sus propios talentos. Un vuelo rasante a través de las ochenta ideas para el futuro de la región que otros tantos profesionales asturianos, representantes de ámbitos heterogéneos de la sociedad, han aportado a la conmemoración del octogésimo aniversario de LA NUEVA ESPAÑA da para un retrato en el que muchos de los intervinientes abrazan muchas veces con otras palabras esa ceremonia de celebración de la lluvia. La obra le devuelve a Asturias, ante el espejo, la imagen de una sociedad acomodada que necesita reformar su actitud para cambiar la inercia por el impulso y el llanto sobre la leche derramada por la confianza en las propias posibilidades.

En el interior de la intensa recopilación de propuestas late esa necesidad, acaso previa y prioritaria a todas las demás, de cambiarle el paso a una sociedad que se recrea en la melancolía y en maldecir su suerte, que se ha hecho conformista y estática, más propensa a dejarse ir que a dar pasos para explotar las múltiples fortalezas de su capital humano y a sacar del fuego sus castañas. Celebrar la lluvia también sería escucharla, concreta Beltrán, "dejar de esperar" para pasar a "crear, proponer, proyectar, arriesgar". También identificar, señalar y estimular el talento, le ayudará la prosa del novelista Ricardo Menéndez Salmón. Celebrar la lluvia es pasar a la siguiente pantalla para repensar Asturias como un espacio compartido que antes que nada necesita, dicen de distintas maneras muchos de los consultados, "modificar nuestra mentalidad colectiva". O "cambiar el software", o dejar de conducir mirando al retrovisor, o recuperar el aprecio por lo propio dejando de esperar que "como el maná, el dinero descienda desde el cielo". Celebrar la lluvia como actitud opuesta al conformismo fácil del italiano "piove, porco governo". "Llueve, puto gobierno".

Del retrovisor al parabrisas. En el inmenso fresco de la Asturias del tercer milenio que componen políticos, escritores, economistas y un larguísimo etcétera de profesionales de toda índole es el alcalde de Mieres, Aníbal Vázquez, el que detecta como primer problema uno "grave en la sala de mandos", una "Asturias oficial" que "se ha hecho especialista en perder el tiempo y las oportunidades y se ha instalado en una dimensión paralela a la Asturias real". Dice muy gráficamente el regidor mierense que "hemos perdido en demasiadas ocasiones el tren, hasta el punto de ser auténticos campeones europeos", pero también que "no se puede conducir mirando permanentemente al retrovisor. Lamenta que seamos "expertos en generar brillantes, prolongadas y estériles polémicas para que nunca pase nada", pero celebra que en su "Asturias real" se perciban impulsos "en las tecnologías y el conocimiento", "proyectos punteros" y "brillantes profesionales" y deja dicho que contra la "resignación y la mediocridad" otros vencieron "levantando la mirada para mirar al medio y el largo plazo".

De mirar atrás a observar alrededor. Dicen otros, en la misma línea, que cambiar también es girar alrededor y aprender a mirar lo que se ve. "Los nutrientes básicos de la innovación y la creatividad los solemos tener a nuestro alrededor", avanza el secretario general de Podemos Asturias, Daniel Ripa. El economista Florentino Felgueroso opta por un análisis DAFO en el que las fortalezas, o los motivos para el optimismo, los tiene "nuestro capital humano" y argumenta que "hemos invertido en nuestros hijos probablemente más que nadie o igual que los que más". Que "nuestras tasas de abandono escolar temprano son bajas y la mayoría de nuestros jóvenes adquieren una formación superior". Lo que cuenta es pues identificar y aprender a proteger el talento, aportará en esa misma dirección el escritor Ricardo Menéndez Salmón, que después de interpretar que "nuestro escasísimo peso tiene mucho que ver con nuestra incapacidad para proteger el mérito" se pregunta "por qué no existe una inspección constante, minuciosa y sensata del talento", y hasta propone "un salario al talento, digamos a partir de los dieciséis años", un "premio a la excelencia" que parta de la certidumbre de que "es necesario proteger a los mejores y señalarlos con el dedo".

Del talento al talento, pasando por el talento. Talento, talento, talento. El consejero delegado de Telecable, Alejandro Martínez Peón, también sabe que "somos una sociedad demasiado conformista, estática y poco innovadora", y que "a menudo señalamos al Estado como garante de nuestro bienestar, liberándonos de esa carga que supone la búsqueda individual de nuestro progreso personal". En este contexto, la gran asignatura pendiente, "lo único relevante y realmente difícil, es crear el entorno adecuado en el que el talento se desarrolla y se atrae y, como consecuencia, la economía al completo se transforma y desarrolla". Habla, en la línea de Salmón, del estímulo a la "cultura del esfuerzo", del viraje de la Universidad desde un modelo centrado en la cantidad a otro enfocado en la calidad, se refiere a estrechar el vínculo de las aulas con la empresa y a construir a partir de las personas, "desde abajo hacia arriba", un entorno agradable para formar y retener el talento. Por eso importa, le sigue el filósofo José Antonio Méndez Sanz, la sensación de que esta Asturias "debe creer en sí misma como comunidad que tiene algo que decir, que ofrecer, que arriesgar". Por eso la economista Rosa Aza propone un "Erasmus" para todos, una estrategia de enriquecimiento por el intercambio cultural no sólo para alumnos, también para profesores y empresarios y directivos. Por eso, avanzará un poco más el politólogo Óscar Rodríguez Buznego, "Asturias necesita un generador potente de ideas propias", "crear un equipo que asuma la tarea de pensar en Asturias".

De "maldecir nuestra suerte" a salir a buscarla. De ese pensar Asturias que propone Buznego se ocupa ahora en parte el Laboratorio de Análisis Regional, el Regiolab que dirige en la Universidad de Oviedo el economista Fernando Rubiera Morollón. En su turno de aporte de ideas para el futuro de Asturias ofrece una triple receta para el futuro: estrategia, estrategia y estrategia. Su concepto del cambio de mentalidad se resume en la "sensación de que en Asturias se hacen muchas cosas" y en la convicción de que "falta una idea vertebradora que dé sentido al conjunto y asigne con más eficacia los recursos públicos que nos llegan de Europa y del resto de España". Él defiende que el área metropolitana central aspira a ser ese eje estructurador mientras su colega Florentino Felgueroso afina la imagen del concepto empezando por una invitación. "No nos empeñemos en maldecir nuestra mala suerte", dice como prólogo a su inventario de debilidades -la demografía-, fortalezas -el capital humano-, amenazas -las del sistema de pensiones- y oportunidades -las nuevas tecnologías-, que adoba con la certeza de la urgencia por ponerlo en práctica. "Sólo podremos generar oportunidades si somos conscientes de que hay que actuar ya", subraya.

Del "asturianismo intrascendente" a la confianza. El asturiano fanfarrón envuelto en la bandera aprecia en el fondo muy poco lo suyo. "Modificar nuestra mentalidad colectiva" son las primeras palabras del texto sobre Asturias del escritor Xuan Xosé Sánchez Vicente, y la primera baza de su apuesta por "cambiar el software". Se refiere al "asturianismo intrascendente" del apego a la "gastronomía, a la Virgen del pueblo o a las patatas de la campiña" y clama por asturianistas en acción. Sus dos razones para casi llegar a exigir una nueva actitud colectiva son el resultado de la observación de "nuestro escaso aprecio por lo nuestro" y "una concepción del mundo que tiende a mirar hacia atrás en vez de situarse en la realidad del presente y que, a su vez, tiene mucho de mentalidad mágica". Asentirá Teresa Sanjurjo, la directora de la Fundación Princesa de Asturias, a la certeza de que "resulta absolutamente fundamental recuperar la confianza", eso que en la voz de Steve Jobs es "el pegamento de las relaciones y las organizaciones" y que en la Asturias de ahora pediría ser desarrollada en su acepción activa del ánimo, del aliento, del "vigor para obrar". Sólo así, enlaza, cabría superar el "melancólico y derrotista" apego por el "cualquier tiempo pasado fue mejor" de Jorge Manrique que también ella dice escuchar por aquí con más frecuencia de la deseable. Tampoco le parece razonable, remata el argumento con la formulación propia de otro leído aquí recurrentemente, "construir el futuro mirando permanentemente hacia el pasado", ni "ocultando prácticamente un presente que también tiene aspectos positivos y esperanzadores".

De la Asturias de los complejos a la de la industria. Hay muchas maneras de decir lo mismo y Ramiro Lomba, director de Sadei, opta por dejar una pregunta en el aire. "¿Por qué esa melancolía, esa convicción de que en otra región se está mejor y se tienen más oportunidades?" Por qué, enlaza, si aquí "tenernos empresas líderes en sus ámbitos de actividad, las instituciones funcionan razonablemente y tenemos infraestructuras, físicas y culturales, probablemente por encima de lo que correspondería a una región de nuestro tamaño, aunque aún no llegue el AVE". Su paradigma, su idea, quiere por eso "una Asturias sin complejos", que rompa "con la desidia" y el "pesimismo", comprenda que nada se consigue "recreándonos en lo frustrados que podamos estar" y "que es necesario venderse mejor" y mirar alrededor, otra vez, y ver que aunque ninguna actividad económica sea despreciable, "la nuestra debería ser la industrial en sentido amplio".

De la calefacción a las ventanas abiertas. Cualquier evidencia respecto a la urgencia de proteger el talento acaba conduciendo el argumento hacia la asignatura pendiente de su retención. El líder de Podemos en Asturias, Daniel Ripa, da por hecho que "la pasión por innovar sobrevive, a pesar del desinterés del Gobierno", y señala una vez más a esas mal llamadas "leyendas urbanas" que no han podido quedarse a innovar aquí. La petición de un esfuerzo para retenerlos encuentra otra potente metáfora en la intervención del escritor Ricardo Menéndez Salmón. "Con cada cocinero, artista o docente que un país manda fuera", escribe, "subvenciona a la economía que lo recibe. Y todo ese patrimonio, tangible e intangible, a menudo no regresa. Es como encender la calefacción en una casa con las ventanas abiertas". Y Asturias, concluye, "es un ejemplo clamoroso de ese dispendio intolerable". La región, remata, por si no hubiese quedado claro, "necesita medidas para que los mejores se queden a este lado del Huerna".

Del centro urbano a la salvación del "villano y el campesino". El viraje que se le pide a la manera de mirar la región encuentra dentro del documento formulaciones diversas y aportaciones específicas. José Antonio Méndez Sanz, por ejemplo, enuncia una sobre la necesidad de "corregir la tentación de concentrar la población en el centro del territorio". El filósofo opone a los impulsos centralizadores la recuperación de "la estructura reticular articulada por las villas cabecera de comarca o de valle" para desde ahí revitalizar los núcleos rurales. "Precisamos imperiosamente para nuestro futuro del villano y del campesino", concluye. Méndez Sanz concibe Asturias, por qué no, como incluso "como campo de pruebas de vitalidad" y asocia su sugerencia a otras como "la recuperación del bosque autóctono" o la construcción paralela de "una retícula ecológica que permita la vida y el tránsito por todo el territorio de la fauna y de la flora silvestres".

De "la mitad de la población" a la población entera. Ángela Santianes, presidenta de la multinacional Du Pont en España y Portugal, tiene su propia idea, sacada de la experiencia, sobre la dirección que habría de tomar, también, el viraje de actitudes que se le pide aquí a la Asturias del futuro. No encuentra "currículos de mujeres con los que equilibrar nuestra plantilla" ni aprecia el rastro del "compromiso con la igualdad" y se acuerda entonces del magnate estadounidense Warren Buffet, allí donde decía que le había resultado fácil ganar en la vida, porque sólo estaba compitiendo con la mitad de la población, con los hombres. En esa tarea que recorre el documento de las ochenta ideas, en ese estímulo de la sagacidad para reconocer el talento, Ángela Santianes aporta la necesidad de no prescindir de la mitad, de incluir en la labor de aliento para formar y proteger el mérito una exigencia de "educar y alentar en igualdad e inclusión y dejar que estas mentes brillantes lleven a Asturias a un estadio superior y, por qué no, de vanguardia".