A la pequeña localidad de Muñó (Siero) le faltó ayer espacio para acoger a tantos vecinos de la zona y alrededores, así como representantes del mundo del deporte, del periodismo y la docencia, que quisieron estar presentes en el último adiós a María Dolores Vigil Vigil y dar testimonio del inmenso cariño hacia su familia. "Un gran corazón", no cabe definición más corta y certera para retratar a la mujer que se encargó durante años de regentar el bar Rubiera, en la cercana parroquia gijonesa de Baldornón, y que atendía a todo el mundo con una sonrisa.

María Dolores Vigil, Loli para todos, falleció el pasado 31 de diciembre a los 74 años. Nacida en Muñó -por eso ayer se celebró allí su funeral-, se trasladó pronto a Baldornón -el lugar donde ahora descansan sus restos- al casarse con José Luis Rubiera Acebal, que ejerció durante años de repartidor de leche en la zona colindante entre Gijón y Siero. La familia Rubiera Vigil es muy conocida por el buen hacer y solidaridad de sus progenitores, y por sus tres hijos: Carolina, profesora del colegio gijonés de las Ursulinas; Ana, jefa de sección en LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, y Chechu, uno de los mejores ciclistas asturianos de los últimos tiempos.

Fue una muerte muy sentida, todos recibieron infinidad de muestras de afecto. La iglesia de San Juan de Muñó estaba llena a reventar. Hasta hubo fieles que tuvieron que seguir la ceremonia desde la sacristía porque el pórtico no podía albergar al gentío. Incluso se quedó pequeña la explanada frente al templo, y apenas quedaron huecos donde poder estacionar los coches, pese a que algunos vecinos abrieron los prados cercanos.

La misa -presidida por José Manuel Alonso, párroco de Vega, Baldornón, Fano y Huerces (Gijón), y concelebrada por Manuel Suárez Peñalosa, párroco de Muñó y La Collada (Siero), y Javier Gómez Cuesta, párroco de la iglesia mayor de San Pedro (Gijón)- tuvo como colofón una intervención de la hija mayor, Carolina Vigil, tan plena de entereza como de emoción. "Aunque en estos momentos nos puede la pena, es mucho mayor el orgullo que sentimos de haber sido esposo e hijos de una persona que consideramos increíble", pronunció Carolina Rubiera Vigil con su padre de pie, al lado, que apenas pudo contener las lágrimas. Destacó de su madre que tenía "mucho genio", así como su "constante amor y generosidad tanto para los suyos como para los demás".

La hermana mayor de los Rubiera Vigil no se olvidó de agradecer las muestras de apoyo recibidas, pero, sobre todo, hizo mención a los que acompañaron a Loli Vigil durante su larga enfermedad, "en especial a sus amigas del parchís". "Le infundieron valor cuando flaqueaba", resaltó Carolina Rubiera, que terminó sus palabras de agradecimiento dirigiéndose a su difunta madre en nombre de toda la familia: "El tiempo se nos ha hecho corto para decirte lo mucho que te queremos".

José Manuel Álvarez, párroco de Baldornón, recalcó en la homilía que "su corazón, que tan grande fue y lo sigue siendo todavía más en el Cielo, nos acoge y nos mira desde su nueva situación", y pidió a los asistentes que diesen "gracias a Dios por hacer nacer en este mundo personas tan buenas como ella". Asimismo, Alonso recalcó que fue "una mujer que vivió la vida con garbo, buena vecina".

Entre los asistentes, muchos rostros famosos del mundo del deporte, en especial del ciclismo: Carlos Barredo, Suárez Cuevas, Balagué, Coque Uría, Antonio Menéndez, Sobrino, Coello, José Manuel García, Guillermo Arenas, Modesto Rubiera, Alperi y José Enrique Cima. Pero también de otras disciplinas. Hubo representación del Sporting, a través de Enrique Castro, Quini, encargado de relaciones institucionales del club, y de Pepe Acebal, responsable de logística e instalaciones de los rojiblancos. Y presencia de otros deportistas, como el piragüista Manuel Busto y el piloto Berti Hevia. También acudió a Muñó la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón.

La familia Rubiera Vigil tuvo en Loli a su "gran corazón". "Ahora es una luz que nos tiene que hacer mejores", proclamó su hija Carolina.