A la hora del vermú de ayer era prácticamente imposible pasear por la calle Corrida. Fin de semana, con buen tiempo y, además, el comienzo de las rebajas: se formaba así el cóctel perfecto. Gente corriendo de tienda a tienda, jóvenes comentando sus últimas adquisiciones y algún marido resignado cargando con bolsas conformaban el cuadro del primer día masivo de rebajas en Gijón.

"¡Claro que se encuentran chollos!", enfatizaba Sara Martín, "pero hay que aprovechar los primeros días, que luego la gente se lleva todo lo bueno y, sobre todo, buscar mucho", apuntaba. Martín aseguró que acudía "tanto a comprar como a cambiar alguna prenda de regalo de los Reyes Magos", ya que, aprovechando los descuentos, "puedo sacarle más partido, llevándome dos prendas cambiando solo una".

"Las colas que hay son tremendas, sobre todo en las grandes cadenas", aseveraba María Álvarez en un día de compras en familia: "Más que a comprar venimos a cambiar los regalos de los Reyes Magos, que hay veces que no aciertan con las tallas", aseguraba. "Si encontramos algo que nos gusta más, nos lo llevamos; y si no, lo cambiamos por un vale regalo",añadió.

Por su parte, las hermanas Jennifer y Sheila Briones daban otra de las claves más seguidas por la juventud. "Nosotras miramos el catálogo de las tiendas en su web, de tal modo que elegimos el producto que queremos y, cuando venimos a la tienda física, vamos ya a tiro fijo", enfatizaban. Se trata de una práctica que cada día lleva a cabo más y más gente, consiguiendo ser mucho más eficiente en sus compras. Para las hermanas es importante "madrugar bastante", ya que "por la mañana, cuando llegamos, no había excesiva gente pero ahora, a mediodía, está todo bastante lleno, es difícil incluso encontrar un probador vacío". Eso sí, para huir de los excesos acudieron con "un presupuesto cerrado, del que solemos conseguir no pasarnos".

A ello ayuda que haya según qué tiendas que anuncien en sus escaparates incluso unas segundas rebajas, casi antes de que den comienzo las primeras, con descuentos que superan ampliamente el 50%.

Por delante quedan varias semanas de trabajo desenfrenado en las tiendas, bolsas inundando el centro de las ciudades y caras de felicidad por conseguir el chollo deseado.