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Oviedo, Gijón y Siero, los imanes para los asturianos

Los tres municipios copan los movimientos internos de población en la región, con mucha distancia respecto al resto del centro

Oviedo, Gijón y Siero, los imanes para los asturianos

Asturias tiene varias vías de agua en su censo demográfico y una es la aceleración de la pérdida en el intercambio migratorio, pero en el mar de la triste penuria compartida hay un "puerto refugio". Gijón y su entorno son casi la única área del mapa que reciben más habitantes de los que pierden por huidas al resto del Principado y al resto de España y del mundo. Un estudio de los movimientos migratorios divulgado ayer por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei) actualiza a 2015 unas cifras que dicen que sólo Gijón, Villaviciosa y en menor medida Siero ganaron habitantes como consecuencia del canje de entradas y salidas de población.

Sin contar la profunda pérdida de la otra gran brecha, la de la natalidad, el análisis dice que mientras las migraciones le quitaban al conjunto de la región 1.335 habitantes en 2015 Gijón ganaba 987, Villaviciosa sumaba 84, Siero añadía treinta y el balance no salía positivo en ningún otro de los diez municipios más habitados. Oviedo, Avilés y Mieres lideran las pérdidas a razón de más de trescientos habitantes cada uno y la comarca de Avilés se mueve casi en bloque en guarismos negativos.

Habría que aclarar que caben en esas cifras todos los movimientos, incluidos los que van de un municipio a otro y que esos ejercen un apreciable peso en el atractivo del entorno gijonés, al que las estadísticas otorgan todavía un notable influjo sobre la población de las comarcas mineras, pero que también es el único de los grandes municipios que sale ganando de los intercambios con el exterior. Oviedo, mientras tanto, encadena cuatro años consecutivos de saldos negativos después de diez seguidos de ganancia ininterrumpida, una circunstancia que se relaciona con la aceleración del declive y del envejecimiento en el principal vivero histórico de población del entorno de la capital en el interior de Asturias, las alas y fundamentalmente el occidente. Avilés, mientras tanto, marcó en 2015 el techo histórico de su pérdida por este motivo -372 habitantes menos- y la ganancia de Siero se modera: fueron treinta vecinos donde no hace tanto, en 2008, la cifra había crecido hasta superar el millar.

Sigue al frente Gijón si sólo se cuentan los movimientos internos de la población entre concejos. La diferencia entre entradas y salidas le da un saldo favorable de 874 vecinos, muy por encima de los 319 que gana Oviedo y de los 114 que suma Siero, los tres municipios que, a mucha distancia de los demás del centro, trazan el cinturón de los principales "imanes" para la población del resto de Asturias.

El vistazo al mapa del balance migratorio de 2015, de los atractivos y los influjos que cada zona ejerce sobre la población de su entorno y del exterior, ofrece también un buen resumen de las tendencias a la concentración demográfica que acusa Asturias desde hace unos cuantos decenios. La ganancia se condensa en 27 municipios, pero en esa lista hay muchos ascensos puramente testimoniales. Todos los que contabilizan grandes aumentos están en el centro, más en la costa que en el interior, pero no en la comarca de Avilés. En el occidente ninguno de los seis que ganan progresa en más de veinte habitantes, al oriente el tope es 41 y en las cuencas sólo se salvan los siete de Sobrescobio.

Récord de autóctonos

Este descenso del microscopio migratorio hasta la escala municipal y comarcal descubre también, no obstante, que las realidades florecientes lo son en buena medida a causa de los desplazamientos entre municipios, que doblan en número a los cambios de residencia hacia otras regiones de España o al extranjero. Todo se oscurece cuando la vista se va hacia el resultado del canje migratorio con el resto de España o con otros países.

Asturias, que hasta 2011 aún atraía población del exterior, bien es cierto que tímidamente, y presentaba saldos migratorios positivos que contenían la caída demográfica como consecuencia de la baja natalidad, ha perdido ese soporte también en los últimos años. La crisis rebajó las entradas, aceleró las huidas y de 2012 en adelante, la región también pierde habitantes porque salen de sus fronteras más de los que entran, sobre todo emigrantes extranjeros que ven oscurecerse sus expectativas, pero cada vez más nacionales. En 2015, el último ejercicio cerrado, la caída suma 1.335 habitantes, es sensiblemente inferior a la sangría enorme de 2015 -4.082-, pero supone la confirmación de la pérdida del último asidero de la declinante demografía asturiana.

Las emigraciones totales se frenaron en 2015 -cayeron un 12 por ciento respecto al año anterior- sobre todo por el descenso de las de los extranjeros de vuelta a sus países, que se habían disparado en los años anteriores y descendieron en 2.000 de 2014 a 2015, pero sigue acelerando la huida autóctona. De los cerca de 15.000 emigrantes registrados por Sadei en 2015, casi 6.000 habían nacido en Asturias, un apreciable 40 por ciento en un parámetro que no deja de crecer desde 2012 y que vuelve a marcar la cifra más alta desde el inicio de la crisis.

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