Japón tiene un tren bala que levita sobre los raíles y Asturias un tren "vago" al que adelantarían los mejores contrarrelojistas del Tour de Francia. Los convoyes de Feve circulan por las líneas de cercanías del centro de la región a una velocidad media de 45 kilómetros por hora, inferior a la de numerosas carreras ciclistas de élite, limitados por las carencias del tendido y por una proliferación tal de estaciones y de apeaderos que les obliga a detenerse cada 2,1 kilómetros. Según los maquinistas consultados por este diario, la cosa mejora, aunque tampoco demasiado, en el caso de los servicios semidirectos. Estos trenes alcanzan una media de 68 kilómetros a la hora, cuando la máxima autorizada en el núcleo de cercanías en ancho métrico del Principado es de 100 kilómetros por hora.

LA NUEVA ESPAÑA pudo comprobar la escasa competitividad de los tiempos de viaje de las cercanías ferroviarias de Asturias el pasado viernes, a bordo de un convoy de la antigua Feve entre Gijón y Avilés, segunda y tercera ciudad, respectivamente, de la región. El tren completó el recorrido con una velocidad media de 38 kilómetros por hora, tras detenerse en varios apeaderos en los que no se subieron ni se bajaron viajeros, y tras un par de paradas para cruzarse con otros trenes, ya que se trata de un tendido que no está desdoblado. Al final, el retraso llegó a los diez minutos en un tramo ferroviario que no supera los 30 kilómetros de longitud. Y ello sin que mediasen incidencias reseñables para justificar tal demora.

La falta de inversiones en este tendido, y en el resto de la red regional de cercanías, hace que la velocidad máxima autorizada se encuentre limitada en numerosos puntos a niveles de 20 o 10 kilómetros por hora por cuestiones de seguridad. El número de zonas con restricciones se ha incrementado ligeramente desde la incorporación de Feve a Renfe y al Adif, a comienzos de 2013.

Unos tiempos de viaje que llegan a duplicar a los del vehículo particular y a los del autobús en algunos casos explican, en muy buena medida, el espectacular proceso de pérdida de usuarios en el que se encuentra inmerso el tren de Asturias desde hace más de un lustro. La "sangría" tampoco se contuvo en 2016. Y es que, según las estadísticas publicadas por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), los trenes de la antigua Feve perdieron entre enero y noviembre del pasado año un 9,6% de viajeros respecto al mismo periodo de 2015, sumando un total de 2,1 millones. De seguir en esta tónica, la vía estrecha bajaría este 2017 de los dos millones de pasajeros por primera vez desde que hay registros.

La caída en las cercanías de Renfe, que han sufrido especialmente la pérdida de centralidad de la estación de Gijón, ha sido considerablemente más leve que en el ancho métrico, pero ha alcanzado el 3,6%. En concreto, en los primeros once meses de 2016 se subieron a los trenes de proximidad de la compañía un total de 4,7 millones de viajeros, cuando hace una década el pasaje anual superaba con suficiencia los 8 millones de billetes.

Todos los ferroviarios consultados coinciden en la necesidad de que, además de inversiones, las cercanías asturianas necesitan un incremento de los servicios semidirectos entre las estaciones con mayor potencial para poder remontar y, al menos, taponar la imparable fuga de viajeros. Según los últimos datos facilitados por la compañía, en las líneas de la antigua Feve en la región hay 34 apeaderos que no tienen ni un pasajero de media al día. La mayor parte de estas estaciones "fantasma" se ubican en pequeñas localidades de las alas, pero en las cercanías del centro, con una población por encima de las 800.000 personas, están abiertas 23 terminales que no llegan ni a quince usuarios por jornada, mientras que otras 27 están por debajo de los 25 viajeros.

El colectivo de usuarios "Asturias al tren" ha propuesto el cierre de numerosos apeaderos que apenas tienen uso y que disponen de alternativas de transporte público, así como la reconversión en paradas facultativas de otras terminales con escasos viajeros. Se trata de una solución que no convence ni a los sindicatos ferroviarios ni al Gobierno regional, que espera acordar con el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, un plan para mejorar y potenciar las cercanías ferroviarias.

La postura del Principado al respecto pasa por la necesidad de realizar inversiones en los trazados y en la renovación del parque móvil, así como por una gestión de la red que priorice los enlaces semidirectos, pero sin que ello conlleve clausuras de estaciones.

El objetivo final de la Administración autonómica es lograr que el uso del ferrocarril en el Principado se duplique y pase a 14 millones de usuarios, con la perspectiva de que supere los 19 millones de viajeros en el año 2030. Para ello, reclama a Fomento un gasto de 1.500 millones en trenes y trazados.