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Arquitectura personal (II)
ARGENTINO "GENTO" PANICERES Empresario pionero del transporte sanitario

"Cogía accidentados, me manchaban el taxi y pensé que faltaba una ambulancia"

"Nunca creí que lo que había creado iba a alcanzar la altura de Transinsa, y siento la satisfacción de ir viendo a los hijos responder"

Gento Paniceres, dentro de una de las primeras ambulancias. LUISMA MURIAS

Argentino Paniceres Carrio, "Gento", (Bimenes, 1935) está en el núcleo fundador de Transinsa, la gran empresa del transporte sanitario de Asturias. De niño fue pastor; de adolescente, albañil, y de joven, minero. Ya casado, compró un coche y sacó una licencia de taxi para llevar a la gente a los mercados, pero, sin conocer límites, pronto transportó mineros a Bélgica.

Está casado con Araceli Estrada, compañera de vida, trabajo y empresa. Tienen dos hijos y cuatro nietos.

-¿Por qué dejó los viajes?

-El Alsa nos quitó los viajes en 1968. Ya había que hacer noche, justificar, tener facturas, cumplir normas de transporte y adaptarse a horarios. Había mucho control y regulación y no me compensaba. Había comprado un Seat 1.400 sin licencia y contrataba a un chófer para ayudarme, pero entre chófer y multas, ganaba más solo. En 1965 compré un microbús de 15 plazas que, al final, vendí a mi hermano para que llevara mineros de Rozaes a Melendreros.

-¿Y usted?

-Compré taxi, quedé en Nava y llevé una vida más tranquila, siempre pensando en cómo seguir. El taxi da dinero a fuerza de horas, de saber estar y de coger lo que otros no querían. Iba a Pandenes, muy temprano, para llevar a los que iban al tren y les decía que me cogieran a la vuelta, llamando por teléfono. Yo era inquieto y tenía buena clientela.

-Y todo pa'l calcetu.

-Cuando dejé de ir a Bélgica salieron a la venta un bajo, un sótano y un piso en una casa nueva. Costaban 1.240.000 pesetas. El día de la fiesta de la Salud íbamos Araceli y yo a la romería con Martín en cuello, empezó a llover, dimos la vuelta y fui a buscar al constructor y a negociar.

-Lo compró todo.

-Gasté todo lo ahorrado y me avalaron en el banco Pepe Caso, que era el alcalde, y Pedro Sánchez, que tenía lagar y negocios. Se lo agradecí toda la vida. Esos bajos fueron mi vida.

-¿Por qué?

-Los arrendé para el ambulatorio y le propuse a Alonso de Nora, que llevaba la Seguridad Social, que mi mujer fuera limpiadora y yo, celador. Quería que me llevaran el dinero a casa.

-¿Lo logró?

-Lo mío, no. Otro alcalde me propuso que arrendara el sótano para la discoteca Eros. Ganábamos cuarenta y pico mil pesetas de alquileres desde 1974.

-Me suena esa discoteca.

-Dio mucho dinero a los que la llevaban. Fue la época en la que entró la droga.

-Tuvo que seguir con el taxi.

-Sí. Asistía a los accidentados y no ganaba para asientos ensangrentados y eso no lo cubría el seguro. Pensé que hacía falta una ambulancia. Lo conté a la mujer y me dijo: "Ay, siempre estás inventado cosas". Pregunté al médico y al Alcalde... El día del referéndum de la Constitución me tocó ser presidente de mesa en Priandi y cuando acabé, a las 10 de la noche, cogí a los dos guajes y a la mujer y marchamos a comprar la ambulancia a Játiva (Valencia).

-¿Su mujer conducía?

-Sí. Le había comprado un 600 de segunda mano y aprendió a conducir en fincas, entre balagares. Hacía falta porque yo nunca estaba en casa y ella necesitaba salir de Priandi.

-Empezó a trabajar como ambulanciero.

-Y me salía más trabajo que para el taxi. Mi mujer sacó el carné para taxi, hicimos cursos de primeros auxilios en El Entrego y ella obtuvo un permiso del Ayuntamiento para conducir la ambulancia.

-¿Quién trabajaba más la ambulancia?

-El que estaba en casa. Aunque vivíamos encima del ambulatorio y nos llamaban para cualquier traslado a Oviedo, entonces había que estar pegado al teléfono para recibir los avisos. Araceli condujo mucho. El primer viaje que hizo fue de un motorista de la Guardia Civil, un sábado por la mañana. La carretera de Infiesto y Nava era muy mala.

-¿Sacaba dinero?

-No, pero sabía que tenía que dar dinero. Empezamos cobrando a los pacientes, pero luego traían un volante de la Seguridad Social y tenía que llevarlos. No tenía contrato con la Seguridad Social, y me pagaba si quería. Había una asociación, Apadea, con 90 ambulancias, que sí cobraban.

-¿Qué hizo?

-En 1980 hice una asociación con otros seis propietarios de ambulancias. Se llamó Asetra. Denuncié a la Seguridad Social porque los contratos de Apadea no habían salido a concurso público y reclamé que hubiera un concurso. Me lo llevaron Sosa Wagner y Bocanegra. Antes de la sentencia, que fue favorable, cambió el Gobierno.

-Los socialistas, en 1982.

-Nombraron director del Insalud a Francisco Ortega Suárez, al que le expliqué la situación y sacó un concurso público en 1983. Apadea no concurrió. Asetra asumió el trabajo de todos.

-Pero sería una barbaridad.

-Trabajábamos día y noche. Nos ayudó la Cruz Roja, que organizó el 006. Así estuvimos seis meses, con boicot y vuelco de ambulancias.

-¿Y lo de cobrar?

-Fui a la Moncloa por medio de Matías Rodríguez Inciarte, que había sido vicepresidente con UCD y, a través de mi hermano, hablé también con Ciriaco de Vicente (socialista), quien me dijo que hablaría con los de la zona y me tendrían que pagar. En una semana me pagaron los tres años de deudas. Lo había pasado muy mal. Pagaba los créditos al 29%.

-¿Seis meses después de todo aquel trabajo que sucedió?

-Me volvió a llamar Ortega y me dijo que iba a sacar un concurso público con un precio único y una empresa por área sanitaria. Acudimos los de las dos asociaciones y gané el área 6, el Oriente.

-Siguiente paso.

-Unir las dos asociaciones de ambulancias. Hubo la condición de que no presidiera la nueva ni Celso Noval ni yo, que éramos los presidentes de las ya existentes. Propuse a José Ramón Campos Mulero, mi secretario. Fue en 1986.

-Este negocio tiene que haber cambiado mucho.

-Entonces se trabajaba muy a gusto con tu área. Hice Ambulancias Oriente en 1989 con otro socio y en 1993, Ambulancias Principado como único socio.

-¿Cuántas llego a tener?

-Cinco ambulancias. Conducíamos mi mujer y yo, mi hijo Ángel y el primer trabajador, que fue Luis Canellada. En 1999 el Insalud decidió que cada provincia tuviera un único contrato. Aquí había entonces ocho empresas y organicé una unión temporal de empresas (UTE). En 2006, las cinco empresas que quedan dentro de la UTE se convirtieron en Transinsa.

-¿Hasta cuándo estuvo usted al pie del cañón?

-Hasta 1998. Luego siguieron las segundas generaciones.

-Hablando de hijos. ¿Fue un padre presente?

-Estuve lo que paré en casa.

-¿Qué tal siente que le ha tratado la vida hasta ahora?

-Bien. Los baches no se pueden decir.

-¿Y desde que se jubiló?

-Mejor. Nunca pensé que lo que creé iba a alcanzar la altura de esta empresa. Y está la satisfacción de ver que los hijos van asumiendo y responden y hacen la mejor empresa de ambulancias de España.

-¿Cómo llevó el parón?

-Muy mal. Quería seguir mandando y trabajando. Tengo la emisora en la cocina y funciona, lo que pasa que ahora ya no se avisa por radio.

-¿Con qué se entretuvo?

-Hace años, reparé la casa en Priandi y construí un muro de piedra de 50 metros. Hice muches burraes con piedras y andamios porque tengo una prótesis de cadera y marcapasos. Me gustó hacerlo y saber hacerlo. Fui muy burro pa mí y ahora toy aparrao. Disfruto de los nietos. El mayor, Ángel Paniceres Fuentes, de 22 años, fue campeón de rallies junior durante 4 años consecutivos y estudia ADE en Santander. Su hermana, Sofía, de 18, hace Enfermería. Carmen Paniceres López Arranz, de 18 años, empezó Medicina en Lérida, y Celia, de 15 años, Bachillerato.

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