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CARLOS NORES | Biólogo de la Universidad de Oviedo y autor del plan de control del jabalí

"La población de jabalíes va a seguir aumentando hagamos lo que hagamos"

"El número de ejemplares que haría falta matar para frenar su crecimiento es inabordable en este momento; no hay cazadores suficientes en Asturias"

Carlos Nores, ayer, en Oviedo. FERNANDO RODRÍGUEZ

-¿Cómo piensa un jabalí?

-Como un animal. Me alegro de que me haga esta pregunta porque solemos interpretar las cosas como personas en vez de como lo haría un jabalí. A menudo decimos: "Pero bueno, ¿cómo puede ser posible que el jabalí esté en la ciudad si su hábitat natural es el bosque?". No, el hábitat natural de cualquier especie es aquella que le proporciona refugio y alimento. Y eso es lo que ocurre en este momento. Si el jabalí hablase nos contestaría: "Estoy en la ciudad, porque aquí estoy más a gusto". Y si está más a gusto, se reproducirá. Eso es precisamente lo que hay que evitar, porque las crías aprenden de sus madres una conducta, de tal forma que si la jabalina come basura, las hijas también. La "cultura jabalinera" se transmite de madres a hijos, no de padres a hijos. Ahí está la madre del cordero, o mejor dicho, la madre del jabalí.

Carlos Nores (3 de enero de 1953) es profesor de Zoología de la Universidad de Oviedo y autor del plan de control del jabalí en Asturias. El Ayuntamiento de Oviedo acaba de encargar a su grupo de investigación del Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot) un informe para actuar frente a la especie en la zona urbana.

-Por fin el Ayuntamiento ha reclamado su ayuda.

-Sí, de hecho hoy (por ayer) nos llegó la notificación oficial. Y ya tenemos datos de la Policía Local sobre las incidencias, que ahora tendremos que analizar para conocer por ejemplo su estacionalidad. Yo entiendo que sólo a través del conocimiento se pueden hacer planes efectivos. Suelo utilizar el símil del médico: hay que conocer los síntomas, diagnosticar y dar el tratamiento adecuado. Pero claro, primero hay que reflexionar no sólo sobre la información local sino también sobre la que existe entre otros sitios.

-¿Qué tipo de medidas van a proponer al Gobierno municipal?

-Nosotros vamos a proponer actuaciones que ya se han llevado a cabo en muchos cascos urbanos. Esto no quiere decir que el Ayuntamiento las vaya a poner en marcha. Nosotros proponemos y ellos deciden. Una de las ideas que tenemos es que la recogida de basuras se haga en contenedores subterráneos a los que los jabalíes no tienen acceso. Pero una cosa es que yo lo diga y otra muy distinta es que de verdad se pueda llevar a la práctica. Otra propuesta es la realización de una encuesta. Entendemos que esto es muy importante porque no conocemos con detalle cuál es la sensibilidad de la gente ante el jabalí ni cuáles son las diferencias entre los vecinos de Vallobín o La Florida y los del centro de la ciudad. No se trata no obstante de hacer un referéndum de "Jabalíes sí, jabalíes no". De lo que se trata es de tener la información más detallada posible para hacer un tratamiento eficaz con la aceptación de la ciudadanía.

-¿Qué otras actuaciones tienen en mente?

-La tercera pata del plan es la información general que se le tiene que hacer llegar a los ciudadnos. Son cosas de sentido común, como no alimentar a los jabalíes. La filosofía que subyace detrás del informe es que cuantos menos sean los contactos entre ser humano y jabalí, menor será la probabilidad de que se produzca una incidencia desagradable. Estos conocimientos básicos se pueden hacer llegar a través de asociaciones de vecinos, trípticos, la propia prensa, la web del Ayuntamiento...

-Se trata, por tanto, de adelantarse al problema.

-Efectivamente. Desde el punto de vista municipal yo entiendo que la mejor estrategia es la prevención, no la de quitar jabalíes de en medio porque eso le corresponde a la comunidad autónoma. Para mí lo que sería un éxito es que la gente hablase menos de jabalíes, porque eso querrá decir que ya no se sienten amenazados por la especie.

-En cualquier caso, como comenta, hace falta una intervención también regional.

-Son las dos caras de una misma moneda. Por eso hablamos de colaboración entre administración y entre la sociedad. Aquí hemos intervenido antes de que se consolide el proceso de habituación; no hay jabalíes diurnos que vivan cerca del casco urbano como ocurre en Barcelona. Esa es la situación que debemos evitar en Asturias. Lo que es inevitable es que el número de jabalíes en zonas bajas de la región siga aumentando, hagamos lo que hagamos. Porque el número de animales que haría falta cazar para contener el crecimiento de la especie es inabordable en este momento. No hay cazadores suficientes para multiplicar el número de capturas. Entonces, lo que nos queda es disminuir el riesgo de contactos.

-¿Y por qué dice que van a seguir aumentando?

-Porque caben más. Las poblaciones no pueden crecer indefinidamente, llega un momento que en ecología se llama capacidad de carga, que es que el número de ejemplares se estabiliza cuando todos no caben en la misma zona. Esta situación está muy cerca de darse en la Cordillera Cantábrica, donde están las reservas. En las zonas de valle hace treinta años no había jabalíes, pero debido a estos problemas de competencia, colonizaron una zona nueva y se produjo una explosión demográfica. Antes estaban en la montaña porque era donde el hombre tenía más dificultades para perseguirlos.

-Los siniestros de coches por fauna salvaje no paran de aumentar. ¿Qué se podría hacer?

-Hace quince años hicimos un estudio en relación a la siniestralidad de corzos y jabalíes en Asturias y vimos que los accidentes no se producían donde había muchos animales, sino donde había muchos coches. El factor más importante, incluso más que la densidad de los animales, era la velocidad de los coches. De tal manera que si excluimos las autopistas, que están valladas, las carreteras de mayor siniestralidad son las nacionales. No obstante, es necesario construir vallas a prueba de jabalí y el requisito principal es que tengan del orden de 30 centímetros de cemento por debajo de la superficie. Incluso así pueden entrar a través de los accesos a las autopistas. Una solución sería poner puertas canadienses, de tal manera que los animales ungulados no podrían pasar.

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