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JAVIER URRA | Psicólogo forense y primer Defensor del Menor de España, publica "Primeros auxilios emocionales para niños y adolescentes"

"Los padres tienen que supervisar la intimidad de sus hijos"

"Nos hemos instalado en psicología positiva al más puro estilo Disney"

Javier Urra. NATALIA KACHMAR

Javier Urra (Navarra, 1957) dice vivir para los niños y los jóvenes, vocación que adquirió en su época de scout. También es profesor universitario, gestiona colonias de jóvenes problemáticos y escribe libros para ayudar a los padres a lidiar con unos hijos que no se entienden ni a sí mismos, sobre todo en la complicada etapa de la adolescencia. Este psicólogo forense que se convirtió en 1996 en el primer Defensor del Menor en España publica "Primeros auxilios emocionales para niños y adolescentes" (La Esfera de los Libros), donde propone algunas "vacunas" para prevenir situaciones de riesgo en los jóvenes. "Los padres tienen el derecho y el deber de supervisar la intimidad de sus hijos", asegura tajante el prolífico escritor y doctor en Psicología y en Ciencias de la Salud, que presume de llevar una vida muy plena y tremendamente activa a pesar de haber sufrido un infarto de miocardio justo cuando dejó en 2001 su cargo de Defensor del Menor. Lejos de amilanarse, Urra ve los tres stents que le pusieron como la prueba de que no pudo hacer más en una institución que le sirvió para mostrar a la sociedad que los niños tienen derechos, deberes y, sobre todo, voz.

-Me parece alarmante el dato que da en su último libro: el 70 por ciento de las muertes prematuras en el adulto se debe a conductas iniciadas en la adolescencia, ¿por qué es así?

-Ése es un dato de la Organización Mundial de la Salud que demuestra que somos lo que quedó del niño que fuimos. Si crecemos con una madre depresiva, sufrimos acoso escolar, nos enganchamos al juego o sufrimos vivencias negativas podemos generar sentimientos de odio y rencor que nos pondrán en situaciones de riesgo que nos afectarán cuando seamos adultos.

-Hábleme de las vacunas para dirigir la mente de los jóvenes.

-El antídoto es una buena educación. Otro es el ejemplo de los padres. Hay que dar a los hijos seguridad y amor para que aprendan a ser responsables y para que sepan que la vida no es fácil.

-¿Están nuestros niños y adolescentes preparados para enfrentarse a la incertidumbre, la duda y las rupturas?

-No. El mensaje que les mandamos es que en esta vida no hay cabida para la incertidumbre ni la duda, cuando dudar es algo normal. Nos hemos instalado en la psicología positiva al más puro estilo Disney que nos dice que podemos con todo, y eso es falso. No todo depende de nosotros y eso se ve en las rupturas, para las que tampoco preparamos a los niños. Hay que enseñarles que tu pareja puede dejar de quererte un día y que poco puedes hacer ante esta situación porque no se puede forzar la voluntad del otro.

-El juego on-line es adictivo, ¿cómo debe abordarlo la familia?

-Antes que abordarlo habría que prevenirlo. La gente se engancha al juego patológico en cinco años, tiempo que se reduce a uno cuando el juego es on-line. Los padres tienen que supervisar lo que miran sus hijos en internet.

-¿Vulnerando la intimidad de los jóvenes?

-Los padres tienen el derecho y la obligación de supervisar la intimidad de los menores. Antes los padres miraban nuestros cajones, ahora deberían tener también vía libre para vigilar los móviles de los hijos y evitar así los peligros que circulan por la red. Lo ideal sería avisar al hijo que de vez en cuando vas a supervisar su actividad en internet.

-Los jóvenes quieren disfrutar al máximo el presente, ¿hasta qué punto es dañino ese presentismo total?

-Esa necesidad de imbuirse de presente es muy normal durante la adolescencia. Se trata de una actitud irresponsable en ese paso de niño a adulto que unos manejan bien y otros sin darse cuenta se ponen en situaciones de riesgo, cuyas consecuencias son incapaces de calibrar.

-¿Cómo es posible que se extiendan prácticas como la ruleta sexual o el muelle, tan peligrosas para la salud como inmorales?

-No seré yo quien diga si esos juegos son o no inmorales, pero lo cierto es que hay que hacer entender a los jóvenes que somos algo más que nuestro cuerpo. Ese tipo de prácticas son peligrosas y además es curioso el papel que toman las chicas en las relaciones sexuales, que además practican sin protección.

-¿Qué papel adoptan las chicas?

-Muchas de ellas sólo mantienen relaciones sexuales para que el chico no se vaya con otra. Lo hacen por miedo a quedarse solas. Hoy en día prevalece la idea del sexo fácil y sin trascendencia, y hay que enseñar a los niños que el sexo es bueno pero también el amor y el respeto. Lo del juego del muelle es como darse un atracón de comida, se declina el respeto, el cortejo y el afecto.

-¿Estamos ante una juventud sin principios morales?

-Yo creo que todos tenemos criterios morales, pero a los jóvenes se les confunde con el mensaje de que todo vale. Tenemos que transmitir a los jóvenes valores morales y éticos y uno fundamental es el de la humildad, que tanto escasea.

-¿Cómo descubrir las señales que envían esas ocho de cada diez personas que se quitan la vida?

-Hay varias posibles señales de riesgo. Hay que prestar atención al que habla sobre la posibilidad de suicidarse. El 70 por ciento de los padres a los que se les ha suicidado un hijo reconoce que éste lanzó unas señales que no supieron interpretar. Antes de quitarse la vida uno suele mostrarse deprimido, aislado, irritable, se tiende también al consumo de alcohol y otras drogas?

-¿Qué pueden hacer los padres ante estas señales?

-No tratar de enfrentarse solos al problema. Hay que recurrir a ayuda profesional y a veces a medicación, y no olvidar que entre el 30 y el 50 por ciento de los jóvenes que intentan suicidarse lo hace más de una vez. Lo que quieren es cambiar una situación de desesperanza y pasan al acto sin pensar en las consecuencias de esa decisión. Los varones se suicidan más que las mujeres, pero éstas lo intentan más veces.

-¿En qué consiste la educación emocional?

-Es la educación que debemos recibir para convertirnos en personas humanas. Se nace humano, pero sólo con esa educación que socializa al ser humano para que sepa, por ejemplo, manejarse ante el dolor y el sufrimiento se llega a ser persona.

-Usted fue el primer Defensor del Menor de España en la Comunidad de Madrid. Dígame, por favor, su gran conclusión de esa experiencia.

-Fue una experiencia fantástica. Nada más dejar el cargo sufrí un infarto de miocardio. Tengo tres stents, lo que demuestra que no pude hacer más durante aquella etapa. Además, me alegro de haber hecho entender a la sociedad que los niños tienen derechos, deberes y voz. Se habla mucho de los jóvenes pero no se cuenta con ellos. Eso es preocupante.

-¿Qué otras cuestiones le preocupan?

-La dejación de la sociedad ante el abuso del alcohol y cannabis de los jóvenes. Los ayuntamientos no ofrecen alternativas de ocio atractivas y los jóvenes se lanzan a la práctica del botellón. Lo cierto es que con el PP se han producido ciertos avances legislativos.

-¿Qué avances destacaría usted?

-Veo muy acertada la prisión permanente revisable para los pederastas. Tenemos más de 800 en nuestras cárceles. Ha sido bueno subir a 16 años la edad de consentimiento para mantener relaciones sexuales con un adulto y perfecto decretar que el que tenga sentencia firme por abusos sexuales a niños no pueda trabajar con niños. En España hay 43.000 personas con este tipo de sentencia que no pueden trabajar donde hay niños.

-¿Cómo recibieron los padres agobiados las propuestas prácticas del libro que escribió en 2013?

-Bien. Los padres se agobian porque quieren la felicidad para sus hijos y la felicidad plena no existe. Hay que enseñar y aceptar que los hijos también pueden estar tristes. Además los padres quieren ser también buenos en sus trabajos, atentos con sus parejas y hacerlo todo bien. Se saturan y tendrían que comprender que no todo el proceso de desarrollo de los hijos depende de ellos.

-¿Acertamos al tratar de evitar que nuestros hijos sufran?

-No. Hay que procurar fortalecer a los niños para que sepan afrontar las adversidades de la vida. La vida es dura, no un parque temático, y sobreproteger a los niños es un error que se pagará caro. Educar supone no dejarse chantajear.

-Como hace el pequeño dictador de su libro de 2011.

-Exacto. El pequeño dictador va chantajeando día a día ante unos padres que ceden para evitar estallidos o riñas de ese pequeño matón. El que cede al chantaje alimenta a un monstruo.

-¿Qué es antes la vida o la muerte?

-No lo tengo claro porque yo no recuerdo haber estado mal antes de nacer y no tengo claro que vaya a estar mal cuando muera. López Otín dice que lo importante no es alargar la vida sino ensancharla. No entiendo mucho esa obsesión por vivir muchos años. ¿Para qué si no sabes disfrutar de la vida?

-¿Qué se puede pedir a la vida?

-No más de lo que la vida te pueda dar y hay que estar muy agradecido con la vida. Es fundamental no ponerse metas inalcanzables y ser consecuente con lo que uno quiere. Por ejemplo, a mí no me merece la pena renunciar a una caña de cerveza aunque muchos me digan que sería mejor que dedicase ese tiempo de tertulia en un bar a hacer deporte.

-¿Por qué los padres no entienden a sus hijos?

-Porque hay hijos que no se entienden ni a sí mismos, sobre todo en la adolescencia. Además hay padres que quieren conocer todo de sus hijos y eso es un error. ¿Les contamos nosotros todo a nuestros hijos? Los chicos tienen que tener secretos siempre y cuando no les supongan un riesgo.

-¿Pero qué secretos tienen cuando lo cuelgan todo en internet?

-Es un problema. Hay que enseñarlos a usar las nuevas tecnologías de forma segura y responsable. No se puede usar el móvil para controlar a tu pareja. Veo con preocupación que el 35 por ciento de los jóvenes cree que los celos es una prueba inequívoca de amor, porque confunden el amor con la posesión.

-¿Deberían empatizar los padres con sus hijos para tratar de conseguir su confianza?

-Deberían empatizarse para decirles que un día les fallarán todos pero que ellos van a seguir ahí, a su lado. Hay que decir una vez en la vida a nuestros hijos que daríamos nuestras vidas por ellos para que sepan que estamos con ellos aunque tomemos decisiones que no les gustan.

-¿Es maltrato dar un cachete a un hijo?

-No si después se le explica la razón de ese cachete. El maltrato es decir a unos niños que tienes un nuevo novio y que por eso no los quieres volver a ver. El maltrato es el daño gratuito y por supuesto cuando uno pega a su hijo de forma abusiva.

-Esa relación jerárquica ha cambiado mucho. Antes los maestros pegaban a los niños en la escuela y ahora hay padres que pegan a los maestros por reñir a sus hijos. ¿Qué ha pasado?

-Que la palabra autoridad ha caído en desuso. Nunca he pegado a mis hijos, pero ven claramente con mi mirada lo que deben o no hacer.

-¿Cómo influyen los padres en sus hijos, en los mayores de mañana?

-Mucho porque se educa en el ejemplo y el niño se proyecta en lo que ha visto en su casa. Desde niños aprendemos de observar a otras personas. Es el aprendizaje vicario, y si por ejemplo nuestro padre maltrata a nuestra madre corremos el riesgo de convertirnos en maltratadores cuando lleguemos a adultos.

-¿Tienen razón los padres que se consideran culpables de tener hijos delincuentes?

-Lo que tienen es alguna responsabilidad. Lo que más me llama la atención es que los padres de chicos agresores no suelen pedir perdón a las víctimas.

-¿Son nuestros genes culpables?

-No existe el asesino nato. Hay chavales que odian y tienen mucho rencor, pero eso se cuece y se instaura durante mucho tiempo por diferentes circunstancias y esos sentimientos son los que hay que detectar cuanto antes para revertir la situación.

-¿Qué diría Rousseau si pudiera escucharle?

-No confío mucho en Rousseau, que además no fue buen padre. Eso de que el ser humano es bueno por naturaleza y que lo corrompe la sociedad no me cuadra. Al niño hay que educarle para que se haga persona y sepa ponerse en el lugar del otro.

-¿Es para nosotros más importante mandar que hacer el amor?

-Freud hablaba de poder y amor y yo creo que para el ser humano es más fuerte el ansia de poder. En casi todas las parejas hay siempre una lucha de poder.

-¿Hay que convencer a los niños de que deben formarse y esforzarse porque si lo hacen la vida les recompensara?

-Hay que convencerles de que tienen que esforzarse, pero hacerles ver también que eso no significa que vaya a haber recompensa segura. La vida no es justa. Hay que esforzarse porque la vida no nos viene dada.

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