Los murcianos Mariana Ferrandini, Laura Juguera, Manuel Pardo y Alberto Nieto se despojaban ayer de gorros de lana y bufandas en las inmediaciones del puerto deportivo de Llanes mientras daban un plácido paseo. "Tampoco es para tanto", afirmaban en relación a la temida ola de frío que los meteorólogos pronosticaron para esta semana.

Llanes fue una de las localidades en las que se registraron las máximas de temperatura más elevadas, al igual que en otras localidades costeras, en las que el termómetro llegó a alcanzar los 7 grados sobre cero: casi 20 grados de diferencia respecto a los gélidos -13 grados que se midieron en el puerto de Leitariegos. En algún momento del día también se llegaron a alcanzar los 8,8 grados en Colunga, según los datos recogidos por la Agencia Estatal de Meteorología.

Por eso, para el grupo de murcianos que no percibía la anunciada ola de frío, la cosa no era para tanto. Curiosamente salieron de Murcia pensando que se iban a encontrar una Asturias teñida de blanco, pero la paradoja fue que las nieves terminaron cayendo en su ciudad, provocando allí una estampa poco habitual. "Veníamos con la maleta llena de chaquetas, gorros, bufandas y guantes", indicaron. Durante buena parte de la mañana los termómetros marcaron en Llanes entre 4 y 5 grados, aunque la sensación térmica no era desapacible.

"Pensamos que la nieve iba a estar aquí y la dejamos en casa. Allí la gente está flipando. No se recordaba una nevada similar desde hace 35 años", señalaron. En Asturias llevan desde el miércoles combinando trabajo y ocio. "Hace frío, pero de esta no nos congelamos. En Murcia teníamos la pasada semana 10-15 grados", aseguró Antonio Nieto.

Los turistas señalaron que hasta la fecha han podido hacer todo lo que se han propuesto sin que el tiempo les impidiese. "Ayer (por el miércoles) hemos estado en Cudillero e incluso vimos el sol y todo. Hoy por la tarde (por ayer) visitaremos Lastres y Gijón", subrayó Laura Juguera. En Llanes, mientras esperaban para comer, paseaban por el casco antiguo, la zona portuaria y visitaban el paseo de San Pedro conviviendo con un frío llevadero y mucho menos virulento del esperado en la villa de Posada Herrera.