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Maestros y discípulos

Cerezo: "A los jóvenes les encanta investigar pero existe un techo de cristal"

Laspra: "Es una pena invertir en formar especialistas para que luego hagan otras cosas"

José Antonio López Cerezo y Belén Laspra en el edificio departamental del Milán. IRMA COLLÍN

La filósofa Belén Laspra hace historia de la Universidad de Oviedo. Es la primera investigadora de esta rama de conocimiento becada por la NASA. La joven inicia esta semana una estancia posdoctoral en la Universidad de Michigan con Jon Miller, investigador del Centro de Estudios Políticos de la Universidad americana, donde lleva más de veinte años trabajando en torno a la definición y medición de la alfabetización científica. En ese contexto, la Agencia Espacial Estadounidense financia estudios sobre percepción social de la ciencia y la joven filósofa asturiana ha sido una de las seleccionadas para incorporarse al equipo de Miller. "Yo buscaba una estancia en el extranjero y él, gente nueva para su equipo así que presenté la candidatura", indica Belén tras un contacto previo con el investigador en un simposio celebrado en la Universidad de Oviedo sobre "Significado y Mediciones de Cultura Científica".

A Belén le interesan cuestiones como alfabetización y cultura científica, cómo se miden, qué es cada una de ellas y poder responder a interrogantes tales como cuánta cultura científica es suficiente. Miller trabaja en ámbitos similares y decidieron unir fuerzas. Para ella es una oportunidad de incorporar estancias internacionales a su currículo. Para él, recibir a estudiantes de otras universidad le permite abrir el foco de sus investigaciones. "Me voy con la mente abierta. Después de Michigan me gustaría ir a otro sitio pero al final claro que querría regresar a Oviedo", reconoció a LA NUEVA ESPAÑA horas antes de viajar a Estados Unidos con su pareja y sus hijos: un niño de 7 años y dos gemelas de 5. "Si tuviera un contrato formal aquí, no movía a toda mi familia pero no lo ponen fácil para quedarse".

La joven llevaba siete años vinculada al grupo de Estudios Sociales de la Ciencia (CTS) en la Universidad de Oviedo. La falta de ayudas para dar acomodo a los nuevos doctores en la institución docente asturiana, llevó a Belén a optar a una de las plazas postdoc convocadas por Miller. "Es inaudito que la NASA financie a un filósofo", cuenta su maestro en Asturias, el catedrático, José Antonio López Cerezo.

Laspra, doctora en Filosofía desde hace un año, con máster en Estudios Sociales de la Ciencia y máster TIC en Entornos Virtuales de Formación, fue becaria predoctoral "Severo Ochoa" en el departamento de Filosofía hasta 2014. Anteriormente disfrutó de una beca "Erasmus" de doctorado en Finlandia. Pero lo máximo a lo que había podido acceder fue a una plaza de profesor sustituto. "En investigación existe cierta inestabilidad a la que te acostumbras a vivir", relata la joven, "y eso crea perfiles particulares". Esa inseguridad, prosigue Laspra, va en detrimento de la investigación al no dar oportunidades a los jóvenes pero también perjudica a las universidades que pierden a los recursos humanos que formaron. Gran parte de los compañeros de promoción de Belén opositaron para trabajar como docentes en enseñanzas medias.

"Es una pena que se invierta tanto en hacernos especialistas en algo para que luego muchos acaben por dedicarse a otra cosa", lamenta la joven filósofa becada por la NASA. "A nuestros jóvenes les encanta la investigación pero tiene que marcharse y buscar otra cosa", recalca Cerezo. "Aquí, en Asturias, lo único que te encuentras es un muro; yo tuve suerte", agrega ella. "Existe un techo de cristal que no se ve. Tenemos gente muy preparada que se va y no vuelve", recuerda López Cerezo. El "muro" llega a tal extremo que a Belén le cancelaron la cuenta de correo corporativo de la Universidad de Oviedo semanas antes de marcharse a Michigan. Ya no la consideran una más en la comunidad universitaria. Pese a todos los obstáculos, ella no renuncia a sus orígenes. Le gustaría regresar a Oviedo finalizada la etapa estadounidense.

De cara a este nuevo reto en su carrera, Belén aprecia algunas diferencias entre la concepción de cultura científica en EE UU y en Europa. "Allí están muy centrados en la cultura científica como enseñanza escolar y aquí nos centramos en su valor práctico y en cómo la cultura científica puede contribuir a enriquecer la vida de las personas", explica el maestro. En general, continúa Cerezo, en EE UU existe una visión "muy cívica" de la cultura científica mientras que en Europa se considera un elemento que aporta juicio crítico. "En una sociedad llena de crisis alimentarias y tecnológicas, la cultura científica sirve para proteger al consumidor frente a posibles abusos por parte de la publicidad, los poderes públicos...", explica el catedrático.

En el grupo CTS (Ciencia, Tecnología y Sociedad) de la Universidad asturiana, del que forma parte la Unidad de Investigación en Cultura Científica del CIEMAT, Belén se encontró con el que ha sido su maestro, el catedrático José Antonio López Cerezo, uno de los investigadores más destacados del ámbito iberoamericano con un amplio reconocimiento en la vanguardia de la investigación mundial en temas de Ciencia, Tecnología y Sociedad. Su formación tuvo lugar en las universidades de Valencia y Helsinki (Finlandia) por eso aconseja a sus discípulos que salgan fuera a ver otras realidades. "En Humanidades estamos padeciendo la falta de becas FPI (Formación del Personal Investigador) y las Severo Ochoa", lamenta el catedrático. "Y en Filosofía llevamos cuatro años sin ayudas", remarca Belén Laspra, "eso genera un problema de funcionamiento porque nuestra estructura como grupo necesita de un soporte humano".

El carácter interdisciplinar de su campo de investigación (colaboran con psicólogos, economistas, sociólogos, ingenieros o bioquímicos) lleva a que el día a día de su trabajo se presente como un "desafío". La beca de Belén en Michigan permitirá establecer alianzas entre la Universidad estadounidense y la de Oviedo. Desde Asturias encuentran dificultades a veces para obtener respaldo en sus estudios sobre cultura científica que implican a varias disciplinas. Uno de sus principales desafíos no es ya el de crear vocaciones científicas sino "no destruirlas; los jóvenes pierden interés por la Ciencia a medida que ascienden de nivel educativo". Para invertir esa tendencia ellos han jugado un papel destacado en la puesta en marcha de la Semana de la Ciencia y varias actividades de divulgación desde la Universidad de Oviedo. "La ley de Ciencia dice que debe primarse la divulgación de la cultura científica pero no se dota de los recursos necesarios a las autonomías", se lamentan.

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