Son miles de años de sopetón. Andrea de la Rosa, alumna del IES Bernaldo de Quirós de Mieres, resume así el susto y la indignación de los alumnos asturianos que preparan la Selectividad. De pronto, a más de mitad de curso, han sabido que en su examen de Historia en la nueva EBAU (Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad) ya no entran sólo, como hasta ahora, los siglos XIX y XX, sino todo lo que va de la Prehistoria a la normalización democrática de España. La inflación de contenidos les indigna, se quejan de que se les trata peor que a sus predecesores y de que el súbito ascenso del temario a demasiado poco tiempo de la prueba puede afectar a sus notas y a la elección de carrera universitaria. Los profesores, mientras tanto, se afanan en explicar a los estudiantes el nuevo esquema, advirtiendo de que los contenidos relativos a la Edad Contemporánea aún tendrán un peso del 70 por ciento frente al 30 de la Historia anterior, como aclaró ayer Juan Freije.

"Transcurrida la primera evaluación y, a punto de terminar la segunda, aún no tenemos claro como va a ser la prueba de acceso a la universidad", lamenta por ella y por todos sus compañeros Ana Fernández, alumna de segundo curso de Bachillerato en el instituto Galileo Galilei de Navia. Fernández considera que los alumnos de este curso están siendo tratados con una clara "desventaja" con respecto a los de años anteriores y pide que, si se modifican las leyes, "al menos que lo hagan antes de que dé comienzo el curso para tener las cosas claras desde entonces".

La prueba de Historia, se queja, cambia en estructura y también en contenido. "Se añade al temario de la antigua PAU un treinta por ciento de materia desde la prehistoria hasta el siglo XVIII; cabe destacar que llevamos cinco meses sin estudiar esa parte de la Historia". Denuncia, además, que estas decisiones se conozcan "a tan solo unos meses de la prueba" que decidirá su futuro, por lo que "el tiempo se nos echa encima para acabar de dar el temario previsto y poder preparar los contenidos nuevos". "No me parece justo el trato que estamos recibiendo, cuando además se nos aseguró que los cambios serían casi imperceptibles. Solo esperamos que recapaciten y se den cuenta de que no pueden tener a toda una generación en la más plena incertidumbre y hacer cambios tan radicales, cuando lo que estamos poniendo en juego es nuestro futuro", remata.

De Occidente a Oriente se percibe el mismo enfado. Daniel Velasco, estudiante del IES Avelina Cerra de Ribadesella y un apasionado de la historia, lo exterioriza diciendo que "si fuera un cambio estructurado, que se empezase a estudiar Historia de España en Secundaria, no lo vería mal. Pero meternos en febrero a estudiar todo el libro me parece una forma bastante poco profesional de trabajar y algo muy drástico". El riosellano quiere estudiar un título propio de Historia y Economía en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y depende de su nota para acceder.

Su compañera Nayda Gil de Sola, que pretende estudiar Comunicación Audiovisual, expone su propia experiencia. "Llevo desde el año pasado preparando Filosofía y no tanto Historia porque hasta ahora existía la posibilidad de elegir entre ambas. Ahora tengo que enfrentarme a todo el temario de Historia y también a Matemáticas", un examen que hasta ahora no era obligatorio pero que sí pasa a serlo. "Es la asignatura a la que más temo", explica sobre Historia Lorena Martínez, alumna del mismo centro, que quiere estudiar Traducción e Interpretación. Asegura tener más facilidad para otras materias y para colmo el temario ha aumentado en unas noventa páginas. Con todo, agradece que hayan quitado el comentario de texto del examen.

En el IES Bernaldo de Quirós de Mieres, Andrea de la Rosa, estudiante de Segundo de Bachillerato por la rama de Ciencias de la Salud, entiende que los cambios suponen "un gran problema". "Es mucha materia, muchas fechas y mucho contenido, y además suprimen un comentario de texto que era bastante asequible", señala. "Más o menos sabías por donde plantear el examen y ahora te meten miles de años de sopetón", indica, para agregar que "en un bachillerato orientado a la Salud la aplicación que podemos tener no va a ser tan importante como en Humanidades".

Su compañera María Zapico coincide con el análisis, y aporta la conciencia de que "nosotros necesitamos mucha nota para las carreras que queremos estudiar, y ya empezamos el curso sin saber a qué tipo de prueba nos íbamos a tener que enfrentar". La estudiante se queja de que los nuevos contenidos "pueden machacarnos la nota". Zapico se queja de lo poco que piensan en los estudiantes: "Pretenden que seamos máquinas de estudiar, y que en vez de entender los conceptos, los empollemos y los repitamos".

Pablo González estudia en el mismo centro, aunque se decantó por las Humanidades. "En mi caso, que nos caiga más historia sería casi normal, pero en otras ramas del Bachiller, que no lo dieron en Primero, es más complicado", señala. En todo caso, no ve muy normal que ahora les avisen de que en el examen se van a enfrentar a toda la Historia: "No es lo mismo que te caiga del XIX en adelante que desde la Prehistoria, y que además nos quiten el comentario de texto, que para mucha gente era una ayuda". "Aunque no tuvieras mucha idea, algo sacabas con el comentario", apunta. Además, el tipo de examen deja poco margen: "Harán preguntas cortas, muy concretas, pero a la vez generales, será casi imposible responder muy sintetizado". "¿Cómo sintetizas la Guerra de la Independencia en diez líneas?", finaliza el joven.