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Arquitectura personal (y 2) | GENITA TORRE | Militante comunista, viuda del histórico sindicalista Juan Muñiz Zapico, "Juanín"

"Nunca me deprimí, pero llevo la tristeza y si viviera doscientos años no me casaría"

"Cuando murió Juanín, su madre, que era muy católica, tiró el belén que tenía en casa a la carretera diciendo que no creía en nada"

Genita Torre Patallo, en su casa de Gijón. ÁNGEL GONZÁLEZ

Genita Torre Patallo (Noceda, Grado, 1939) es comunista, está jubilada de su trabajo en CC OO y fue la mujer de Juan Muñiz Zapico, "Juanín", un sindicalista con actividad muy destacada en el final del franquismo, al que se recuerda ahora cuando se cumplen 40 años de su muerte en un accidente de tráfico. Genita se crió en Grado y vino a Oviedo en 1960 a trabajar en el servicio doméstico. Poco después conoció a Juanín, que en seguida pasó a tener mucha actividad sindical. De sus casi 15 años juntos, Juanín pasó siete y medio preso. Vive en Gijón, tiene dos hijos y dos nietos. Es la madre de Marcos Muñiz, que fue coordinador general de IU de Gijón.

-Juanín salió de la cárcel de Segovia y...

-Nos instalamos en Gijón. Marcos nació el 3 de mayo 1971, a los nueve meses de salir él de Segovia. Yo trabajé de camarera en la confitería Eliana, en los Jardines de la Reina, poco tiempo porque estaba embarazada.

-¿Y Juanín?

-Trabajó en muchos sitios porque lo despedían. Un ingeniero ruso lo metió en Constructora Gijonesa. Los obreros se tiraban por encima de las mesas para comer con él. La empresa se dio cuenta y lo echaron a los cinco meses. Luego entró en unos talleres en El Cerillero. Vinieron unos policías a buscarlo a casa. Les dije que no sabía dónde estaba y salí a las tantas a buscarlo para que no viniera a casa.

-¿Y sus hijos?

-Se criaron con los abuelos en La Frecha. Luego se trasladó a Gijón toda la familia, pero pasaron dos años entre uno y otro. Trabajé de pantalonera y Juanín estaba liberado. Entre 1970 y 1972 marchó a Italia, Rusia, Rumanía y Polonia a formarse, con un pasaporte falso. No decía dónde estaba para no comprometernos si nos interrogaba la Policía.

-¿Cuándo volvió a caer?

-Muchas veces. Dos días antes de cada Primero de Mayo iba a chirona. Me acuerdo de llevarle comida con una nevada que no había manera de subir a la cárcel de El Coto. Al año y pico de salir de Segovia lo detuvieron en Pozuelo de Alarcón. Había marchado de casa ocho días antes.

-El Proceso 1001. ¿Cómo se enteró usted?

-Por la televisión, una Radiola muy buena. Vinieron Javier, el de USO -luego de CC OO- y Lisardo, un despedido de Aguinaco. Traían el dinero de FUSOA (Fondo Unitario de Solidaridad Obrera de Asturias). Nos dijeron que era serio, pero estaban bien.

-¿Pasaban miedo?

-Sí. La madre lloraba y se desesperaba. Pero era lo que él quería. En La Frecha nos apoyaban muy pocos. Cuando nos fueron a registrar la casa decían: "¿Veislo?, ¿veis lo que buscó Juanín?".

-Vivió poco matrimonio.

-Pasé siete años con él y estuvo preso siete y medio.

-¿Nunca se lo reprochó?

-Reñíamos, pero no por eso. Le decía ¿por qué no tienes más cuidado? Él respondía "tiene que ser así".

-¿Veía el fin la dictadura?

-Yo no, porque no estaba formada políticamente. Durante el juicio fuimos a Madrid, cuando mataron a Carrero Blanco. Las condenas tardaron en salir. Nos enteramos en La Frecha de que le habían caído 18 años. Los de fuera aseguraban que cuando muriera Franco habría una amnistía.

-¿Qué pensaba usted?

-Se me vino el mundo encima, pero el apoyo que nos dio la clase obrera asturiana no lo podría pagar aunque viviera 200 años. Sobre todo los mineros. Y ahora cierran el pozo María Luisa, que tiene 100 años y todavía le quedan reservas.

-¿Fueron a Carabanchel?

-Sí. Una hermana de mi suegro servía en Madrid en casa de unos señores muy ricos y mi suegra iba con ella. Fuimos cuando los fusilamientos de Burgos y lo pasamos mal porque los guardias estaban muy alterados.

-En aquella cárcel se hizo mucho Partido Comunista.

-Claro, Juanín cayó con Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius, Paco "el cura" y Saborido. Juan cumplió 4 años. Si pasa uno más preso acaba la carrera de Económicas porque sacaba muy buenas notas. Su hija, Yolanda, es igual. Tiene Derecho y es secretaria de ayuntamientos. Iba a ir para juez, pero tuvo una hija paralítica cerebral que vivió once años y se le cortó la vida. Marquitos ahora es ingeniero industrial.

-Salió en diciembre de 1975.

-Lo esperé en La Frecha. ¡Qué alegría! Perder la compañía de Juan no era cualquier cosa. Estar con él era felicidad pura. Cuando volvimos a Gijón, el Partido Comunista había preparado asaltar el tren en Mieres para felicitarlo y hacer fuerza, pero no pudieron, los dispersaron los guardias. En Gijón nos esperaron más de 10.000 personas y hubo palos.

-¿Lo vio algo ese último año que le quedaba de vida?

-Poco. Siempre estaba fuera. Era en la clandestinidad.

-Murió el 2 de enero de 1977.

-Tenía los billetes para ir a Madrid y coger el puesto de secretario de organización nacional de CC OO. Fue tres meses antes de que Adolfo Suárez, el mejor presidente que tuvimos, legalizara el PC.

-¿A qué fue a La Frecha?

-A buscar unas casadiellas que había hecho su madre para que llevara a Manolo, el abogado. Salió a tomar una botella de sidra con Jandro a Campomanes. Allí encontraron al otro y siguieron a Riospaso. Estaba nevando. Cayeron con el coche entre las cinco y las seis de la tarde.

-¿Cómo se enteró?

-Un vecino nos dijo: "Ángeles, Juanín tuvo un accidente muy malo. Coge unas toallas". Fuimos en el coche de Segundo, un vecino. En Campomanes nos dijo que no nos hiciéramos ilusiones, que estaba muerto. Lo habían llevado a Pola de Lena. Lo desnucó el coche. Yo lo vi con la sangre en la nariz. A los dos que iban con él no les pasó nada, pero acabaron muriendo en accidentes de tráfico. Jandro, en Puente los Fierros, chocó y dejó los sesos contra el pretil. Al otro lo atropelló un coche cruzando la calle.

-¿Cómo fue después?

-Juan tenía 35 años y empezaba a ver la luz. Para mí fue un horror. Me daba mucha pena su madre. Estaba tan desesperada que, con lo creyente que era, cogió el nacimiento que tenía puesto y lo tiró a la carretera diciendo que no creía en nada. Fue la desesperación porque murió creyendo.

-¿Qué hizo usted?

-Seguir. Pasó y pasó. No vale romper. Empecé a trabajar en CC OO de Gijón en mayo de 1977. Cobraba 25.000 pesetas y di carrera a los dos hijos. Hicimos una vida normal.

-Está jubilada.

-Trabajé hasta los 65, en 2004. Siempre había estado asegurada como empleada de hogar con la hermana de Horacio Fernández Inguanzo, que tenía academia en El Coto. Andrés Álvarez Costales me ayudó como un hermano.

-¿Qué tal siente que le trató la vida hasta ahora?

-Quitando lo que sufrí, bien. Nunca tuve necesidades y siempre tuve apoyo. Mis padres, los suegros fueron maravillosos, muchos amigos y la gente del Partido Comunista.

-Pero quedó sin paisano.

-Sin paisano se vive muy bien. Si viviera 200 años nunca más me casaría. Aún llevo la tristeza hoy, pero nunca me deprimí.

-¿Estuvo muy presente en la crianza de los hijos?

-Sí, pero mis suegros me ayudaron mucho.

-¿Cómo ve Asturias?

-No la veo mal, pero tampoco muy bien. El carbón se acabó. Los jóvenes marchan y quedamos los viejos. El mundo laboral se abre algo, pero con contratos temporales.

-¿Le parece bien que IU esté con Podemos?

-Unidos tiene que avanzar sí o sí, y por mí, sí. IU, con un millón de votos, sacó dos diputados; o cambia la ley D' Hondt o desaparece IU. No confío en el PSOE, que dice una cosa y hace otra. En Podemos hay mucha gente joven sin experiencia política. IU tiene gente muy buena.

-¿Tiene nietos?

-Dos. Lara Yáñez, de 24 años, es una eminencia que está en Londres con un máster de investigación; el hijo de Marquitos, Xandru, tiene 10 años.

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