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Inteligencia emocional contra el acoso

Dos profesores asturianos forman a sus colegas para que los menores aprendan a identificar sus emociones y a ponerse en el lugar del otro con el ánimo de prevenir el "bullying" y el fracaso escolar

Marisa Fernández y Gerardo Fernández González, en la Facultad de Formación del Profesorado. IRMA COLLÍN

Aprender a identificar las emociones y los sentimientos, a gestionarlos y desarrollar habilidades sociales que favorezcan la empatía con el prójimo evitarían, por ejemplo, el "bullying" y el fracaso escolar. Ésta es la teoría que defienden los expertos en inteligencia emocional y los que apuestan por implantar nuevos métodos en el proceso de enseñanza/aprendizaje mediante el uso de la metodología de proyectos. Y ése es el caso del profesor Gerardo Fernández, tutor de la Universidad a Distancia (UNED) e inspector de la Consejería de Educación del Principado, y de Marisa Fernández, maestra de Infantil y Primaria y directora de un centro de Educación Infantil en Las Vegas (Corvera).

"Innovar en las aulas" es el título del curso que ambos docentes impartirán a partir de mañana en la UNED, con el objetivo de introducir los conceptos de inteligencia emocional y la metodología de proyectos entre el profesorado.

"Se prepara a los alumnos para que sepan muchas cosas y puedan llegar a ser médicos, ingenieros, profesores, etcétera, pero no se les prepara para la vida. Eso es lo que persigue el desarrollo de la inteligencia emocional, porque ayuda a prevenir situaciones como la violencia escolar ("bullying"), el fracaso escolar, la ansiedad, el estrés, la depresión y las conductas de riesgo", explican Gerardo Fernández y Marisa Fernández.

Ambos expertos aseguran que trabajar la inteligencia emocional desde las más tempranas etapas, desde Educación Infantil, ayuda a mejorar la autoestima del alumnado y a desarrollar sus habilidades sociales y comunicativas. De esa manera, y sin que sean conscientes, "interiorizan la escucha activa, la empatía, la cooperación, estrategias para resolver conflictos, como la negociación y la mediación, el diálogo en definitiva. Todo aquello que va a necesitar para su vida adulta, porque vivir en sociedad no está exento de conflictos", explicó el profesor e inspector de Educación.

Marisa Fernández trató de resumir el método de trabajo que aplican en el centro que dirige. "Se empieza con los niños pequeñitos, de 2 años, y se les enseña a identificar las emociones con los colores. Por ejemplo, el enfado es el rojo; la alegría, el amarillo; el miedo es gris oscuro y la felicidad es el color rosa. Se va trabajando año a año adaptando la evolución a la edad, hasta los 5 años, que ya se les ha enseñado no sólo a identificar sus emociones y el color, sino a hablar de ellas, a escuchar lo que les pasa a sus compañeros, a empatizar con ellos y a ayudarse".

En este proceso no sólo se implican los docentes, sino también las familias, cuya colaboración "es fundamental".

Otro de los aspectos que se tratan en el curso "Innovar en las aulas" es la metodología de proyectos, que consiste básicamente en que el aprendizaje se basa en la elaboración de proyectos. "El alumno se convierte en el verdadero protagonista, en el sujeto activo, porque tiene que investigar, leer, analizar...", remarca Gerardo Fernández. Pero esto también supone un cambio profundo en el rol del profesorado. "El docente se convierte en un facilitador, en la persona que despierta en los alumnos el gusto por aprender y desarrollar un pensamiento crítico".

Se trata, en definitiva, de que el siglo XXI entre en las aulas.

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