Las máquinas tragaperras son el juego con mayor potencial adictivo, pero su acceso es "fácil y no está controlado". El profesor José Ramón Fernández Hermida lanzó ayer este mensaje con el propósito de que la Administración "reflexione" sobre su regulación. "En cualquier bar ves una tragaperras y nadie controla quién la usa. Tampoco debe ser función del hostelero", apuntó Aris Grande, autora junto a Hermida de un trabajo que sitúa estas máquinas como el "juego de referencia" en la región. Según la Asociación de Ayuda a la Ludopatía en Asturias, el 73% de los afectados declaran que es su entretenimiento principal.

A diferencia de otros juegos, las máquinas tragaperras "no tienen una publicidad evidente, pero sí implícita a través de luces y sonidos", en palabras de Aris Grande. "No hay que olvidar que estos aparatos están diseñados para aumentar la adicción", recalcó Hermida. En este sentido, la profesora del departamento de Psicología de la Universidad de Deusto y directora del máster en Psicología General Sanitaria, Ana Estévez, señaló que en estos juegos las luces rojas incitan a gastar más dinero que las azules.

Estévez ahondó en su intervención en el Real Instituto de Estudios Asturiano (RIDEA) en el "peligro" de la publicidad, que "normaliza" la adicción al juego. "Estamos rodeados de información que favorece esta patología. La publicidad de 'Pokémon', los personajes de 'Los Simpson' jugando a la máquina tragaperras y hasta Doritos promocionando una ruleta en el supermercado", enumeró. La experta indicó que la sociedad tiene "tan normalizada" la compra de lotería de Navidad que "hasta nos sentimos mal si en el trabajo no cogemos un décimo". "No nos importa gastarnos 300 o 400 euros en eso, lo vemos normal", subrayó Estévez.

La investigadora de la Universidad de Deusto advirtió de que pese a que los jóvenes de hoy en día son nativos digitales, "no son conscientes de los peligros de internet". "Viven en una realidad virtual y no diferencian entre lo que es verdad y lo que es mentira", apuntó. Los juegos saben cómo jugar con las emociones y enganchar a sus víctimas: la clave es dejar que ganen la primera partida. "Si esto ocurre, nuestro cerebro hace una asociación tan fuerte con el éxito que nos lleva a seguir jugando", comentó. El peor de los casos es que las apuestas deportivas se hagan durante un partido de fútbol, que es "cuando estamos más activados y en consecuencia somos más blanditos".

El estudio de la Universidad de Oviedo revela que la mayoría de los jóvenes que juegan con apuestas monetarias lo hacen en juegos como loterías, rascas y apuestas deportivas (quinielas) y de forma presencial. No obstante, el porcentaje de adolescentes (entre un 30% y un 35%) que utilizan tipos de juegos más adictivos, como las máquinas tragaperras, el bingo y el póquer o que recurren al canal on-line es "importante". "Es muy posible que la mayor facilidad de acceso a este tipo de juegos y la presión mediática para incrementar su uso aumenten con el tiempo las prevalencias en los tipos y modalidad de juego más problemáticos. Se requiere una continua monitorización epidemiológica que permita detectar tendencias y, de acuerdo con la información obtenida, arbitrar medidas correctoras", concluyeron José Ramón Hermida y Aris Grande.