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Un cuarto lago para los Picos

El ingeniero Mariano Zubizarreta rescata, tras el proyecto para recuperar el acuífero de Ándara, su plan de devolver el agua a Comeya

Un cuarto lago para los Picos

La vega de Comeya es un poljé, una depresión rodeada de laderas abruptas, un amplio valle cerrado de fondo plano, casi seco ahora pero inundado en algún tiempo muy, muy lejano. Hace de eso unos cuantos miles de años, pero al saber del aval oficial que ha recibido de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico la aspiración de recuperar en Ándara, en la vertiente cántabra del parque nacional, un tercer lago para los Picos de Europa, ha resucitado la memoria del viejo proyecto que pretende devolver también el agua a Comeya, al antiguo acuífero que hoy es turbera y extenso pastizal parcialmente encharcado a unos pocos metros al Norte del lago Enol, casi vecino de éste y del Ercina. El plan tiene sus años de estudio y de silencios administrativos. El ingeniero Mariano Zubizarreta Gavito, con decenios de apego a estas montañas de los Picos, con el afecto doble del veterano montañero y del hijo del topógrafo del Canal del Cares, expuso varias veces el plan ante el Ministerio de Medio Ambiente y las autoridades del área protegida, diciendo tener localizado el sumidero de Las Tremonas, el punto principal por el que se filtra el agua y que habría que empezar sellar, según su tesis, para poder rescatar el tercer lago, o tal vez el cuarto, de la montaña de Covadonga. No obtuvo respuesta ni ha dejado de insistir.

Sigue sosteniendo lo que su carta de junio de 2003 hacía saber al Ministerio, que "no se va contra natura restableciendo la naturaleza pretérita" y que de aquí, sellando, cerrando y esperando con mucha paciencia, podría salir el lago más extenso del parque, al que Zubizarreta le ha calculado en su dimensión máxima casi el triple de longitud que el Enol -2.150 metros-, más del doble de ancho -mil-, y cerca de tres veces más calado, 68 metros. El "milagro" sería posible sellando las Tremonas, profetiza el ingeniero, y levantando "una pequeña presa" en una operación cuyo coste escaso pagaría con creces, a su juicio, el riesgo que él también asume de que el agua pueda llegar a perderse a través de otras filtraciones del terreno. También tiene tasado el precio, que vende con gracia diciendo que sólo sería "seis veces más de los 11.000 euros que se pagaron por el mejor queso en el último certamen del Cabrales", y precisa, eso sí, que haría falta paciencia además de voluntad de acometer la obra: en el mejor de los casos "tardaría al menos tres años en llenarse".

Defiende que la intervención "no contradice la protección del parque", o al menos no más que "esa carretera que a veces se llena de coches", y mantiene lo que decía en su carta al Ministerio en 2003. "Los agoreros profetizan que el agua se perderá por otras filtraciones. No estoy capacitado para negarlo. Sólo decir que el daño económico sería mínimo comparado con la posibilidad de tener allí tan estupendo lago". Sin hacer comparaciones, pero dando testimonio involuntario de que los lagos en los Picos son como muñecas rusas, de uno sale otro, el ingeniero ha desempolvado sus viejos documentos, planos y cálculos sobre Comeya, el viejo acuífero que atraviesa en su trecho final la Senda Frassinelli y al que surte de agua la "pequeña cuenca hidrográfica del lago Enol". El descenso de actividad del torrente del Enol en la etapa posterior a la última gran fase glaciar acabó por permitir que las grietas del terreno pudieran liberar el agua acumulada y por desecarlo. De eso hace, según algunas fuentes, unos 8.300 años.

Si se evita que se siga filtrando, la teoría de Zubizarreta Gavito encuentra grandes posibilidades de explotación del nuevo embalse natural, reactivadas ahora que al otro lado de la frontera con Cantabria la Confederación Hidrográfica ha dado el visto bueno a la viabilidad del proyecto para taponar las filtraciones y recuperar el lago de Ándara. Son, eso sí, casos distintos además de distantes. El acuífero de la zona lebaniega se desecó muchísimo tiempo después que Comeya, hace apenas un siglo, y por motivos diferentes, a causa de la intensa actividad minera que se desarrolló en el lugar. Aquí, el estudio geológico previo ha determinado que técnicamente el sellado es posible una vez identificada con precisión la fuga principal en el sustrato del viejo lago.

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