La consejera de Desarrollo Rural y Recursos Naturales, María Jesús Álvarez, aseguró hoy que el oso pardo “es una seña de identidad de la montaña asturiana como emblema de conservación” y que el hecho de que el Principado albergue plantígrados en libertad constituye un “indicador de la calidad ambiental del territorio”. "Es una oportunidad para atraer visitantes y fortalecer el desarrollo socioeconómico de los concejos oseros”, aseguró Álvarez en Cangas del Narcea en la inauguración de un ciclo de charlas, que recorrerá hasta abril once concejos más para enseñar a actuar ante plantígrados "fisgones".

Actualmente se estima que la población en la cordillera cantábrica es de, al menos, una horquilla comprendida entre 230 y 260 osos, de los que entre 190 y 220 corresponden a la subpoblación occidental y, al menos 40, a la oriental. Del análisis de la evolución de los censos entre 2000 y 2015 “se desprende una consolidación de la subpoblación occidental y un escenario demográfico mucho más incipiente en la oriental”, según puntualizó la Consejera.

“El incremento de ejemplares implica un aumento de los daños que ocasionan en el medio rural y el comportamiento de algunos animales puede generar situaciones de riesgo para las personas y también para la especie”, señaló Álvarez. Por ello, su departamento considera necesario incorporar nuevas iniciativas a las tareas de recuperación y protección. “Las jornadas que hoy se presentan tienen que ver con ese objetivo”, indicó.

La consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales ha planificado, con la colaboración de expertos de la Fundación Oso Pardo y la Fundación Oso de Asturias, veinte charlas entre los meses de febrero, marzo y abril, que se celebrarán en los concejos de Cangas del Narcea, Degaña, Ibias, Belmonte, Somiedo, Tineo, Quirós, Teverga, Proaza, Santo Adriano, Lena y Aller.

La iniciativa busca aportar un mejor conocimiento sobre la realidad de la población, las características y la conducta de la especie, así como de tácticas de comportamiento para evitar conflictos y asegurar la integridad de las personas. “Tratamos de prever anticipadamente posibles conflictos y situaciones de riesgo, así como de aunar esfuerzos para favorecer cambios de actitud hacia los osos entre la población local y en la sociedad en general, impulsando actividades de educación ambiental y fomentado una imagen positiva del animal como elemento dinamizador de las áreas rurales”, concluyó.