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CRISTINA MARTÍNEZ PEÓN | Ingeniera industrial, profesora en un centro de Avilés

"Las Matemáticas no gustan porque no se entienden, se las asocia con hacer cuentas"

"No corresponde a los padres corregir a sus hijos los deberes, eso es tarea del profesor; así sabrá si tiene que explicar de nuevo la materia"

Cristina Martínez Peón, en su centro de enseñanza de Avilés. RICARDO SOLÍS

Cristina Martínez Peón cursó la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Oviedo y pronto orientó sus pasos hacia la docencia; en especial, las Matemáticas, por las que reconoce sentir pasión. Al ejercer de profesora en un colegio se dio cuenta de que a los alumnos no les gusta esta materia. Ello la impulsó a poner en marcha en Avilés un centro especializado en la enseñanza y el aprendizaje de Matemáticas; también incorporó Física y Química. En aras de ayudar a los docentes en el ejercicio de su actividad, acaba de impartir un curso en el Centro del Profesorado y Recursos de Avilés-Occidente sobre matemáticas manipulativas.

-¿Por qué una gran mayoría de los alumnos rechazan las Matemáticas?

-Porque no se entienden. Se las asocia con hacer cuentas y cuentas y ejercicios que no tienen sentido.

-¿Lo que significa que hay que darles una vuelta?

-Hay que conseguir que los alumnos no las asocien únicamente a las cuentas; tampoco a una actitud mecánica y sí a algo que se razona y se piensa. De hecho, cualquier definición de las Matemáticas habla del razonamiento lógico, el descubrimiento y la deducción, aspectos que no se aplican en un aula.

-¿Se aprenden a base de memorizar?

-Muchos maestros y profesores enseñan a memorizar y a aprobar los exámenes de Matemáticas, no a entender lo que están haciendo.

-¿El profesor tiene la formación adecuada en esta área?

-Hay de todo. Encontramos maestros de Primaria a los que no les gustan y saben muy pocas matemáticas; también los hay que saben más de lo que se enseña. Otros, en cambio, están ilusionados con desarrollar iniciativas para los chicos. En Secundaria, por su parte, los profesores poseen muchos conocimientos, pero algunos no saben enseñar. Por supuesto, están los entusiasmados con los alumnos y entregados a ellos.

-¿Cuál es el reto que tiene ante sí el profesor?

-El objetivo de la enseñanza no es enseñar muy bien, es que aprenda el alumno, que entienda lo que está haciendo. Para ello necesitamos que el profesor esté bien formado, que esté al día de las herramientas que pueda utilizar. Hay muchas y cada chico, cada grupo o cada momento requiere una distinta. La programación es un hándicap muy grande porque hay que seguirla en un tiempo muy reducido y con libros muy amplios. Además, los padres están por detrás empujando a que se hagan todos los ejercicios del libro.

-¿Qué barreras hay que salvar para intentar cambiar esta dinámica?

-Partimos de un problema: el alto número de alumnos que hay en un aula. No todos trabajan de la misma forma, ni al mismo ritmo, ni comprenden igual. Además, los recursos que son válidos para unos no lo son para otros.

-¿Existen materiales de apoyo útiles?

-Los hay para divertirse y otros que están preparados para entender determinados procesos, como el sistema de numeración decimal, que es complicado de comprender.

-¿Las nuevas tecnologías favorecen el aprendizaje de las Matemáticas?

-Yo creía que eran necesarias y poco a poco fui desechándolas en favor de materiales manipulativos. En el ordenador se trabaja solo y muchos de los recursos que existen son a base de prueba-error, de manera que el chico que quiera razonar lo hace y el que no prueba una y otra vez hasta que el ordenador le deja pasar a la pantalla siguiente.

-¿Cómo son esos materiales manipulativos?

-Cualquier cosa del entorno sirve: tapones, pinzas para colocar en una cartulina, regletas, fichas, dados, ábacos, cuerdas, pelotas...

-Calculadora, ¿sí o no?

-Es buena si se sabe utilizar. Los jóvenes no pueden depender de ella de tal forma que no sepan hacer nada sin calculadora. Encuentro chicos en Secundaria que no saben calcular el doble de 32 o la mitad de 15 si no la tienen a mano. Si ha servido para no tener un cálculo mental básico, está mal empleada.

-¿Cómo le explica a un adolescente que rechaza las Matemáticas la utilidad de las mismas?

-Le digo que las Matemáticas están en todos los sitios: en un puente, un edificio, un ordenador, el teléfono, las gafas, la compra... Por tanto, hay que entenderlas. No nos imaginamos el mundo sin números, o sin poder hacer cálculos con esos números. No tendríamos nada.

-¿Favorecen el aprendizaje de otras disciplinas?

-Si no entendemos Matemáticas, olvidémonos de la Física y la Química. La Música también está muy relacionada. Es una base.

-¿Qué significa tener una mente matemática?

-Ser capaz de deducir y de sintetizar no sólo los números.

-¿Las tablas de multiplicar son un sufrimiento para los niños?

-Sí, y yo las sufrí en propia piel, me costaron lo que no está escrito. Hasta que las utilizas con asiduidad no las aprendes. Saber las tablas no significa saber multiplicar, y lo importante es lo segundo. La velocidad en las operaciones y aprenderlas de memoria viene con la práctica. ¡Claro que hay que saberlas!, pero lo importante es entender la multiplicación. Para ello hay recursos manipulativos que ayudan a verlas.

-¿Son exactas las Matemáticas?

-Sí, lo son. Hay distintos modos de llegar al resultado, pero son exactas; no hay lugar a duda.

-¿Cuál es la edad ideal para empezar a acercarse a ellas?

-Siendo bebé, con los muñecos de la cuna, las cucharadas de la papilla... A los niños hay que estimularlos desde pequeños. Además, considero que tendrían que estudiarse siempre. En todos los ámbitos de la vida hay Matemáticas, así que cuanto más tarde las dejemos, mejor.

-¿Qué papel deben desempeñar los padres en el estudio de los hijos?

-Los deberes son cuestión de los niños, no de los padres. Es un error que se sienten juntos a hacerlos. La responsabilidad pasa para el padre, que está razonando por el niño. No le está ayudando y sí perjudicando. No hay que corregirle los ejercicios del colegio, eso le corresponde al profesor, ya que así sabe si tiene que explicar de nuevo. Si el padre corrige, el profesor está calificando al adulto y no al niño. Vale más un 6 hecho por el niño que un 10 por los padres. ¿Nos importan las notas o que el niño aprenda? Tenemos que tener la nota que nos corresponde, no luchar por el 10, a no ser que se tenga la capacidad para llegar.

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