Los clientes están dispuestos a rascarse el bolsillo por una buena botella de sidra. El tope está en los tres euros siempre que el producto sea de calidad. "Me parece caro pagar 2,70 si no la cuidan, servir sidra no es como abrir una botella de Coca-cola. Hay que tenerla entre agua a una temperatura adecuada, hay que escanciar? cosas que con otros productos no ocurren", detalla José Luis Argüelles mientras apura un culín en un establecimiento de la calle Gascona de Oviedo. Al final de la barra otro cliente apunta: "Es una pena que se esté perdiendo la figura del escanciador porque cuando usas un tapón no sabe igual, le falta la espumina y encima te la cobran igual"."Yo siempre llevo un tapón en el bolso para echármela pero sólo lo uso cuando hay mucho apuro y no localizo al camarero", reconoce Marioli González, clienta de Gascona desde hace nueve años: "Deberían unificar el precio y poner el mismo en todos los locales, hace un mes en Gijón pagué 2,40 y me pareció raro. Yo bebo sidra todos los días pero si la suben a cinco euros tomaría otra cosa porque es una barbaridad".

Pero beber una buena sidra no tiene nada que ver con el precio. "Hay mucha puxarra", dicen los consumidores. "En la calidad influyen muchas cosas como la elaboración, el proceso y el sitio donde está ", explica José Luis Argüelles, un sierense procedente de una familia de lagareros que tiene claro lo que no se debe hacer con la sidra: "Hay lagares que la hacen muy buena pero luego en el chigre la dejan al sol en verano y la estropean". El bulevar de la sidra de Oviedo, es uno de los pocos reductos en los que el precio en barra se mantiene a 2,50. En el resto ha subido hasta veinte céntimos a lo largo del último año. Los clientes no lo consideran una cantidad exagerada para la sidra normal aunque sí critican los 3,20 euros que cuesta la sidra de nueva expresión. "Por la sidra de pata negra te pueden llegar a pedir hasta 8 euros, yo nunca la probé", afirma Francisco Martínez. Él y su amigo Narciso Santos han quedado para tomar unas botellas antes de comer. "Casi siempre bebo sidra, me sienta mejor que el vino y tiene menos alcohol", explica.

"La sidra no es cara, aunque suba 20 céntimos sigue siendo barata", recalca Tomás Ceñera, "un vaso de vino ya te cuesta más de dos euros y no tienen que servirlo como la sidra". El incremento de los precios está muy presente en las mesas de los chigres aunque todos dejan claro que aunque cueste más no van a a abandonar su costumbre de quedar para tomar sidra. "Yo voy a seguir bebiendo pero si la suben consumiré menos" aclara Miguel Ángel García. "Hay que defender lo nuestro porque la sidra vasca viene pisando fuerte", advierten los clientes.