La cueva de Cobijeru (Buelna, Llanes) no sólo es monumento natural y uno de los parajes más visitados de la comarca oriental, sino que se ha desvelado como un importante archivo geológico. Así lo describe el investigador de la Universidad de Oviedo Daniel Ballesteros, quien ha encabezado junto a Laura Rodríguez Rodríguez y Saúl González-Lemos una investigación sobre la configuración de las cuevas a las que accedieron los artistas prehistóricos y la fauna fría que tanto interés despiertan.

"Hace 350.000 años la rasa costera era plataforma marina, se elevó y quedó expuesta al aire, las calizas afloraron a la superficie", expone Ballesteros, del departamento de Geología de la Universidad asturiana. Entre 145.000 y 65.000 años atrás "se cubrieron del sedimento que procedía de la erosión del Cuera y las sierras que están al Sur", con presencia de cuarcita que tras erosionar quedó encima de la rasa. Estos sedimentos en superficie también se erosionaron "y volvieron a aflorar las calizas, quedando las cuevas accesibles desde la superficie", describe el geólogo. Quedaron entonces libres los huecos de las grutas y pudo entrar el hombre prehistórico, quien dejó el rastro de su arte rupestre en muchos yacimientos, así como la fauna fría que habitaba la comarca en ese momento y de la que se han encontrado importantes muestras en varias cuevas de la comarca.

"Hemos descrito la configuración del paisaje que condicionó la costa y por qué pudieron entrar en determinado momento los hombres y la fauna", explicó Ballesteros. Hasta ahora se sabía que en ese tiempo en la comarca había humanos y fauna fría, "pero no se conocía el paisaje, no estaban unidos todos estos procesos. De ahí la importancia de la investigación", destaca el geólogo. De una pequeña cueva de 200 metros los investigadores han sacado abundante información sobre la costa, lo que convierte el monumento natural en una joya aún más valiosa.

Su estudio es pionero, además, porque es el primero que documenta "que el agua marina ha influido muchísimo en el desarrollo de la cueva", pues lo descrito hasta la fecha indica "que las cuevas se forman por la acción del agua dulce, que se infiltra". Pero en el caso de Cobijeru se ha demostrado cómo dependiendo de si el mar estaba más alto o bajo la evolución de la cavidad fue diferente.

Hace 145.000 años, por ejemplo, la línea de costa se situaba a entre dos y cinco kilómetros hacia el Norte y hace 65.000 el nivel del mar estaba entre 50 y 100 metros más bajo. Si el viaje se remontase más de 350.000 años atrás podría verse cómo las rasas o terrazas marinas situadas actualmente a 25 o 30 metros de altitud ya habían emergido del mar y en ellas se habían desarrollado depresiones cerradas y cuevas. Entonces debieron de formarse bosques de hoja caduca en la rasa, tal y como demuestra el hallazgo de conchas fósiles del caracol de quimper (que se alimenta de las hojas caídas de los árboles), la evidencia más antigua en la cordillera Cantábrica. En el estudio también se analizaron fósiles encontrados tanto en Cobijeru como en su entorno, clasificados por el paleontólogo del equipo investigador, Diego Álvarez-Lao. La investigación incluyó dataciones realizadas en el Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera de Barcelona, observaciones realizadas en superficie y un mapa geomorfológico confeccionado por Luna Adrados.