"Nací y crecí creyendo que era igual de los hombres". La joyera ovetense Pilar González-Quirós Corujo se sentía ayer una mujer doblemente privilegiada. Por un lado, por haber podido desarrollar su profesión durante más de cuatro décadas sin sufrir los rigores de la desigualdad de sexos. Y por otro, por recibir el premio que el Rotary Club de Oviedo entrega desde hace cuatro años con motivo del Día de la mujer. Así lo explicó poco antes en la cena en el hotel de La Reconquista en la que el presidente de los rotarios de la capital, el óptico Eduardo Quesada, le entregó los distintivos del premio por su destacada trayectoria como diseñadora de joyas. "Nunca me vi como mujer discriminada, tuve más problemas por ser joven que por ser mujer", apuntaba rememorando los tiempos en los que con 20 años acudía a las fábricas a comprar materiales y los propietarios la despachaban con un seco "no vendemos a minoristas". Pero con tesón, y con la ayuda de "un estupendo equipo", tal y como destacó durante su discurso ante más de 130 personas, González-Quirós sacó adelante un negocio que ahora, ya jubilada, dirigen sus sobrinos y en el que fue ayudada por dos de sus hermanas y otros familiares. Visiblemente emocionada -"estoy muy nerviosa", reconocía- González-Quirós enlazó un sentido discurso que arrancó una sincera ovación. "En París adquirió un interés por las joyas que ya nunca perdería", señaló Sonsoles Díez de Rivera, marquesa de Llanzol, amiga íntima de la premiada y que fue la encargada de glosar su figura. Díez de Rivera también destacó, al igual que González-Quirós, "el equipo que formó con el que supo crear belleza y piezas muy refinadas". En la cena, cuyos beneficios irán destinados al Banco de Alimentos, estuvieron presentes los oftalmólogos Antonio Bascarán o Luis Fernández Vega. El año pasado el premio recayó en la política y empresaria Alicia Castro Masaveu, y en anteriores ediciones en Teresa Sanjurjo, directora de la Fundación Princesa, y María Jesús Gil, propietaria de Casa Fermín.