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Otra Variante fue posible

La alternativa al gran paso bajo la Cordillera consistía en una línea por Pajares con túneles de hasta 8 kilómetros que se abriría por fases

Otra Variante fue posible

Un gran túnel bajo la Cordillera de 25 kilómetros de longitud total no fue la única alternativa analizada por los técnicos para hacer realidad la anhelada variante ferroviaria de Pajares. En los estudios realizados en los primeros años ochenta del pasado siglo aparece un proyecto, finalmente descartado, que planteaba un trazado en forma de "S" por el puerto de Pajares, de Villamanín (León) a Puente los Fierros (Lena), con túneles de menos de ocho kilómetros de largo. Además de resultar más económico y sencillo de ejecutar, este diseño contaba con la ventaja de que podía entrar en servicio por fases, acortando progresivamente los tiempos de viaje entre Asturias y Madrid, que en aquel entonces estaban todavía por encima de las siete horas.

Esta opción fue la segunda que más puntuación obtuvo de las 59 analizadas en 1981 por un grupo de trabajo creado para la Variante cuando el asturiano Alejandro Rebollo ostentaba la presidencia de Renfe. La propuesta ganadora ya llevaba la traza al valle del Huerna, definiendo una línea desde la localidad leonesa de Pola de Gordón a Pola de Lena con un túnel de 22,5 kilómetros de largo que, en aquel momento, iba a suponer el récord europeo de perforación.

La inversión se fijó inicialmente en 38.400 millones de pesetas de la época (231 millones de euros), con un recorrido total de 47 kilómetros y rampas máximas de hasta 18 milésimas. Además, se preveía la construcción de 1,2 kilómetros de trazado sobre viaductos, un ancho de vía ibérico (Renfe) y el tráfico mixto para pasajeros y mercancías.

El proyecto elegido recibió duras críticas desde que fue conocido. Se basaban, entre otras cuestiones, en que la nueva línea dejaba sin servicio ferroviario a varias localidades que quedaban alejadas del trazado y en que el presupuesto parecía muy escaso para una obra de enorme envergadura. Antonio Carbonell, experto en obras públicas, ya señalaba en un estudio publicado en 1991 como carencias del proyecto del gran túnel una "singularidad" que "exige métodos constructivos poco habituales", el "carácter unitario" de una obra que "no admite etapas intermedias para su utilización parcial" y un presupuesto y plazos de construcción "inciertos" por la "dificultad" de los trabajos en la Cordillera.

La paralización

Pese a estas reticencias técnicas, el Gobierno de la UCD, con el impulso de Rebollo desde Renfe, inició en 1982 los trámites para la Variante con la expropiación de los terrenos necesarios para el tramo de Pola de Lena a Campomanes. La vía, según el proyecto, discurría en un plano muy superior a las estaciones, lo que impedía su utilización hasta que estuviese completado todo el trazado.

La victoria electoral de Felipe González en octubre de 1982 y los problemas presupuestarios devolvieron al cajón el proyecto de la Variante, que fue sustituida por un tratamiento integral de la línea de León a Gijón dotado con 20.000 millones de pesetas. Pese a ello, la necesidad de habilitar una nueva salida ferroviaria a la Meseta siguió estando muy presente en el debate político regional. En época de Sergio Marqués, el Gobierno asturiano abogaba por "ajustar el valor de rampa al máximo posible (...) para liberarse de la necesidad de construir túneles o viaductos".

Finalmente, el Ejecutivo de José María Aznar lanzó a finales de los noventa del siglo XX un proyecto para la Variante basado en el de 1982, pero modernizado y en Alta Velocidad.

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