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ANÁLISIS

Paritorios a medio gas, aulas vacías

Las razones del descenso previsto en las matrículas escolares

Los niños que comenzarán en Asturias su etapa de Primaria el próximo curso 2017-18 habrán nacido en su inmensa mayoría en el año 2011. La demografía explica la matrícula, y la matrícula condiciona la política educativa y sirve de argumento a la inminente renovación de los conciertos con la enseñanza privada. El Consejero Genaro Alonso avisa: "reducir conciertos educativos va a ser ineludible". La razón, al margen de cualquier otra traducción que se quiera hacer al respecto, es simple: faltan escolares.

En 2011 nacieron en Asturias 7.782 niños. La crisis se notaba pero no tanto. Incluso hubo un mínimo repunte de la natalidad respecto al año anterior, soportado sobre todo por la población extranjera. El año 2012 fue de mantenimiento estadístico con tendencia a la baja (7.622 bebés), pero a partir de ese momento se produce un desplome que aún no tiene fondo. En 2016 la natalidad asturiana se situó en torno a los 6.400 niños.

La matrícula en Infantil se va a resentir este mismo curso de esta cuesta abajo espectacular. Tras ella, la Primaria dentro de un par de años. Es el efecto dominó, hasta que en su día llegue a la Universidad y la Formación Profesional. Las estadísticas demográficas retratan un escenario social y, sobre todo, marcan la tendencia futura. En una región de tradicional baja natalidad, donde la población extranjera apenas llega al 4% del total y con escasa capacidad de repunte económico, las previsiones están muy lejos -a corto y medio plazo- de un resurgir de las maternidades.

Tres datos, a modo de ejemplo, que conducen a un cuarto. En el año 2015 Asturias perdió 1.100 habitantes en el saldo migratorio extranjero (se marchan más que vienen), y perdió otros 1.000 en el saldo migratorio entre comunidades. Las defunciones casi doblaron a los nacimientos y, en consecuencia, Asturias perdió más de 7.000 habitantes.

Con estos mimbres encara el sistema educativo asturiano los próximos años. La renovación de los conciertos educativos tendrá esta vez una vigencia de seis cursos, pero la Administración se reserva el derecho a modificaciones si las condiciones de matrícula variaran significativamente. Antecedentes hay.

La "brutal caida de alumnos", en palabras del propio Consejero, va a afectar a la red pública pero también a la privada concertada. En una comunidad dispersa en lo poblacional y atomizada en lo educativo, con la espada de Damocles bien afilada encima de la escuela rural, la ratio media por grupo queda establecida en 18 alumnos. La más baja de España y, de alguna manera, estadística obligada en el invierno demográfico astur (sin olvidar el esfuerzo de la Administración en favor del mantenimiento de escuelas con menos de cinco alumnos, criterio más político que racional).

Se sabe que habrá menos unidades concertadas y que en ningún caso habrá aumento puntual de concierto educativo alguno en ningún colegio de la región. Eso es lo que dice la Consejería con los datos que obran en su poder y que pronto se harán públicos. El "terreno de juego" parece asumido por el sector de la privada concertada, que es mucho más que la media docena de colegios de relumbrón, con lista de espera.

El progresivo descenso de la población extranjera en Asturias a causa de los años de crisis afecta de forma sustancial a las aulas. En ocho años, desde 2007 a 2014, ambos inclusive, el porcentaje de extranjeros en la región bajó del 5% al 3,9%. No es solo un 1,1 por ciento menos, porque la población total en 2007 era mayor que la registrada en 2014. Los aproximadamente 50.000 extranjeros que vivían en la comunidad en 2011 (cuatro de cada diez procedían de América Latina, área cultural de natalidad amplia) contribuían a llenar las aulas de según qué entornos educativos, geográficos y sociales.

Por cierto, y por si alguien quiere extraer alguna conclusión sobre la materia: Asturias es una de las comunidades con mayor peso del alumnado extranjero en la red concertada: el 16%.

Pero esa población extranjera general, jóvenes y mayores, hombres y mujeres, retrocede. Hoy ya está por debajo de las 40.000 personas. La falta de perspectivas laborales de los padres y madres ha provocado en los últimos años un éxodo que también se notó en los niveles de matrícula escolar de sus hijos.

Menos niños (nacionales y extranjeros) y maestros menos jóvenes. De la alarmantemente alta edad media del profesorado asturiano, tanto en Primaria como en Secundaria, se ha comentado largo y tendido en estas mismas páginas. La edad garantiza experiencia pero también pone límites a los que tiene que responder el sistema educativo con medidas de compensación.

En este sentido hoy, martes 14 de marzo, es un día que se presume clave para conocer el destino de la convocatoria o no de las oposiciones docentes en Asturias. Sin real decreto del Gobierno central fijando la tasa de reposición, la oferta pública de empleo queda en entredicho, cuando no definitivamente bloqueada. Es una cuestión de plazos administrativos. Si así fuera estaríamos ante una tomadura de pelo inaceptable, impropia de un país serio.

El reto está en conseguir que la bajada de la población escolar, que con toda seguridad va a condicionarnos en los próximos siete años, por lo menos, sea una oportunidad para mejorar la calidad de un sistema educativo, el asturiano, que se mueve en parámetros muy aceptables en relación con las medias nacionales pero, en todo caso, mejorables.

Queda mucho por hacer en terrenos tan dispares como la inclusión y la diversidad, la FP Dual, el futuro mapa de centros, las enseñanzas bilingües, el impulso educativo en lo que ha dado en llamar la Asturias periférica o la motivación de un profesorado que sufre de desorientación y en ocasiones de hartazgo.

Y todo ello sin entrar en el mundo universitario, con problemática propia y no precisamente pequeña.

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