Javier Fernández tiene la irritación prohibida por prescripción facultativa. Los diputados de la Junta lo supieron de su boca ayer, mientras el Presidente contestaba a la portavoz de Foro, y lo comprobaron antes y después, a medida que de todos lados le llovían las recriminaciones y él replicaba con toda la dureza pero sin demasiados síntomas visibles de cabreo. La sesión quincenal de preguntas al Presidente le hizo escuchar desde los escaños del PP que "ha perdido el oremus en Madrid", o que IU, aquel socio suyo de la investidura, piensa que "su Gobierno no está dando la talla frente a la campaña por la eliminación del Impuesto de Sucesiones", o que Ciudadanos lamenta que Sogepsa padezca la "gestión nefasta" del Principado. De Foro fue "totalitario compulsivo disfrazado de cartujo", otra vez de Foro "alumno aventajado de José Ángel Fernández Villa" y de Podemos algo parecido a esto con otras, muchas, palabras... Emilio León le pidió hablando de corrupción "que no solo ruja, que también muerda", y el Presidente dijo que sí, que "conocí a Villa, que y tuve amistad con él". Que "milito en el PSOE y en la UGT. ¿Y qué? "Busquen ustedes lo que quieran, porque nada van a encontrar".

Esta evidencia de que a Fernández le quedan cada vez menos amigos en la Junta no parecía un buen tratamiento contra la ira. El Presidente se dijo de acuerdo con el portavoz de IU, sí, pero sólo después de aguantar el reproche de Gaspar Llamazares sobre la tibieza del Gobierno en la defensa de la continuidad del Impuesto de Sucesiones. El diputado de la coalición encontró en el Tribunal Constitucional alemán una definición a su gusto del tributo sobre las herencias, "el corazón de la democracia económica del país", y levantó los vítores de la normalmente poco expresiva bancada de su grupo cuando requirió de Fernández "una defensa pública del impuesto" y acabó diciendo que la campaña que lo denuesta "va contra lo público y contra la política". Censurando su actitud, le dio una oportunidad para defenderse, o para intentar congraciarse con su antiguo socio ahora levantisco. "Estoy de acuerdo. He defendido la progresividad de los impuestos al menos tanto como usted (...) He dado la cara y la voy a seguir dando".

En esa visión muy de Fernández sobre lo que a veces cuesta que se entienda lo complejo, el Presidente atisbó en el de los impuestos "un debate profundamente ideológico" en el que entró queriendo desmontar el argumento de "ya pagó mi padre", porque "tu padre no eres tú", y esforzándose en tratar de demostrar que él sí defiende el tributo incluso después de pactar su rebaja con el PP a cambio del sí popular a los presupuestos autonómicos. Sin citar a Clavelina García, la anciana sierense que se erigió en símbolo de la campaña popular contra el tributo, y que pagó impuestos por la herencia de un hermano residente en Venezuela, el Presidente criticó que se esté "adulterando el debate" y se hable de discriminación cuando el legado viene de los parientes "colaterales, a los que se grava de la misma manera en toda España", o del extranjero, "donde el cobrador del frac es el señor Rajoy"... En las herencias, concluyó, se da un "incremento patrimonial evidente y, por tanto, eso es un campo imponible por la Hacienda pública". "Hay una carrera absurda por eliminar el impuesto", concluyó.

"Discípulo" de Villa

"Discípulo fiel y aventajado" y "ahijado" de Fernández Villa fueron esta vez recriminaciones de Foro que el Presidente respondió cuando también las planteó de otra manera la formación que las ha hecho más veces. Fue ahí, ante Podemos, cuando se reconoció en pasado amigo del exlíder del SOMA investigado por el origen de su fortuna y cuando afloró una vez más la proverbial animadversión mutua entre el Presidente y los morados. "Su tigre de Tuilla no fue capaz", dijo León después de hablar de corrupción y pedir al Presidente "que además de rugir muerda". "Me importa lo que hacen ustedes aquí", descargó Fernández de vuelta. "Pactar con el partido más reaccionario de Asturias en Gijón", contragolpeó, y "paralizar la iniciativa legislativa". "Ustedes", terminó, "han entrado en las instituciones, pero las instituciones no han entrado en ustedes".

El contraataque fue la estrategia también cuando Cristina Coto, portavoz de Foro, descargó un arsenal de recriminaciones y ambos se enzarzaron a cuenta de la lectura de la sentencia del Tribunal Supremo sobre la prórroga presupuestaria de 2014. En la revisión de argumentos ya desarrollados por las dos partes, ella sostuvo que la resolución la anula; el Presidente, que "no cuestiona ni su concepción ni su ejecución". Lo nuevo del cara a cara, dado lo sobado de los argumentos, fueron los improperios. Ella a él, también "sumiso monaguillo" de Villa o "punto de conexión en todas las corruptelas derivadas de incumplimientos legales"; él a ella, que "viene a vomitar" y otra vez que "huele a crisantemo", pero ahora "en su variante náufraga. Estaba en el mar, le han echado una balsa -el PP- y ahí sigue, agarrándose a sus mentiras para seguir flotando".

Al contragolpe también con Ciudadanos, el Presidente prometió a su portavoz información sobre la situación financiera de Sogepsa, la empresa mixta de gestión del suelo con la viabilidad en entredicho que al decir de Nicanor García "se gestionó a lo grande, con regalos, coches oficiales y contratos blindados" y cuya profunda crisis demuestra que no ha sido "precisamente un ejemplo de gestión eficaz y transparente". De perfil, tras invitar a considerar que la compañía "es de los años ochenta", Javier Fernández admitió mirando al pasado que hubo en su seno "decisiones más o menos escandalosas que ni comparto ni apoyo" y convidó al resto de los grupos enfocando el futuro: "En sus manos está transformarla en sociedad pública -ese es el proyecto del Principado para salvarla de los reparos de la UE sobre la estructura accionarial- o dejar el suelo bajo control de empresas privadas".